Ты не смотришь (Tú no miras)

Rory-

La alarma sonó con su molestoso pitido. Mi mano fue directa al botón de apagado, sin energía, como si no tuviera fuerzas para hacer nada más que seguir con lo que me esperaba. Me quedé unos segundos mirando al techo, el mismo techo blanco que había visto cientos de veces, mientras mi mente ya comenzaba a prepararse para lo que vendría.

—Otro día de mierda —exhalé.

Último año en St. Valière Academy. Para la mayoría de los estudiantes, esto significaba fiestas, diversión, el último respiro de libertad antes de enfrentarse al mundo real. Pero para mí, no era más que trabajo. Y sí, no estaría mal si al menos me pagaran... pero no. Mi vida no era tan sencilla como la de los demás.

Me levanté de la cama con un suspiro que apenas se escuchó en la habitación vacía. La única compañía que tenía era el ruido de mi respiración, el silencio profundo que llenaba la habitación cada mañana. Como siempre, la misión era clara: espiar al director, acceder a sus archivos, saber qué estaba tramando, qué planes tenía. Nada de lo que hacía era por voluntad propia, obviamente. ¿A mí qué me importa un señor de sesenta y pico años con sobrepeso? Hago esto por mi padre. Él me había dejado claro desde pequeña que no importaba lo que yo quisiera. Solo importaba lo que él necesitaba.

Cambiando de tema... no sé de quién saqué mi hermosa amabilidad y humildad. Ni mi padre ni mi madre son así. Me pregunto cuándo comenzaron a ser así de idiotas, pero no. Ellos siempre han sido así. Al menos, cuando estamos solos. Porque cuando estamos en una reunión, soy su hija amada.

Me dirijo al baño, pero antes de siquiera llegar a la puerta, otra alarma suena.

—Qué fastidio, de verdad...

Camino hacia la mesita de noche y tomo las tres píldoras que reposan ahí. Me las trago de una. Sí, tengo una alarma que suena si no tomo mis pastillas. O bueno, más bien, es la alarma de mi padre.

El grito de mi madre suena hasta mi cuarto.

—¡Дура! —grita la mujer pelirroja de 40 años.

—¡Voy bajando! —respondo.

—¿Cómo es posible que estés en esas fachas, niña? ¿Que tú no vas a la escuela? —pregunta con asco.

—Wow, sabes que voy a la escuela —le digo con sarcasmo—. Si ya sabes una cosa, ¿por qué no dos? Mis clases comienzan a las 9 y son las 7.

—Como sea —escupe con molestia—. Pasaré por ti a las 4 p.m. Hoy tienes una sesión de fotos, y quiero que todo esté perfecto. ¿Comprendes lo que te digo?

—Escucha, Ammely, lo que te diré es un poco fuerte, así que agárrate —me inclino hacia su oído—. No. No podré ir a tu magnifica sesión.

La miro directo a los ojos. Me encanta cuando las personas pierden el control.

—Глупая девчонка, кем ты себя возомнила? —me empuja a un lado sin lograr moverme y se levanta—. Ya te dije lo que harás, y no puedes negarte.

Y con eso se va directo hacia la salida, azotando la puerta al salir.

—Qué chillona, huevos... Tengo que ir a la escuela.

Subo, me baño, me pongo el uniforme y salgo de la casa. Pasa por mí el hijo del amigo de mi padre. Lo conozco desde hace ya rato, ya que nuestras familias quieren un matrimonio. Su nombre es Dimitri Volkov. El tipo es pálido, tiene ojos grises y siempre lleva el cabello peinado hacia atrás. Es el niño problema de nuestra institución y tiene fama de follarse a todas.