Dangerous |Harry Styles|

HARRY

Pertenezco a una de las bandas de ladrones más buscadas por la policía en estos momentos, me dedico a atracar los mejores bancos de Londres, y últimamente hemos tenido demasiadas órdenes de parte de mi nuestro jefe.

Soy Harry Styles, tengo veintidós años, y no tengo nada más que decir, nadie me ha preguntado nunca las típicas preguntas de cómo soy, qué quiero ser de mayor o qué quiero estudiar cuando vaya a la universidad. No he tenido una adolescencia bonita como los demás pueden haber tenido, a nadie le hubiera gustado estar en mi pellejo.

Mis compañeros tienen más experiencia en esto, ellos asesinan a quien se les ponga de por medio si no pueden realizar su trabajo con el mayor éxito posible y como dicen ellos; son profesionales. Una noche maté a mi padre, no fue mi intención hacerlo, siempre teníamos esas discusiones, pero creo que ese día llegué a mi límite. No soportaba que me dijese que soy un inútil, que no sirvo para nada. Siempre vivía diciéndome que no valía, que hubiera sido mejor que no hubiera nacido en este mundo, vivía para hecharme toda la mierda encima, entonces me escapé esa misma noche de mi casa para irme lejos y llevo viviendo cuatro años solo. Cuatro años siendo un hombre peligroso que vaga por Londres en busca de dinero para los que trabajo.

Cuatro años robando.

No tengo a nadie más en mi vida.

Estoy solo.

-No te mereces ser mi hijo Harry Edward Styles -me dijo con todo el ceño fruncido agarrándome por los hombros bruscamente-. Eres un idiota para todo y no llegarás a nada en esta vida -habló entre dientes-. Ojalá no fueses mi hijo -soltó de repente.

-¡Cállate! ¡Cállate hijo de puta! -grité con toda mi furia llevándolo hacia una de las paredes de alrededor de casa golpeando su cabeza contra esta varias veces. Lo estrellé tantas veces que hasta empezó a sangrar.

-¡Maldito idiota! -me gritó con las fuerzas que le quedaban.

Hice mi mano en un puño y empecé a darle golpes, él me imitaba dándome golpes en el estómago y cara. Hasta que cogí un jarrón de cerámica y... se lo estampé en toda la cabeza sangrando ya por completo. Estaba asustado, sólo tenía 18 años. Cogí su cabeza dándole pequeños golpes intentando que se despertará, pero era demasiado tarde. Murió. Tenía las manos ensangrentadas, tenía ganas de llorar, sacar todo lo que tenía dentro en ese momento. Mi madre en ese momento entró y se tiró al suelo junto a este.

-¡Oh por Dios! ¡Des! -chilló tirándose al suelo al lado del cuerpo- ¡Harry! -me llamó- ¿¡que hiciste!?-gritó.

-M-Mamá yo... -dije con la voz quebrada.

-¡Vete de esta casa! -volvió a gritarme todavía más enfadada- ¡Eres un maldito asesino! ¡Lárgate!

-Pero mamá... Él, m-me d-decía... -intenté explicarle, pero ella no me dejaba decir ni una palabra más.

-Si no te vas llamaré a la policia -amenazó-. No me hagas llamar Harry.

Me quedé en mi sitio, pensando en lo que tenía que hacer. Si me quedaba sería peor, entonces salí corriendo de esa casa para nunca más volver. Ese día, decidí nunca más confiar en nadie. En volver a creer a nadie. Mientras caminaba sin rumbo a media noche, un tipo grande me vió y se acercó a mi a paso lento. No veía su cara, pero juraría que tenía el brazo izquierdo lleno de tatuajes.

-¿Que ha pasado contigo chico? -sonrió como burlándose de mí, en su ceja derecha adornaba un aro en esta, era medio calvo y con una grave voz. Cada vez se iba hacercándo más a mi-. Tus manos -comentó.