抖阴社区

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El cielo de la tarde se había teñido de tonos anaranjados cuando Delfina terminó su discurso. Después de las fotos, los abrazos y las felicitaciones, la noche cayó rápido sobre todos los soñadores.

La casa de Delfina los esperaba con las puertas abiertas. Era una construcción moderna, con paredes blancas, grandes ventanales y detalles artísticos por todos lados. Parecía más una galería de arte que una casa, con cuadros vibrantes y estanterías repletas de libros.

— Esta va a ser su casa por los próximos meses — dijo Delfina con una sonrisa, caminando por el hall con pasos elegantes —. Espero que la sientan como tal.

Pilar caminaba con su valija rosa detrás de Única y Alaska, que hablaban entre susurros. La cabeza le latía del cansancio, pero la emoción no la dejaba pensar en otra cosa que no fuera el hecho de que... estaba ahí.

Era real.

Cuando subieron al segundo piso, se encontraron con una habitación amplia, con cinco camas perfectamente acomodadas, una al lado de la otra. Las paredes tenían murales abstractos y las ventanas daban a un patio con luces colgantes.

— Esto parece sacado de una peli indie — murmuró Mei, dejando su bolso en la cama más cercana a la ventana.

— Si no fuera porque vamos a tener que matarnos ensayando, diría que es un sueño — agregó Zeki, dejándose caer de espaldas en otra cama.

Pilar caminó hasta la cama del medio y dejó su valija con cuidado. Pasó la mano por las sábanas blancas, como si necesitara tocarlo para convencerse de que no estaba soñando.

— Bueno, al menos la vista está linda — comentó Alaska, apoyándose en el marco de la ventana.

— Más que linda... es perfecta — susurró Pilar, con los ojos clavados en el cielo estrellado.

La pelicastaña suspiró, intentando calmar los nervios que todavía le bailaban en el estómago. Sabía que esa noche no iba a pegar un ojo. Había cumplido el sueño por el que había trabajado toda su vida... pero ahora venía la parte más difícil: demostrar que merecía estar ahí.

— ¿Quién quiere ser mi compañere de insomnio? — preguntó Zeki, levantando la cabeza con una sonrisa.

— Yo ya estoy muerta — dijo Mei, tirándose en su cama.

— Paso — dijo Única, mientras sacaba una libreta y se ponía a escribir algo.

— Yo tampoco... — murmuró Alaska con una mueca.

Pilar sonrió para sí misma.

— Yo — dijo de repente, sin pensarlo demasiado.

Zeki se giró sorprendido, con una ceja levantada.

— ¿Vos, Pilu?

— si pero solo un rato — contestó ella automáticamente, aunque esta vez con una sonrisa divertida.

— Bueno — insistió Zeki, con esa chispa que lo caracterizaba —. A las tres en el patio, ¿trato hecho?

— Hecho.

La casa estaba envuelta en un silencio suave, solo interrumpido por alguna risa lejana o el crujido de las maderas. Las luces del pasillo estaban apagadas, dejando apenas una luz tenue que se filtraba por la ventana.

Pilar miraba el techo sin poder dormir. Sentía los latidos del corazón en la garganta, todavía con la emoción a flor de piel. No podía dejar de pensar en todo lo que había pasado en el día: la audición, quedar seleccionada, la mirada intensa de Rey, el abrazo de su mamá al felicitarla.

Como me pudo pasarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora