En Mis Sue?os

—¿Qué haces aquí? —la voz de Kellan llega a los oídos de Mack desde la oscuridad.

—¡Sabía que estabas cerca!, tengo que hablar contigo —contesta éste mirando directamente al hijo del dios del viento.

Los dos se quedan mirándose fijamente, están uno frente al otro.

Feet puede ver perfectamente como cada marca de Morgana sigue sobre la piel de Mack.

—¿No te rindes nunca?, he perdido, acéptalo de una vez Mack, Sorcha te olvidó y es mía aunque no pueda recordarlo —le advierte éste cansado y también algo demacrado.

Mack no pasa por alto que Feet está más delgado de lo normal, puede ver dos oscuras sombras debajo de sus ojos.

—Si que me he rendido, solo quería verte y tener una charla contigo, lo siento Kellan —admite al percibir su sufrimiento por no estar al lado de Sorcha.

—¿Lo sientes, acaso sabes lo que eso significa? —puntualiza Kellan, sin dejar de mirarlo a los ojos. —¡Nunca la amarás cómo la he amado yo!, no creo que entiendas lo que esa palabra significa —vuelve a insistir, con un brillo especial en los ojos al recordarla.

Mack se da cuenta de que no ha sido una buena idea hacerle una visita, realmente ve que Feet no está tan bien como creía.

Pero no va a irse sin antes hablar y comentarle todo lo que está pasando.

—He venido para pedirte disculpas por todo lo que ha pasado, también quiero darte las gracias por no haberle dicho a Sorcha quiénes eran mis padres —confiesa lleno de vergüenza, aún puede recordar la cara de Sorcha cuando Morgana se lo contó.

Los ojos de Feet ahora están llenos de rabia e ira, ha leído perfectamente a Mack, cierra los puños bien fuertes por la impotencia que siente en esos momentos.

Mack puede sentir toda su rabia, su odio en la mirada de su oponente.

—He de reconocer que has tenido mucho valor para acercarte a mi —advierte éste acercándose lentamente hacia donde se encuentra su adversario, su enemigo. —Podría matarte ahora mismo— puntualiza sin quitar su fría mirada de la de él.

Mack levanta los brazos, sabe que le está dando cancha por si tiene ganas de golpearlo, él lo hubiese hecho por ella.

Espera a que Feet se decida, está parado esperando su golpe, pero éste no llega.

Lo mira fijamente, ve como se refleja una mueca de asco en su boca.

—No voy a pegarte, yo no soy de esos, deberías saberlo, me conoces muy bien. Hay cosas más importantes por las que preocuparnos ahora, ¿no crees? —señala con su mirada hacia dónde está ese ser brillante.

—¿Es el dios Lugh? ¡Creí que no lo sabías, pero me he equivocado! —contesta éste mirando hacia la misma dirección que Feet.

Los dos se quedan en silencio con la vista puesta en ese ser que vuela sobre la plaza de Trafalgar.