¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
song Street - Doja Cat
Tailandia nos había recibido con un día hermoso. Pero la tensión con Giuliano era lo contrario a un día hermoso. Apenas entramos a la cabaña, tira la valija en el piso, sin importarle que adentro estén mis productos para el pelo. Hace un día estábamos en otro país, disfrutando del mundial de clubes. Lamentablemente el atlético de Madrid quedó eliminado por el psg. Los argentinos que juegan en el club, decidieron planear una escapadita antes de volver a la jornada.
—Calmate un poco, amor.— me acerco de atrás, pasando mi mano por su espalda, buscando consolarlo o mas bien, calmarlo.
—Vos no entendes nada. Seguro que estás más que feliz de estar acá.— se aleja de mi tacto. Sus palabras son crudas. Mi pecho se presiona del dolor.
Otra vez me trata de interesada.
—Vine porque vos y tus amigos organizaron esto. No es mi culpa que tu equipo haya quedado eliminado, es parte del futbol, Giuliano. Vos más que yo deberías saberlo.— me observa desde lo lejos, sus ojos están inyectados de enojo. No me muevo, no me intimida para nada. Es más, me agota siempre andar atrás de él cuando su equipo fracasa.
Le doy la espalda. Abro la valija, buscando las bikinis que empaqué. No planeo quedarme encerrada y de mal humor. Agarro la primera que encuentro, total todas las que traje son mis favoritas. Me encamino al baño, cerrando la puerta detrás de mi. Suspiro agotada, últimamente pelear con él me convence que esta relación se está yendo a la mierda. Entre mis pensamientos y posibles escenarios de peleas, me termino de poner la bikini. Me miro en el espejo, me aseguro que está bien puesta y salgo.
—¿Vas a salir así?— pregunta con descaro en su voz.
—Si. Voy a la playa, no a misa.— salgo por el balcón de la cabaña, bajo las escaleras hasta que mis pies pisan la arena.
El cielo se torna naranja, el sol se está escondiendo y se refleja en el mar. Estoy maravillada con la vista, mis ojos brillan ante la presencia de los colores. Camino lejos de las cabañas, acercándome a unas reposeras, cercas del mar. Me siento, buscando relajarme y pensar en lo que acaba de pasar con mi novio. Últimamente es una constante de peleas, nunca encontramos un punto de equilibrio.
No hay mucha gente, la mayoría se están yendo, otros se ríen de las conversaciones que tienen. Mi mente se concentra tanto que ni me inmuto al percibir una presencia a mi lado. Me doy cuenta cuando habla, provocando una sonrisa interna en mi.
—¿Problemas en el paraíso?— mi vista sigue fija en el atardecer. No lo quiero mirar, pero termino tentándome y la vista de ahora no se compara con nada. Está con un short negro, sin remera y unos anteojos, su sonrisa burlona se asoma.