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ɴᴀʀʀᴀ sᴏɴɪᴄ:

Habían pasado siete años desde aquella primera vez que la tome de la mano.
Siete años de risas, carreras, besos robados entre batallas, promesas bajo la luna... y una calma que nunca pensé que encontraría.

Pero últimamente, esa calma se había vuelto frágil.

Desde que tengo memoria, siempre estuve corriendo. Huyendo, buscando, salvando el mundo... pero contigo fue distinto.

Contigo, por primera vez, no tuve prisa.

Estuvimos juntos por tantos años, aunque para mí... se sintieron como segundos. Siete años de verte despertar, de pelear por quién cocinaba (y perder siempre), de pequeños besos entre misiones, de correr contigo, no delante, sino a mi lado.

Y entonces... comenzaste a cambiar.

Dormías más. Te reías menos. Y aunque lo disimulabas, tus manos temblaban cuando pensabas que no te miraba.
Yo fingía que no me daba cuenta... pero cada noche me quedaba despierto, mirando cómo respirabas, rogando que no te desvanecieras.

Y un día... lo hiciste.

Caíste. Justo frente a mí. Como si el tiempo me dijera "ni tú puedes ganar esta carrera". Mis manos temblaban, tu piel estaba pálida, y por primera vez en años... sentí miedo.

Te llevé al hospital en menos de un minuto. Te apreté tan fuerte que creí que podía devolverte la fuerza con mis latidos. Mis brazos aferrados a tu cuerpo como si pudiera evitar que el tiempo te tocara.

Pero no fue suficiente. 

El doctor fue directo.

—Lo siento, Sonic... es una enfermedad degenerativa avanzada. No tiene cura.

Eso dijo el doctor. Yo apenas lo escuchaba. Solo podía verte. Dormida. Pálida. Lejana. Y yo ahí... sin poder hacer nada.

Todo el mundo se detuvo. No las batallas. No los enemigos. ni ningún caos.
Solo eso: la realidad.

— ¿Cuánto tiempo? —pregunte, con un gran miedo en mi alma

— Semanas... tal vez días. — 

Esas fueron las palabras mas dolorosas de mi vida, como si una puñalada fuera clavada en mi pecho..

Pero no me enojé contigo. ¿Cómo iba a hacerlo?
Sabía que lo ocultaste porque me conoces. Porque sabías que si me lo decías antes, no te habría dejado dar un solo paso sin cargar contigo.

— No quiero que me recuerdes en un hospital..

Sonreí, y por primera vez, no fue una sonrisa veloz... sino firme, real.