Donde Haruko y sus amigos en el orfanato Grace Field House descubren la oscura verdad sobre su destino y deben planificar una peligrosa fuga para escapar de su trágico futuro.
O...
Donde Haruko, Emma, Norman y Ray enfrentan dilemas morales, traicion...
Haruko veía en Phil un reflejo de sí misma cuando era más joven. Su sentido de la responsabilidad, su forma de cuidar a los demás y la madurez con la que enfrentaba la vida lo hacían destacar entre sus hermanos. A pesar de su corta edad, parecía comprender más de lo que debería, como si en su interior ya supiera la verdad que ella tanto intentaba ocultar. Era algo que la preocupaba y al mismo tiempo la llenaba de una extraña melancolía.
—Phil, ve a descansar un rato. Yo me encargo de esto.
El niño, que doblaba con esmero una pequeña manta, levantó la mirada y sonrió con esa expresión tranquila que Haruko ya conocía demasiado bien.
—Estoy bien, Haruko-nii. No quiero que hagas todo tú sola.
Ella suspiró. Discutir con él era inútil; Phil siempre encontraba la manera de ayudar, sin importar cuánto insistiera en que no era necesario.
—Lo sé, pero no tienes que preocuparte por esto. Eres un niño, deberías estar jugando con los demás.
Phil dejó la manta sobre la mesa y se cruzó de brazos con una determinación que le recordó aún más a sí misma cuando tenía su edad.
—Pero si no te ayudo, te vas a cansar más rápido. Y si te cansas demasiado, ¿quién nos va a cuidar?
Haruko sintió un leve nudo en la garganta. A veces olvidaba lo perceptivo que podía ser Phil. Él notaba cuando algo no estaba bien, cuando ella se sentía abrumada, aunque intentara ocultarlo.
—No tienes que cargar con esas cosas, Phil —murmuró, acercándose para posar una mano en su cabeza y despeinarlo suavemente—. Yo estoy aquí para eso.
Phil bajó un poco la mirada, pero no dijo nada. Haruko se arrodilló frente a él, buscando sus ojos con ternura.
—Eres increíble, ¿lo sabías? Siempre piensas en los demás antes que en ti mismo.
Phil esbozó una pequeña sonrisa, pero su expresión no dejó de ser seria.
—Tú también lo haces, Haruko-nii.
Ella sintió que su corazón se apretaba. Quería decirle tantas cosas, explicarle que el mundo no era justo, que ella no quería que él terminara como ella, que no quería que sintiera esa carga en sus pequeños hombros. Pero al mismo tiempo, sabía que no podía cambiar quién era Phil. Él era así por naturaleza, y por más que intentara protegerlo de esa responsabilidad, él la tomaría de todos modos.
Haruko suspiró de nuevo y, sin decir más, lo abrazó con firmeza. Phil se quedó quieto por un momento antes de corresponder al abrazo con la misma calidez.
—Prométeme que, al menos por hoy, vas a descansar un poco. ¿Sí?
Phil asintió con la cabeza contra su hombro.
—Está bien. Pero solo si tú también descansas.
Haruko soltó una risa suave y revolvió su cabello una vez más antes de separarse.
—Trato hecho. Ahora ve con los demás. Yo termino aquí.
Phil la miró un momento más, como si dudara en dejarla sola, pero finalmente asintió y salió corriendo hacia los otros niños.
Haruko se quedó ahí, viendo su pequeña figura alejarse, sintiendo en el pecho ese mismo peso de siempre. Sabía que, con el tiempo, Phil crecería y empezaría a comprender la verdad por sí mismo. Pero mientras pudiera, mientras estuviera bajo su cuidado, Haruko haría todo lo posible por darle algo parecido a una infancia.
Aunque fuera solo por un tiempo.
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