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42 | Interrogatorio.

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Había aceptado la invitación de Viviana de ir al centro comercial. César había cedido finalmente, aunque a regañadientes y había prometido no aparecerse tempestivamente como sabía hacerlo cuando yo estaba con alguien.

Me arreglé tan rápido como me fue posible y partí en una de las camionetas hacia el centro comercial donde Viviana esperaba por mí. Estaba en parte nerviosa, porque sabía lo peligroso que podía llegar a ser, pero una parte de mí me gritaba que todo iba a estar bien si ese hombre que iba a mi lado, estaba dispuesto a dejar su vida para protegerme.

Cuando llegamos, una hora más temprano de lo planeado con Viviana; César y yo estuvimos dando vueltas en todas partes, según él, "familiarizándonos" con el ambiente. No sabía bien qué íbamos a ganar con ello, pero supuse que, si César me decía que lo hiciera, yo seguro que lo haría.

César hizo algunos comentarios despectivos acerca de los guardias de seguridad del centro comercial y dijo uno que otro chiste sobre los ciudadanos comunes que comían o compraban ropa. Él había tenido que entrar por la bodega, ya que era el único lugar donde las puertas no tenían detector de armas.

Después de ver dos o tres policías rondando el centro comercial, tuvimos que salir. Tomé asiento en una banca de parque y aguardé a que César fuera a comprar algo de tomar. Estaba alerta a lo que fuera y se sentía horrible no vivir confiada, porque esa era mi anterior vida.

Y la extrañaba mucho.

Cuando César avanzaba hacia mi posición, un hombre uniformado de verde se situó frente mi campo visual y mi escolta cambió su gesto, para ocultarse en un local. Estaba sola, sin saber bien qué decirle a lo que el policía me preguntara. Él llevaba la cabeza gacha, anotando algo en un pequeño block que sostenía con fuerza.

Una vez terminó, él levantó la vista y me detalló.

— ¿Es usted Vanesa Jaramillo?

Sus mejillas estaban coloradas por el calor que hacía. Asentí, sin quitar mi mirada de sus ojos color verde pardo. Él recibió un mensaje en su teléfono y respondió, tarareando una canción. Llevaba la gorra de la policía hacia atrás y su placa resplandeció por el sol y me iluminó el rostro.

—Hemos estado buscándola hace mucho tiempo. –Comentó, meneando la cabeza y con el indicio de una risa. Como si no pudiera creerlo.

— ¿Para qué?—Inquirí, mirando a César tomarse mi limonada. Pasé mi dedo índice por la garganta, amenazándolo por tomarse mi limonada y él rió.

—Para que responda algunas preguntas acerca de la desaparición de Carolina Rockfeller. –Respondió, guardando su teléfono y prestándome la máxima atención. Cuando sus ojos se enfocaron por completo en mí, pensé que preferiría que siguiera en el teléfono, ya que su mirada era intimidante.

Como yo no dije nada, sino que le sostuve la mirada, él estrechó los ojos y luego sonrió sin dejar ver sus dientes. Me parecía un comportamiento extraño, pero por raro que fuera, disfrutaba de la sensación de tener a alguien de la ley, cerca de mí.

Relacioné la sensación con la de tener a César cerca y mis emociones chocaron estrepitosamente. No sabía bien por cuál decidirme. La policía me brindaba seguridad y además en teoría, era el bando correcto. Así que suspiré agotada mentalmente y arqueé las cejas mirando sus botas negras.

— ¿Por qué no denunció la desaparición de su compañera de casa y de trabajo?

—No sé en qué podría estar metida ella, no quería tener problemas con la ley. –Respondí de inmediato, insegura de mi respuesta. Él se acomodó la gorra y suspiró, sentándose en la banca junto a mí. Eso significaba que no planeaba irse rápido.

SANGRE Y P?LVORA │COMPLETA │ #PGP2025Donde viven las historias. Descúbrelo ahora