Victoria| Enola Holmes ?

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La habitación estaba en penumbras cuando con un leve chirrido empujó la puerta, su piel erizandose al observarla tendida en la cama de manera casi inerte.

Sino fuera porque veía su pecho subir y bajar con disimulo, definitivamente se hubiese puesto a llorar allí mismo.

Consciente de que sus piernas temblaban, se fue acercando hasta sentarse en un hueco libre que dejaba la cama. Desde allí, podía ver como su piel se había vuelto más opaca, así como también su cuerpo más delgado.

Atreviendose a tomar su mano, su corazón dió un vuelvo cuando, aún con los ojos cerrados, su boca se abrió levemente intentando decir algo.

-Masón... quiero agua- balbuceó.

Sin soportarlo más, Sherlock dejo que algunas lágrimas traicioneras escaparan mientras se apresuraba a tomar el vaso y la jarra que se encontraban en la mesita.

-Cuanto lo siento- susurró mientras le servía- Si le hubiese creído, si le hubiese escuchado... usted estaría bien y yo besandola y cumpliendo cada uno de sus caprichos solo para verla sonreír... De verdad lo siento mucho, le he fallado...

El hombre giró sus ojos nuevamente a ella para darle de beber, pero sorpresa que se llevó cuando la vió de grandes ojos abiertos mientras lo observaba sonriente.

-¡Sherlock!

-¡Victoria!

Ambos gritaron juntos, la diferencia era que mientras ella sonreía, él parecia estar terriblemente asustado.

Notando su cambio, la chica se enderezó confundida.

-¿Por qué ya no sigue con su discurso lamentero?, ¿No me dirá algo más lindo que eso?

Sherlock debió observarla en silencio para comprender que era la misma Victoria de siempre solo que más pálida y delgada.

-¿No va a morir?

Antes de que pudiera responder, Masón abrió la puerta con expresión aburrida.

-Por supuesto que "Victoria piernas de acero" no iba a morirse por un disparo en la pierna.

La nombrada supo que Sherlock no conocía la historia completa cuando se giró a su hermano sorprendido.

-¿La pierna? - repitió incrédulo- Pero Candy dijo que estaba grave y hasta se disculpó al cielo por tener que romper su promesa.

Quitándose la sabana, la joven le mostró su pierna vendada mientras le explicaba.

-El sicario era el mismo hombre que nos atacó en el puerto- encogiendose de hombros con expresión orgullosa, agregó- Supongo que le di fuerte y necesitó vengarse.

Masón río asintiendo de acuerdo.

-Además, Candy se disculpa al cielo solo cuando miente- Acariciando los cabellos sueltos de su hermana, añadió- Creo que lo inventó para que viniera.

Sintiendo que su cerebro volvía a trabajar, una sonrisa sincera se formó en el rostro del hombre.

-¿Entonces por qué se veía tan mal cuando entre?

El pelirrojo bufó entrecruzandose de brazos.

-Sé aprovecha de la situación para actuar de moribunda y no hacer nada- la acusó con molestia- Quiere que le den de beber y comer, que lean por ella e incluso que le masajeen el rostro para "evitar arrugas tempranas".

-¡Pasé un momento muy estresante!, ¡Pueden salir muchas!

Sin controlarse, Sherlock rió dejando que oleadas de estrés lo abandonaran mientras su mano buscaba inconsciente nuevamente la de ella.