⚠️ Este capítulo puede contener escenas explícitas. Se recomienda discreción ⚠️
Narra Johan.
— ¿Ya no te sientes amado? —preguntó Lizbeth subiendo sus piernas a mi cama, girando su cuerpo hacia mí.
— Debe ser porque no paso tiempo con ella —respondí mirando mis manos, de vez en cuando quitándome la piel de los dedos.
— Ella no pasa tiempo contigo —aclaró— Es totalmente distinto.
— Aún así. Sé que me ama.
— ¿Con todo lo que te expliqué? —no ocultó su sorpresa al oírme, y un suspiro enorme se liberó de mi pecho.
— Lo sé, pero... me rehúso a creer que Tara dejó de amarme —siento un retorcijón en el estómago al decirlo— Ella es todo para mí.
— No significa que ella no pueda dejarte tirado por allí —se acercó y puso sus manos sobre las mías para que la mire— Tal vez para ella no significas nada —fruncí el ceño.
— ¿Crees... eso?
— Es mi opinión, pero puedo estar equivocada —hizo una pequeña mueca con los labios— Lo que importa es que... suceda o no algo con Tara, yo estaré para ayudarte.
Mi mirada se desvía al suelo mientras mi mente procesa toda la situación, y mi energía se drena cada vez más en lo que recuerdo las cosas que Lizbeth me dijo en otras ocasiones.
Ella me comentó que varias cosas que Tara estaba haciendo eran señales de que podría estar perdiendo su interés en mí, y como para empeorar ese sentimiento, me comentó que una amiga vio a Tara con un chico que no era Chris, y que parecían ser algo más que amigos.
Tara es incapaz de ponerme los cuernos, estoy seguro de eso, pero comienza a preocuparme que no es la primera vez que oigo estos rumores.
¿Qué tal si es cierto? ¿Qué tal si... Tara perdió todo su amor por mí y quiere irse con otro? Tal vez no se atreve a terminar conmigo por miedo a que le haga daño.
— Johan... —Lizbeth desliza una de sus manos por mi brazo y un escalofrío eriza los vellos de mi piel— Yo te puedo ayudar, ¿sabes?
Vuelvo a mirarla y Lizbeth enseña una ligera sonrisa que consigue relajarme un poco, aunque la preocupación seguía alterando mis nervios.
— Estarás bien —se puso sobre sus rodillas para abrazarme con más comodidad, por lo que correspondí sabiendo que eso me haría sentir mejor— Siempre que me tengas a mí vas a estar bien —acarició mi cabello delicadamente, adormeciéndome ante su toque.
— Gracias, Liz —suspiré nuevamente, esta vez más calmado.
Siento sus manos moverse hasta mi rostro entre más caricias y cuando la quiero mirar a los ojos sus labios se juntan con los míos en un beso profundo, tomándome por sorpresa.
No me tardo en reaccionar y la empujo fuertemente, haciendo que Lizbeth caiga sentada en la cama, mirándome alarmada por aquella reacción violenta que tuve.
— ¿Q-qué haces? —me limpio los labios con fuerza para quitar toda sensación, y Lizbeth ríe nerviosa.
— Lo siento. Me dejé llevar.
— ¿Qué excusa es esa? —pregunto perturbado— No puedes besarme. Tengo novia.
— Sí, una de mierda —me miró extrañada al verme actuar así— ¿Cuántas veces te dije que mereces algo mejor?
— ¿Piensas que hay algo mejor que Tara?
— Olvídalo —sacudió su mano para que lo deje pasar— Fue sólo un beso. No es la gran cosa.
¿Sólo un beso?
Acerco mis dedos a mi boca y toco mis labios recordando la sensación del beso de Lizbeth, sintiendo un escalofrío enorme pasearse por mi espina dorsal. Sé que no correspondí al beso, y nunca lo haría, ni siquiera me gustó, pero aún así tengo la espantosa sensación de que le fui infiel a Tara.
¿Cómo pude dejar que me besara? ¿Cómo no pude prevenirlo? La culpa lleva carcomiéndome unos cuántos días, hasta que recuerdo que Tara hizo cosas peores.
— Johan —me salgo de mis pensamientos cuando me llama Liz, caminando hacia mí con la mochila en su espalda— ¿Vamos?
— Sí... —me limpié los labios sintiéndolos sucios y la acompañé.
— Hoy fue un día muy aburrido, ¿no crees? Los lunes siempre son así.
— Tus... amigas se metieron con Tara hoy.
— ¿Mis amigas? —me miró sin entenderme.
— El grupo de chicas de mi salón, que no suelen callarse nunca.
— No son mis amigas. Apenas les hablé dos veces en mi vida —asentí en silencio y ella regresó sus ojos al camino— ¿Y por qué dices que se metieron con Tara?
— No dejaban que se acerque a mí. Le dijeron de todo por haber... —fruncí las cejas teniendo complicaciones para mencionarlo, a lo que Liz suspiró.
— Por haberte sido infiel.
— Me cuesta creer que lo hizo —murmuré comenzando a disociar.
— Con el tiempo te acostumbrarás —chasqueó sus dedos frente a mis ojos para sacarme de mi trance— Hiciste bien en gritarle el viernes. De esa manera no te ve como alguien débil.
— Sólo hice lo que me dijiste —la miré— Y tenías razón, sí quiso meterse contigo.
— ¿Lo ves? —preguntó asombrada— En vez de hacerse cargo de sus propios errores prefiere echarle la culpa a otros. Sobre todo a mí, porque le sigue poniendo celosa que seamos amigos.
— De verdad creí que te iba a dar una segunda oportunidad.
— La gente como Tara es totalmente falsa. No hay que creer ni una sola palabra de lo que digan.
— Tara no es falsa —digo de inmediato, haciendo que Liz deje de caminar para mirarme de frente, ahora con el semblante más serio.
— ¿Por qué sigues defendiéndola?
— Porqu-
— Te puso los cuernos, y ni siquiera se molestó en intentar "aclararte" las cosas —dibujó comillas en el aire— Todo el mundo la vio con aquel chico, toda la escuela sabe que esa tipa anda con otro, pero pareces tener serios problemas para entenderlo.
— Porque Tara nunca me haría eso.
— ¿Y por qué te pusiste mal, entonces? Si dices que ella nunca te puso el cuerno deberías estar más que contento.
Trago saliva teniendo complicaciones para responder y Lizbeth levanta sus cejas esperando una respuesta.
— Sé que lo hizo —se me genera un nudo en la garganta al mencionarlo—, sólo... prefiero fingir que no.
Liz suspira al ver mi dolor y se acerca para tomarme de las manos por lo que mi cuerpo entero entra en alerta, pendiente a que no quiera sobrepasarse con ningún contacto.
— Imagino lo complicado que debe ser para ti procesar todo esto, pero creo que ya viste demasiadas señales, Johan. Estuviste todo el fin de semana esperando que te hable, y ni un solo mensaje te llegó, ¿o no?
— Pero... hoy... creo que quiso hablar conmigo, y las chicas no la dejaron.
— ¿No sientes que es tarde para una conversación así? Tara arruinó todo, y debes vivir con eso.
Permanezco en silencio teniendo una complicación enorme para meterme eso en la cabeza, y Liz acaricia mis manos buscando relajarme.
— Cuando estés listo vas a tener que terminar con ella —dijo haciéndome sorprender— Será complicado, pero muy necesario.
— ¿Terminar? No quiero terminar con Tara.
— Te fue infiel —frunció el ceño sin entender mi respuesta— ¿De verdad te gustaría continuar una relación donde no puedes confiar en tu pareja? Sobre todo cuando te hizo tanto daño.
— Tara y yo pasamos por muchas cosas. Estoy seguro de que podemos superar esto también.
— Un momento —me soltó mostrándose incrédula— ¿Vas a perdonarla? —preguntó confundida.
— Voy a hacer lo que sea necesario para que lo nuestro no termine.
— Debes estar bromeando —dijo aún más incrédula— Te puso los cuernos.
— Tardaré en superarlo, pero no importa. No terminaré con Tara.
— ¿Acaso no confías en mí? Te dije cientos de veces el tipo de persona que ella es.
— No la conoces bien.
— ¿Y tú sí? Porque jamás la creíste capaz de acostarse con otro.
— Eso n-
— Te lo haré muy sencillo —se acercó mostrándose algo molesta— Si quieres seguir con ella, hazlo, pero yo te lo advertí, y definitivamente no seguiré siendo tu amiga si es para oírte llorar.
— ¿De qué hablas? —pregunté sin entender a qué se refería.
— No seré tu amiga —me sorprendí— Ya te apoyé demasiado durante todo esto, hice mi mayor esfuerzo para que entiendas cómo es Tara, pero que no hagas caso y que para colmo la quieras perdonar, me saca todas las ganas de estar contigo.
— Pero... si quieres, no hablaré de Tara estando frente a ti —digo buscando alguna solución, pero la mirada de asco que Lizbeth hizo fue respuesta suficiente.
— Olvídalo. Vete con ella y a mí deja de hablarme, porque me agoté de oír tus lloros —fue lo último que dijo antes de seguir el camino sola.
Miro a Lizbeth irse y mi semblante comienza a doler por cómo no dejo de fruncir las cejas, a lo que sobo mi frente con mis dedos y me giro sobre mis pies para dirigirme hacia mi casa, sintiendo aquel dolor esparcirse por toda mi cabeza.
Suelo acompañar a Lizbeth hasta su casa, pero dudo que quiera ahora. Estoy acostumbrado a que se moleste de ese modo, y tengo la tendencia de regresar con ella para pedirle disculpas, pero antes de hablarle necesito tomar una aspirina o me explotará la cabeza.
Al llegar a mi casa tuve unos cuantos minutos para cambiarme de ropa porque debía ir a terapia. Le estuve comentando al doctor Owens acerca de las cosas que sucedieron últimamente porque se me hacía muy confuso ir a terapia para mejorar mi obsesión con Tara cuando me entero que me puso los cuernos, y sorprendentemente, me estuvo dando esperanzas acerca de la situación.
Dice que no puedo creer los rumores si no hay pruebas, algo que entiendo por completo, pero aún no sabe cómo responder que llevo días oyendo este rumor y que hay cosas específicas en ellos que hacen la situación creíble.
Al principio no quise creer nada, pero luego Lizbeth se me acercó a decirme que se enteró de algo que pasó en la fiesta de Cathy e involucraba a Tara con otro chico, y tengo complicaciones para no creerle a Liz. Desde entonces, oí rumores por todas partes, y mi cabeza se fue llenando de a poco con absoluta mierda, mierda que tenía sentido, porque Lizbeth me comentó de cosas que me harían notar si Tara estaba perdiendo interés en mí.
Por algo estuvo tanto tiempo saliendo con Chris y Cathy, para utilizarlo de excusa y no estar conmigo, porque le da vergüenza decirme que no quiere verme más. Lizbeth dice que son los celos, que busca otra manera de hacer sus escenas tóxicas sin generar drama, el cual sería ponerse frente a Liz y gritarle como loca, porque eso me hizo molestar a mí.
Cuando le conté a Lizbeth que un día de estos iba a confrontar a Tara, me dijo que de seguro ella iba a escudarse con la excusa de que Liz tenía la culpa de todo, que alguna mentira extraña se inventaría para no quedar como la mala del cuento.
Me dolió ver que sí pasó, porque le daba la razón a Lizbeth.
Johan:
Perdóname
18:36 pm
Johan:
No quería hacerte enojar, buscaba una solución
18:36 pm
Johan:
Podemos seguir hablando?
18:36 pm
«No los leyó...»
— Sigues en sesión, Will.
Quito la mirada del teléfono y veo al doctor Owens esperando para que deje de mensajear, por lo que apago el celular y lo dejo a mi lado, en el sofá.
— Perdón.
— ¿Le hablabas a Tara o a Lizbeth?
— Lizbeth.
— ¿Por la pelea que tuvieron hoy? —asentí.
— Le escribí mientras venía aquí, pero ni siquiera leyó los mensajes —moví mi pierna algo ansioso— No me gustaría que me ignore como la última vez.
— Es un comportamiento algo infantil ignorar a la gente —me aclaró por lo que hablamos en la última sesión, haciéndome suspirar.
— Liz es mi mejor amiga.
— No quita que puede hacerte daño —me tiró un baldazo de agua fría que me hizo maldecir en el interior— Estoy aquí para ayudarte con aquel lado asesino tuyo, pero... es importante estar atento a las otras relaciones que tienes —lo miré— Por lo poco que me comentaste de Lizbeth, pareces depender de ella también.
— ¿Yo? —pregunté confundido— ¿De ella? No es Tara.
— Tú buscas afecto.
— En Tara.
— Es lo que te gustaría, pero la realidad es que buscas afecto en otras personas, sólo que de manera más indirecta —se acomodó en su asiento para cruzar sus piernas— Puede que el hecho de que sea mujer te haga buscar aún más afecto.
— Eso es imposible —digo disgustado de verme así con Liz— Tengo novia. No tengo por qué buscar afecto en otra mujer.
— No es necesariamente el afecto que crees. Digo que quieres su atención, su compañía, y el miedo de estar separado de aquella persona te genera una dependencia seria, la cual puede estar muy relacionada con tus padres.
— ¿Y qué tiene que ver que sea mujer?
— ¿De casualidad tuviste una conexión más fuerte con tu mamá que con tu papá? —fruncí ligeramente las cejas.
— No lo sé. Mi mamá adoptiva se mostró mucho más afligida cuando supo cómo era yo. Lloraba todos los días y me temía como si la tuviera amenazada —él fue asintiendo mediante escuchaba—, pero mi papá siempre buscaba verse más valiente. Solía ponerse frente a mi mamá para que yo no me acerque a ella.
Antes de que el doctor Owens pudiera responder, mi teléfono vibró varias veces, indicando que tal vez Lizbeth me respondió los mensajes. Al ver mi cara de ilusión, el doctor me permitió verlos ya que hacerlo sólo quitaba tiempo de la sesión, por lo que me dijo que sea rápido.
Liz:
Está bien
19:51 pm
Liz:
Sólo no la menciones
19:51 pm
Liz:
No me interesa saber cómo Tara te manipula
19:51 pm
«Aunque sea aceptó las disculpas...»
Johan:
Gracias
19:51 pm
Johan:
Por cierto
19:51 pm
Johan:
Sabes quién es el chico con el que Tara estuvo?
19:51 pm
— Se nos hizo algo tarde —comenta el doctor Owens levantándose de su asiento— Tendremos que seguir el miércoles.
— Claro... —guardé mi teléfono y me puse de pie para seguir al doctor que me acompañó hasta la puerta.
— Me alegra que cada vez entres en más confianza. Servirá demasiado para mejorar en el futuro —enseñó una pequeña sonrisa y abrió la puerta, mostrando a Scott en el pasillo y sentado en uno de los asientos.
— ¿Scott? —pregunté confundido.
— Ah. Hola —se levantó rápidamente y vino hacia nosotros— Tardaron un poco más hoy.
— Will se quedó muy atento al teléfono —respondió el doctor a lo que Scott arqueó su ceja.
— ¿En plena sesión? —me miró— Qué modales —dijo irónico por lo que entrecerré mis ojos.
— No pasa nada. Lo bueno es que pudimos hablar bastante hoy —apoyó su mano en mi hombro para dar un ligero apretón— Tiene sesión el próximo miércoles —le avisó a Scott, que asintió.
— Lo traeré a tiempo.
— Perfecto —me miró— Fue un gusto, Will —sonrió de lado— Nos vemos.
— Hasta luego —me despedí saliendo del consultorio y nuevamente mi teléfono vibró, pero antes de que pudiera ver los mensajes Scott regresó conmigo luego de despedirse.
— ¿Vamos?
Me quedé mirándolo con la ceja levantada al saber cuáles eran sus intenciones por lo que frunció su ceño sin entenderme.
— ¿Qué?
— Te dije que no me pases a buscar —él me miró confundido.
— ¿En serio? ¿Cuándo?
— Antes de la sesión. Te mandé un mensaje.
— Qué raro. No leí nada —se hizo el tonto por completo.
— ¿Piensas que soy imbécil?
— Oye —me apuntó con su dedo— Lenguaje, idiota.
— Viniste para ver a mi tera-
— Cierra la boca, Johan —me advirtió— Vamos al auto —pasó de largo para evadir la conversación, haciéndome reír.
— ¿Te da vergüenza que lo sepa? —fui con él afuera del edificio— Porque hasta él lo debe saber. Eres demasiado obvio.
— Estás totalmente confundido —negó con su cabeza repetidas veces— Aunque... si dices que... —carraspeó nervioso— ¿Soy obvio? —me miró.
— Cuando lo viste te levantaste de inmediato, como si fueras un perro —digo haciendo que se le escape una risa nerviosa.
— Eso es absurdo —regresó sus ojos al frente.
— ¿Por qué no le pediste el número?
— ¿Estás loco? —volvió a mirarme— Bueno... Sí, lo estás, pero... No puedo pedirle el número. Debe ser la persona más heterosexual del planeta —sacó las llaves de su auto y se dirigió a él.
— Una vez me dijiste que podías voltear a cualquier hetero con tu encanto.
— Hay excepciones —abrió la puerta y se subió al auto al igual que yo.
Saqué mi celular de mi pantalón y lo encendí para ver el mensaje de Lizbeth, pero mi rostro entero se tornó serio cuando vi que Lizbeth realmente tenía un nombre.
Liz:
Estoy segura de que es Brandon Gonzáles
19:55 pm
Liz:
Es de mi salón, y varias veces lo vi con Tara en los recesos
19:55 pm
Liz:
Además, suele pedir mucho permiso para ir al baño, a saber qué hace allí con ella 🤢
19:55 pm
«¿Brandon Gonzáles?»
No pude investigar demasiado de aquel chico. No tiene redes sociales, por lo que se me dificultó encontrar, aunque sea, su apariencia. Me tuve que esperar hasta el siguiente día para espiarlo en la escuela.
En el primer receso salió con un amigo suyo de otro salón, y se la pasó caminando por los pasillos y hablando de cosas normales, como lo que hizo en su taller de carpintería, o que ganó un partido de fútbol con sus amigos durante la tarde, que para festejar se fueron a tomar unas cervezas.
Hasta el momento parecía ser una persona totalmente normal, y de hecho, bastante invisible teniendo en cuenta la cantidad de gente estúpida que hay en esta escuela. Su apariencia era neutra. Tenía un atractivo poco impresionante, nada que haga sorprender, y se notaba que hacía ejercicio, se mantenía en forma.
Parecía ser una buena persona, ¿pero qué tiene de especial como para que le guste a Tara?
Me generaba curiosidad saberlo, pero tampoco era tan importante enterarme. Lo único que me interesa de este tipo es su dirección y sus horarios, porque después de tantas semanas libres de asesinatos, llegó la hora de que regrese a mi rutina.
¿Tara en serio creyó que podría ponerme los cuernos y no le haría nada a la persona? ¿Por qué dejaría vivo a un idiota que consiguió estar con ella? La besó, la tocó y estuvo dentro de ella, generándole un placer que él jamás debió sentir.
Debo quitarle la vida a ese maldito por haberle puesto la mano encima a mi novia.
— ¿Qué tal, amigo? —un chico alto y rubio le sonríe a Brandon, que estaba llegando con su amigo Dereck al bar.
— ¿Te rapaste? —preguntó Brandon sorprendido, aceptando el saludo de manos— Te queda genial.
— Eres el único que lo dijo —se rio y saludó a Dereck— ¿Todo bien?
Siento mi teléfono vibrar en mi bolsillo por lo que aparto la mirada del grupo de chicos y reviso los mensajes que me llegaron.
Scott:
Aprovechando tu sesión de hoy
18:34 pm
Scott:
Me dices si es casado?
18:34 pm
«Mierda... Lo olvidé»
Vuelvo a mirar a Brandon que se estaba sentando en la barra con sus amigos, pero me veo obligado a levantarme de mi mesa y salir del bar, así caminar con rapidez porque había olvidado por completo que tenía la sesión de terapia.
Llevo toda la semana siguiendo a Brandon. No hace más que ir al gimnasio o estar con sus amigos. Ya sé dónde vive, hasta la matrícula del auto de sus padres, que de vez en cuando lo pide prestado para salir en las noches. Tengo todo lo necesario para inventarme un plan y secuestrarlo. La "vigilancia" de hoy era por simple costumbre.
— Lamento la tardanza —digo apenas el doctor Owens abre la puerta.
— ¿Dónde estabas? ¿Pasó algo? —preguntó genuinamente preocupado.
— Me quedé dormido en casa. Anoche no pude dormir nada —él suspiró y se hizo a un lado para cederme el paso.
— Ésta sesión tendrá que durar menos porque luego tengo un paciente, ¿estás bien con eso? —consultó mientras yo tomaba asiento.
— Sí. No hay problema.
— Perfecto —cerró la puerta por lo que aproveché para verle la mano.
«No hay anillo. Buenas noticias para Scott»
[...]
— ¿Qué haces? —me pregunta Liz sentándose frente a mí.
— Nada —aparto la mirada de Brandon y me pongo a comer lo de mi bandeja— Intento no dormirme. Tengo sueño.
— Digo lo mismo. Esta semana fue agotadora —alzó sus cejas y tomó el tenedor de plástico para comer— ¿Me acompañas a mi casa en la salida?
— No puedo. Tengo cosas que hacer.
— ¿Cuáles?
— Debo comprar algo.
— Te acompaño —la miré.
— No... Gracias —ella arqueó su ceja— Puedo solo.
— Claro —dijo un tanto extrañada y continuó comiendo.
Si Liz me acompaña a comprar, entenderá por qué le pedí el nombre de Brandon, y no es la idea que lo sepa.
Debía aprovechar que hoy no tenía sesión con mi terapeuta, a diferencia de ayer. Saliendo de clases compré unas cuántas cosas que me servirían para el asesinato de Brandon, como bolsas de basura y mucho papel de plástico, que suelo utilizarlo para cubrir la mesa donde hago la tortura. Es una buena manera de evitar que se haga un desastre en mi mesa de madera, de donde nunca suele salir la sangre.
Una vez me aseguré que tenía todas las cosas necesarias, las guardé en mi auto y conduje hasta el bosque tomándome todo el tiempo del mundo, porque estos viajes solían ayudar demasiado con mi ansiedad. La brisa fresca entrando por la ventana, la noche con el cielo despejado, enseñando pocas pero lindas estrellas, los bocadillos que suelo guardar en la guantera del auto porque los viajes largos dan hambre, todo era relajante.
Necesitaba algo de relajación luego de toda la mierda que estuve pasando. En todo el día me vi obligado a ignorar a Tara, porque aún no me siento listo para dirigirle la palabra o me estallará la cabeza en mil pedazos.
No estuve demostrando cómo me tiene la situación de Tara porque no quiero preocupar a Oliver ni a Scott, pero siento que la locura me está regresando. Me estuve conteniendo hasta el día que le grité. Había sido antes de que aparezca que oí al grupo de chicas del salón mencionar que vieron en el receso a Tara besándose con otro chico, y eso había sido mi detonante.
Liz me dijo que si le gritaba las cosas en la cara podría demostrar que era fuerte, pero en toda esa discusión no hice más que desmoronarme en pedazos. Ver a Tara en pánico, sin poder responderme, sin poder decir excusa alguna, me partía el corazón. El fin de semana ni siquiera se esforzó en mandarme un miserable mensaje pidiendo disculpas, o explicándome las cosas. El lunes intentó hablar conmigo, pero según Liz, sólo diría más excusas acerca de que no lo hizo, y de que jamás me sería infiel.
Me rompe el corazón que haya sucedido todo esto. Jamás hubiera imaginado que Tara me haría tal cosa, simplemente era imposible que tal situación se me pase por la cabeza. Estuvo mal lo que hizo, traicionó mi confianza, me traicionó a mí, soy consciente de eso, pero aún así la amo.
Prefiero morir antes que terminar con Tara.
Eran alrededor de las nueve de la noche. Había llegado al bosque y estaba con el bolso en una mano, mientras la otra sostenía la linterna que iluminaba el camino, así evadía cualquier raíz enorme que pueda hacerme tropezar.
Todo estaba en absoluto silencio. Lo único que se oía era el crujir de las ramas y las hojas secas al pisarlas, o una ligera brisa mover las hojas de los árboles. Había olvidado mi sudadera en el auto, pero para cuando me di cuenta que estaba refrescando me dio flojera ir a buscarla.
Camino entre los árboles mientras juego con los piercings de mi labio con la lengua, sin nada pasando por mi mente, hasta que la luz de la linterna ilumina algo que me deja desconcertado. Agudizo mi vista para ver con claridad y mis cejas se fruncen al ver unas gotas rojas en unas cuántas hojas del suelo.
Sigo el rastro por un rato y mi cuerpo entero se paraliza cuando veo el cuerpo de Lizbeth tirado en el piso. Su cabeza estaba casi partida en dos, con una fractura enorme de donde ya no salía más sangre, porque estaba toda esparcida en el suelo, formando un charco masivo debajo de su cadáver que había teñido su uniforme.
Volteo ligeramente mi cabeza hacia el cobertizo que se encontraba al lado, y pierdo toda la cordura cuando veo a Tara sentada en el suelo, aferrándose a un hacha bañada en sangre. Temblequeaba débilmente y miraba el suelo fijamente, como si hubiera estado horas sin pestañear.
— ¿Tara?
Apenas escucha mi voz se sobresalta y me mira exaltada, saliéndose de sus pensamientos que parecían haber estado atormentándola por un largo rato.
— ¿Qué... hiciste?