No sabía cómo reaccionar, no sabía qué hacer. Mi cuerpo estaba tieso como una roca y mi mente desenchufada. Solo era capaz de ver la escena como un completo idiota, sin poder moverme ni siquiera un centímetro.
–Fiorelha... –balbuceé con lágrimas en los ojos. Mi voz sonaba ronca y ardía al pronunciar cada palabra–. Fiorelha... –repetí–. ¡Fiorelha! –Pude reaccionar finalmente. Rugí como un desquiciado y me bajé del montículo de rocas de un solo salto. Corrí a gran velocidad hasta la puerta del departamento y traté de tumbarla como mejor podía.
Embestí con la ayuda de mi cuerpo pero era inútil, no soy tan fuerte que digamos. La desesperación me estaba dominando y no me dejaba pensar con tranquilidad. Intenté con varias patadas pero la puerta no se inmutaba ni un poco.
La lluvia seguía cubriendo todo a su paso, mezclándose con mis lágrimas, como si estuviera llorando conmigo.
–¡Ayuda! ¡Por favor! –grité afligido–. ¡Qué alguien me ayude maldita sea! –chillaba con la voz rota. Logré llamar la atención de algunas personas de alrededor que al inicio me vieron como un lunático. Solo un par de hombres se acercaron para preguntar qué ocurría. –¡Mi amiga! ¡Está allí adentro inconsciente! –"¡Sí, por favor! ¡Qué solo sea un inofensivo desmayo..." Me engañaba a mí mismo–. ¡Ayúdenme, por favor! –lloré desconsoladamente.
Los dos tipos pusieron cara de espanto al ver mi desesperación. Uno de ellos, fornido y muy alto, buscó algo con que abrir la puerta de madera. Tomó una gran roca que en sus gigantescas manos parecía un diminuto grano.
–Apártate, muchacho –Me ordenó. Obedecí sin pestañear. El sujeto alzó sus brazos con la enorme piedra y le dio un potente golpe a la manija de la puerta, despedazándola al instante. Una pequeña abertura apareció y el portón se deslizó con delicadeza, abriéndose ante nosotros.
–¡Fiorelha! –chillé, entrando al departamento con una velocidad sobrehumana. Me abrí paso hasta la sala, llegando donde estaba mi amiga y posicionándome a su lado.
Tomé su cabeza con sumo cuidado y lo deposité sobre mi regazo, tratando de descifrar lo que había ocurrido. Su cuerpo estaba demasiado pálido y sus manos frías. Tenía el rostro sereno, como si tan solo estuviera durmiendo. Desvié la mirada hacia una de sus manos, donde noté provenía la sangre que la manchaba. Tenía varias cortaduras en el brazo, desde la muñeca hasta la parte anterior del codo. El líquido rojo bañaba su cuerpo y se esparcía por el suelo en pequeñas gotas, creando una dramática atmósfera.
–¡Llamen a una ambulancia, por favor! –pedí llorando.
–¿Qué ha pasado? –preguntó el tipo fornido con la mano en la boca. Noté por el rabillo del ojo que el otro sujeto, algo bajito y gordete, marcaba desde su teléfono celular.
–No lo sé... –respondí con sinceridad–. No lo sé... –Me lamenté con el alma destrozada.
–¡Listo! –informó el pequeño hombre–. La ambulancia estará aquí en cinco minutos.
–¿¡Tanto!? –reproché.
–Lo siento –Se encogió de hombros con la cara arrugada.
–¿¡Qué pasa si ella...!? –enmudecí. No pude continuar.
–¿Le has tomado el pulso? –preguntó el robusto sujeto.
–¿Pulso? ¿Qué quieres decir...? –balbuceé. Él desvió la mirada con tristeza en su rostro.
–Solo tómale el pulso –refutó, colocándose al lado mío. Tomó el brazo derecho de Fiorelha y puso dos de sus dedos en su muñeca.
–¿Y bien? –preguntó el otro tipo con curiosidad. No hubo respuesta por parte del médico improvisado. Se limitó a dejar el brazo de mi amiga y esta vez intentó tomarle el pulso del cuello.

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Without Colors
Teen Fiction?Cómo reaccionarías si te informaran que tu vida se ha convertido en un cronómetro con una efímera cuenta regresiva? ?Y si ese cronómetro marcara tan solo 3 meses...? ?Cómo conllevarías con la noticia de que tu corazón es tan frágil como una diminut...