Ryujin y Yuna llegaron a casa después de clases, encontrando la cocina tranquila y soleada. El padre de Ryujin aún estaba en el trabajo, y Jeongin tenía sus clases de piano vespertinas, así que solo la madre de Ryujin las recibió con la mesa puesta y el almuerzo caliente.
— Siéntense —dijo la señora Shin, sirviendo el arroz mientras ellas ocupaban sus lugares—. Comeremos solo nosotras hoy.
El aroma del kimchi fresco y la sopa de doenjangjigae llenaba el aire, pero la tranquilidad no duró mucho.
— Entonces —comenzó la madre de Ryujin, pasándole un plato de banchan a Yuna—. ¿Cómo van esas marcas que dejaste en mi hija?
Yuna casi suelta los palillos.
— Yo no... No sé a qué se refiere, señora —murmuró, clavando la mirada en su tazón como si la sopa fuera la culpable de todo.
Ryujin, en cambio, sonrió y siguió comiendo como si nada, disfrutando cada segundo del tormento de Yuna.
— Mamá, no la presiones —dijo, aunque sin hacer nada para cambiar el tema—. Ya sabes que Yuna es tímida.
— ¿Tímida? —la madre alzó una ceja, señalando con su palillo los arañazos aún visibles en el cuello de Ryujin—. Los gatos callejeros dejan menos rastro.
Yuna se hundió en su silla, sintiendo que el calor de su vergüenza podía derretir el hielo de su agua.
— Fue sin querer... —mintió, sabiendo que nadie le creería.
— Bueno —la señora Shin tomó un sorbo de té—. Cuando quieras aprender a hacerlo sin dejar evidencia, solo avísame.
Ryujin soltó una carcajada, mientras Yuna consideraba seriamente desaparecer bajo la mesa.
Yuna, aún con las mejillas ardientes, alzó la vista con una sonrisa tímida pero picara.
— No sabía que una alfa tan grande y fuerte como Ryujin le cuenta todo a su mami —dijo, jugando con los granos de arroz en su tazón—. ¿También le avisa cuando le duele la pancita después de comer mucho?
La madre de Ryujin soltó una carcajada inesperada, casi atragantándose con su té.
— ¡Ay, esta omega sí tiene carácter! —dijo, limpiándose una lágrima de risa—. Pero bueno, ya que estamos...
Y sin previo aviso, comenzó la charla.
— Verán, en mis tiempos las cosas eran diferentes. Una omega no solo marcaba, reclamaba. Y una alfa que se respetara, aguantaba sin quejarse con su madre —miró a Ryujin con complicidad—. Pero también aprendíamos a ser creativas. ¿Sabían que un mordisco en el hombro duele igual pero no se ve con blusas de tirantes?
Ryujin dejó los palillos, horrorizada.
— ¡Mamá!
— ¿Qué? —la señora Shin sirvió más té, disfrutando del pánico en los ojos de ambas—. Si van a jugar a los salvajes, al menos háganlo con estilo. Y Yuna... —le guiñó un ojo—, la próxima vez usa aceite de coco en las uñas. Desinfecta y hace resbalar a las alfas presumidas.
Ryujin, con los ojos brillando de indignación, dejó los palillos con un golpe seco.
— ¡Mamá, no digas mentiras! —protestó, señalando a su padre ausente como prueba—. Papá es un alfa de verdad, de los que saben mandar. Él siempre me ha dicho que las alfas dominan, que protegen, que—
Su madre la interrumpió con una risa burlona.
— Ah, ¿sí? ¿Y por qué crees que tu padre siempre lava los platos después de que yo cocino? ¿O por qué duerme del lado izquierdo de la cama, justo donde no le da el sol de la mañana? —hizo una pausa dramática—. Porque este alfa innato aprendió hace treinta años que mi comodidad es su prioridad.

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Predestinada
Fanfiction(Omegaverse) g!p Ryujin es una alfa muy codiciada, pero su loba aún no ha encontrado a su omega predestinada. A través de ciertos errores y aventuras, hallará a la mujer de su vida y procurará protegerla con su vida.