Un año después
Por fin las actividades habían dado fin, pronto el reino quedaría a su cargo y tenía que comenzar tener la mente fría. Ahora podía levantarse más tarde, podía abrir sus ojos tranquilo sin nadie apresurarle golpeando su puerta constantemente, ahora lo único que le despertaba eran los inaudibles ronquidos de su castaño. Ese niño dulzón que se escabullía a su habitación por la noche y caía rendido en las sábanas envuelto en sus brazos, sin hablarse, sin murmurar sólo se miraban, se robaban besos en las mejillas y luego se deseaban las buenas noches. Todo en silencio, nadie podía saber que ese par dormía juntos, eran contra las reglas, pero MyungSoo quería tomar el riesgo si al final podía pasar más tiempo con su precioso bebé.
Pero no todo era color de rosa, aunque las clases terminarán con promedió profesional, todo digno de un buen rey, ahora tenía que ensayar su coronación. Faltaban un par de meses para qué cumpliera dieciocho años, las fiestas y eventos tradicionales comenzarían su inicio, todo tenía que estar perfecto, el único hijo de la alteza se convertiría en su nuevo líder.
Y allí estaba MyungSoo en el gran salón de fiesta, parado frente a su padre quien sostenía en sus manos una corona de plata, esperando que el cardenal terminará el discurso que YunHo recordaba hace años atrás. El azabache poseía una mueca en su rostro, estaba fastidiado y sus pies dolían de estar parado todo el día, no había desayunado y lo peor es que sus dientes no podían estar más apretados que nunca, ¿la razón? DongWoo, allí está el idiota coqueteando con SungYeol, dándole sonrisillas patéticas que no se comparaban nada con las que le daba el menor, hacía molestarle más porque su niño se sonrojaba o desviaba su hipnotizante mirada de su persona para colocarla en su primo.
—Joven MyungSoo, ponga atención— le reprocho el hombre de túnica blanca, propinándole un golpeó en la cabeza de MyungSoo con el pergamino.
La risilla de SungYeol se escuchó al fondo, el príncipe giro con la esperanza que el chiquitín le haya visto, pero no, SungYeol no se reía por que recibió un regaño si no porque DongWoo lo alzó del suelo, tomándolo por la cintura con sus sucias manos y el pequeño apoyándose de los hombros, ambos rostros estaban tan cercas, desde su propio lugar podía sentir las respiraciones mezclarse, la lujuria dilatar en esa mirada verdosa.
—Quiero detenerme— gruño el azebache.
—¿Por qué?— su padre dejo la corona sobre un cojín y se acercó a su hijo bajando los escalones de distancia, dejo caer su pesada mano en el hombro de MyungSoo, frunciendo su ceño por el extraño cambio de actitud.
—Llevamos haciendo esto toda la mañana, tengo cosas que hacer— cruzando de brazos el menor bufo, movió constantemente su pie derecho viendo como SungYeol rodeaba el cuello del chico.
—Eres predecible, hijo mío— el rey uso ese tono de voz burlón, palmeo la espalda del príncipe antes de asentir indicándole al anciano que era suficiente por hoy, recibiendo un resoplo.
MyungSoo camino dirección al par, sus pasos resonaban por todo el lugar. DongWoo miro a su primo acercarse, tomo privilegio de tener SungYeol dándole la espalda para sujetarse en las caderas del castaño, hundiendo un poco sus dedos y lo apretó, el pequeño dulzón jadeo ante la repentina acción, sus mejillas explotaron en un hermoso carmesí cuando el mayor dejo un duradero beso en la comisura de sus labios.
Oh MyungSoo, no es lo que parece.
DongWoo se alejó con un chasquido, sonrió sínico al alteza.
—Hola MyungSoo — fue lo que dijo, el niño en sus brazos miró atentamente el rostro de su moreno.
—Los veo luego— escupió girando en sus talones, salió por las grandes puertas azotándolas después, SungYeol chillo triste.
No hubo más, solo un simple "Los veo luego" que no fue cierto, el azabache desapareció del palacio como si la tierra se lo hubiera tragado, nadie sabía su paradero. SungYeol le busco con el corazón oprimido, no sabía porqué su moreno se fue sin dirigirle la palabra, las lágrimas se deslizaban por su cuello, había llorado mucho que las mejillas estaban hechas mar y no había más espacio para retenerlas allí. Sin mencionar que sus manos temblaban y tropiezos daba en busca del mayor, ahora era todo una brújula, se sabía en menos de un día la gran casa, de al derecho y al revés, pedía en chillidos al pelinegro que lo ayudase y la tranquilidad lo invadía en miseria cuando recibía un "No te preocupes, SungYeol, lo encontraré" pero lo que no sabía es que el joven de mirada verde no tenía compasión del pequeñín, no hacía nada por pedir ubicación del príncipe, DongWoo no era egoísta, bueno tal vez un poco pero es que quería por lo menos un poquito de atención del castañito, todo era para MyungSoo, para el alteza. Pero al final su alma se rompió y decidió buscar al demonio celoso que tiene como primo, ya que la noche había caído y SungYeol no dejaba de llorar, hasta la reina lo intentaba calmar más nada funcionaba, únicamente era MyungSoo el que podía.
—Cálmate, cariño— volvió a decir la mujer, acariciando la cabeza del pequeño que reposaba en su regazo, SungYeol negó rotundamente.
—MyungSoo, él ya no me quiere ¿verdad?— chilló tallando sus ojitos con el puño, lastimándose con fuerza. —¿Él también se irá como papá?— murmuró dejando helada a la madre, tragó saliva y lloro escandalosamente.
—No, no, SungYeol— le tomó por sus mejillas alzando su rostro, los ojitos rojos llenos de lágrimas hacían verle opaco su mirada, sin ese brilló especial que comenzó cuando niño, tampoco sus lunares plateados se iluminaban, todo del dulzón se había apagado. — MyungSoo volverá, lo prometo.
La mujer ya no sabía qué hacer, no había pensado que el reproche de su hijo fuera a dañar tanto al pequeño, ahora se daba cuenta de lo sensible que era, tan frágil e inocente.
SungYeol quedo dormido y DongWoo lo llevó hacia la habitación del azabache, sabía que esos dos dormían juntos, había sido el secreto que el chiquitín le confesó. Lo dejo con cuidado, arropándolo con las sabanas y salió sin hacer ruido. Por otra parte, MyungSoo decidió aparecer muy cómodo por una disculpa por parte de su primo, después de haberle hecho arrodillarse, pero luego su madre le dio un tremendo sermón sobre lo testarudo que era y que si lo volvía hacer las consecuencias las sufriría su bebé, si el niño se hacía la idea de abandono caería en depresión, sus almas estaban entrelazadas y por ese motivo no podía molestarse con SungYeol.
El príncipe entro al interior con normalidad, sin darse cuenta que había despertado al menor con el ruido de la puerta. SungYeol limpio su visión y una sonrisa se expandió por su rostro al ver su morocho frente a él, parado en el armario dándole la espalda. Su corazón latió feroz, sentía las mejillas dolerle de tanto sonreír sumándole que estaban más calientes por la sangre subir, MyungSoo si regreso como la reina había dicho.
—¡Soo!— su grito retumbó en toda la habitación, hizo saltar al mayor del susto.
—¿SungYeol?— preguntó aturdido, gimió atemorizado cuando su niño salto de la cama a su dirección sin calcular antes la distancia, gracias a los reflejos del moreno que actuó rápido alcanzó atraparlo en sus brazos. —Dios, SungYeol, no vuelvas hacer eso— dijo soltando todo el aire que retuvo, se dejó caer de rodillas mientras era apresado por las caderas con las piernas del castaño y su cuello ser rodeado, el aroma fresco golpeó sus fosas nasales, ni siquiera había pasado un día completo y había extrañado a su hermoso niño.
—Prometiste no irte, que no me dejarías de amar— lloriqueo nuevamente, apretándose al contrario.
—Lo siento, lo siento, lo siento, bebé— farfulleo el alteza, hundió sus dedos en la cabellera sedosa y arrullo al pequeño, diciéndole cosas bonitas al oído.
—MyungSoo
—¿Si?
—No me dejes solo— pidió alejándose, topando su mirada preciosa con la avellana del morocho, sus manitas tomaron las mejillas frías de MyungSoo y comenzó a frotar su nariz con la de él.
MyungSoo negó.
SungYeol sonrío.
—Soo— volvió a llamar, sonrojándose al ver cómo el príncipe se acunaba en sus manos. —Te amo
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?Los deseos del Rey | ?[MyungYeol]
Fanfiction?FAVOR DE LEER? ?**AVISO IMPORTANTE**? ??TENGO! la ?AUTORIZACI?N! de su autora original, JazDue, la cual le doy las gracias por ?PERMITIRME! adaptar su obra original, Los deseos del Rey, al MyungYeol. ?Por lo tanto, esta historia NO me pertenece. De...