Los Reinhart son parte de las familias más poderosas del mundo mágico. Su hija menor Elizabeth Reinhart, tiene las expectativas de los magos y brujas muy altas, quienes ansiosos esperan que tenga la edad suficiente, para que deje huella en la histor...
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Luego de que la profesora McGonagall entregará los horarios a los alumnos de Gryffindor. Los cuatro abandonamos el castillo, para ir a los invernaderos.
Llegamos luego de cruzar la huerta, y el resto de la clase estaba congregada en la puerta esperando a la profesora Sprout. Segundos después, se acercaba en compañía de Gilderoy Lockhart.
—¡Hola, qué hay! —saludó Lockhart, sonriendo al grupo de estudiantes—. Estaba explicando a la profesora Sprout la manera en que hay que curar a un sauce boxeador. ¡Pero no quiero que penséis que sé más que ella de botánica! Lo que pasa es que en mis viajes me he encontrado varias de estas especies exóticas y...
—¡Hoy iremos al Invernadero 3, muchachos! —dijo la profesora Sprout, que parecía claramente disgustada, lo cual no concordaba en absoluto con el buen humor habitual en ella.
Se oyeron murmullos de interés. En el Invernadero 3 había plantas mucho más interesantes y peligrosas. La profesora Sprout cogió una llave grande que llevaba en el cinto y abrió con ella la puerta. Al estar justo al lado de la puert, pude percibir el olor a tierra húmeda y flores.
La profesora Sprout estaba en el centro del invernadero, detrás de una mesa montada sobre caballetes. Sobre la mesa había unas veinte orejeras.
—Hoy nos vamos a dedicar a replantar mandrágoras. Veamos, ¿quién me puede decir qué propiedades tiene la mandrágora?
Sin que nadie se sorprendiera, Hermione fue la primera en alzar la mano.
—La mandrágora, o mandrágula, es un reconstituyente muy eficaz —dijo Hermione en un tono que daba la impresión, como de costumbre, de que se había tragado el libro de texto—. Se utiliza para volver a su estado original a la gente que ha sido transformada o encantada.
—Excelente, diez puntos para Gryffindor —dijo la profesora Sprout—. La mandrágora es un ingrediente esencial en muchos antídotos. Pero, sin embargo, también es peligrosa. ¿Quién me puede decir por qué?
Al levantar de nuevo velozmente la mano, Hermione casi se lleva por delante las gafas de Harry.
—El llanto de la mandrágora es fatal para quien lo oye —dijo Hermione instantáneamente.
—Exacto. Otros diez puntos —dijo la profesora Sprout—. Bueno, las mandrágoras que tenemos aquí son todavía muy jóvenes.
—Coloquensen unas orejeras cada uno —dijo la profesora Sprout—. Cuando les diga que se las pongan, asegurense de que sus oídos queden completamente tapados.