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FIA

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My pilot

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El comedor del paddock era amplio, con mesas pulcras, manteles blancos, comida cuidadosamente presentada en estaciones estilo buffet y un olor que combinaba café recién hecho con especias italianas. Indy entró caminando con paso seguro, su estilo inconfundible destacando incluso entre tantos rostros importantes.

Escaneó la sala con la mirada. No tardó mucho en encontrar a Toto sentado cerca de una de las ventanas, conversando tranquilamente con Sebastian Vettel. Ambos reían de forma relajada, cada uno con una copa de agua frente a sí. Toto, con su habitual porte impecable, estaba sin chaqueta pero con camisa blanca arremangada, y el cabello perfectamente peinado hacia atrás.

Indy se acercó. Sus botas resonaron ligeramente en el suelo de mármol. En cuanto llegó a la mesa, Sebastian fue el primero en notarla.

—Indigo Böhem —la saludó con una sonrisa encantadora—. Otra vez.

—Sebastian —respondió ella con un leve asentimiento, sin quitarle los ojos de encima a Toto.

El austriaco se levantó inmediatamente, colocándose al lado de ella. Su estatura imponía incluso en un lugar lleno de figuras importantes. Le dio un beso en la mejilla, suave, en público pero con ese aire de intimidad que solo ellos sabían leer.

—Estás hermosa —le murmuró con suavidad, sólo para ella.

—Gracias —susurró ella de vuelta.

Sebastian los miró alternando la mirada entre uno y otro.

—Vaya… ¿de qué me perdí?

Toto le lanzó una mirada tan sutil como cortante, una especie de "retírate con elegancia" que no necesitaba palabras.

Sebastian levantó las manos teatralmente.

—Okay, okay… veo que la mesa cambió de energía.

Se levantó y fue a sentarse justo al frente de ellos mientras Toto, con un gesto suave y caballeroso, guió a Indy a sentarse a su lado.

—¿Tienes hambre? —le preguntó Toto, observándola con una mezcla de ternura y análisis, como siempre hacía.

Indy negó ligeramente con la cabeza, aunque en realidad el estómago le rugía. El ajetreo del día apenas le había permitido tomarse los dos cafés que Agus le había traído.

—No mucho. Estoy un poco cargada —murmuró.

Toto no dijo nada, simplemente giró su plato hacia el centro de la mesa, con la mitad de su porción aún caliente. Luego, colocó un segundo tenedor entre ellos, dejándoselo discretamente a su lado, como si ya supiera que terminaría comiendo.

—Come algo —dijo sin mirarla, como quien da una orden dulce, tranquila y familiar.

Ella lo miró de reojo, tomó el tenedor con una sonrisita ladina y se sirvió un poco del risotto del plato de Toto.

—Gracias.

—De nada, Löwin.

Sebastian los observaba con una mezcla de sorpresa y diversión.

A Man ?| Toto Wolff |?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora