Project Powerpuff: One-Shots

· Las Powerpuff Girls y sus personajes NO me pertenecen.
· Escribo esto con el fin de entretener.
· Nota: Esta historieta tiene lugar allá por el año 1950.

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Quizás no sepa lo que quiero, pero sé que no quiero esto... no quiero un matrimonio sin amor. — Esas eran las primeras palabras que la chica rubia había dejado escritas en una breve nota dirigida a su familia. — Por esa razón he decidido marcharme. Lo siento y espero que me comprendáis. Con amor, Bubbles.

La joven de ojos azules vio en el reloj de números romanos de la pared que ya eran las casi las tres de la mañana. Colocó la carta en un lugar visible, justo encima de la mesa, cogió su pequeña maleta marrón y se dirigió hacia la puerta. Quería salir antes, pero las tres sirvientas que trabajaban en la casa no se iban a dormir antes de la una de la madrugada, y hasta hacía un rato había podido escuchar sus risas desde el cuarto donde dormían.

Abrió y cerró la puerta intentando hacer el mínimo ruido posible y, una vez fuera, empezó a andar en dirección a la estación de tren. Las calles oscuras le daban miedo, pero hizo de tripas corazón, aceleró el paso e ignoró los ruidos que se escuchaban de vez en cuando.

Estaba segura de que oía unos pasos siguiéndola, aunque no se atrevía a mirar atrás. Por suerte, la estación de trenes no se encontraba muy lejos de la calle donde vivía y, en cuanto vislumbró la silueta del edificio, echó a correr hacia allí. No se detuvo hasta que cruzó la puerta de entrada y su corazón se tranquilizó al ver que había unas cuantas personas dentro, además de un guardia de seguridad.

Entonces se dio cuenta de que tenía un pequeño problema... no tenía un plan; quería coger un tren e irse lo más lejos posible de la ciudad, pero no sabía adónde ir. Y a esas horas no había muchos trenes. Se acercó al vigilante de guardia y carraspeó para aclararse la voz.

— Disculpe, ¿sabe adónde se dirigen los próximos trenes que...?

— Señorita, solo hay un tren que pasa por aquí de noche y llegará en media hora — la informó el hombre, que parecía algo cansado. — Los próximos trenes, en plular, no llegan ni salen de aquí hasta las ocho de la mañana.

— ¿Y adónde se dirige ese tren?

— Al norte, a la ciudad de Townsville.

Bubbles se quedó pensando en la información que acababa de recibir. No estaba muy segura de dónde estaba exactamente esa ciudad, pero no tenía muchas opciones. No podía quedarse allí hasta la mañana porque la encontrarían, y tampoco quería regresar a su casa.

— ¿Sabe usted si estoy a tiempo de conseguir un billete?

— Por supuesto, la ventanilla de venta de billetes no cierra.

— Gracias.

La rubia se adentró por un pasillo y no tardó en encontrar la ventanilla que andaba buscando. Al otro lado del cristal sucio, un hombre con barba parecía estar haciendo un enorme esfuerzo por no quedarse dormido.

— Buenas noches, me gustaría comprar un billete para el tren que va a Townsville.

— Un momento... — el tipo se removió en su asiento, bostezó, se inclinó hacia la izquierda para coger algo, pero se le cerraron los ojos y se quedó así, con el brazo como almohada.

— Disculpe — le llamó la chica al oír que el tipo empezaba a roncar. — ¡Disculpe! — repitió en voz alta consiguiendo sobresaltar al hombre, que miró a su alrededor con los ojos muy abiertos. Luego miró de nuevo a la chica, esperando que le dijera lo que quería.