Personajes que Destrozan a ja...

By astarionheydrich

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Vaya vaya vaya miren quienes se ardieron como las nenasas que son Aver pvssys amantes de jaune aplícate la q... More

Contexto
Mr. Satan
Ren Ruji tiempo eterno
Hajime kashimo
Saibaman
Yuta okkotsu
Jonathan Joestar
Robb Stark
Tobb creepypastas
Tanjiro Kamado
Douma hashibira
Magsarion
Rey Sirius
Gilgamesh
Omniman
Garou
Oliver Grayson
Suguru Geto
Ark Kamen rider
Donquixote doflamingo
bedivere fgo

johnny joestar

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By astarionheydrich

Advertencia ⚠️ ⚠️ Futuro contenido para mayores 18 leer bajo su propio criterio
Advertencia contenido grafico de violencia y Advertencia ⚠️ temas cuestionables y sensibles se sugiere que si no es de su agrado salga de aquí y de paso aclaro que personajes o imágenes no me pertenecen crédito a sus autores.

Agrego personajes no me pertenecen.

Imágenes y personajes no me pertenece crédito a sus autores. Advertencia este capítulo contiene escenas para mayores y lenguaje bulgar están advertidos.

Girar/Estar de pie
Artículo principal: TuskVer también: Girar
Johnny con Tusk ACTO 4.

Johnny primero busca la guía de Gyro Zeppeli en el arte del Giro para recuperar el uso de sus piernas. Generalmente, Johnny canaliza el Giro mediante su Stand , Tusk ; desarrollado primero con el poder de la mano izquierda del Cadáver y posteriormente con la ayuda de Gyro. Su forma varía según el tipo o estilo de Giro que Johnny elija emplear.

ACT1 se despierta en la Palma del Diablo cuando la parte del cadáver se combina con la mano izquierda de Johnny, manifestando su Stand con la habilidad de girar sus uñas y dispararlas como balas, y hacer crecer sus uñas nuevamente en segundos.
El ACT2 se manifiesta cuando Johnny dispara un clavo mientras usa el Rectángulo Dorado W de Spin en una pelea contra Sandman . A pesar de su mayor tiempo de regeneración, los clavos poseen mayor poder y una nueva habilidad que permite que los agujeros de las balas sigan al objetivo durante un breve periodo de tiempo.
ACT3 es la forma "base" final de Tusk y se manifiesta cuando Johnny se dispara con un clavo potenciado por el Rectángulo Dorado, lo que le permite transferir partes de su cuerpo a través de los agujeros para disparar desde diferentes direcciones. Fue despertado por un consejo de Jesús en una pelea contra Axl RO .
ACT4 se manifiesta al combinar el poder de Slow Dancer con el rectángulo áureo, lo que le permite disparar proyectiles de Giro Dorado con rotación infinita. ACT4 posee el poder de forzar la apertura del muro dimensional de D4C Love Train y atrapar a cualquiera que sea alcanzado en un solo lugar indefinidamente.
Personal
Equitación : Johnny Joestar ha sido descrito como un jinete genial, siendo uno de los favoritos de la carrera Steel Ball Run. Su habilidad le permite cabalgar por diversos terrenos y desafiar incluso a su compañero, el genial jinete Diego Brando . Johnny posee un gran conocimiento de su caballo Slow Dancer, especialmente de sus habilidades y límites, pudiendo predecir de qué es capaz en cualquier momento.
Inteligencia : Johnny Joestar demuestra ser un usuario de Stand competente, capaz de aprovechar al máximo las habilidades de Tusk. En ocasiones, ha usado el terreno y el poder de sus enemigos contra ellos, y fue lo suficientemente perspicaz como para deducir rápidamente el poder de detener el tiempo de Diego Alterno.
Puntería : Al usar a Tusk, Johnny demuestra poseer una gran puntería, pudiendo dar en el blanco a objetivos pequeños y/o en movimiento, incluso si dispara desde ángulos y perspectivas extraños, como cuando Tusk ACT3 separa su mano de su brazo.
Personalidad
" ¡Me da igual vivir o morir, quién es justo y quién es malvado! ¡Me da igual que el Cadáver sea un Santo o lo que sea! ¡Sigo siendo negativo! ¡Quiero llegar a cero! ¡Si consigo al Cadáver, puedo volver a cero mi negatividad!

(ahora si comencemos)

En un mundo de cazadores y criaturas de oscuridad, donde el polvo y la sangre se entrelazan con los sueños de gloria, un joven jinete había logrado domar tanto a las bestias como al corazón del pueblo.

Su nombre era Johnny Joestar, y a los diecisiete años ya era leyenda viva.

Había nacido en Mistral, donde los caballos aún corrían por campos amplios y los viejos valores aún pesaban más que los títulos. Su familia, la estirpe Joestar, era una antigua línea de cazadores que mezclaban la nobleza con el barro, y de la cual Johnny era el último heredero directo.
A pesar de su juventud, Johnny se había ganado un nombre por derecho propio: un genio a caballo, capaz de guiar a su corcel a través de terrenos imposibles, incluso en enfrentamientos contra Grimm. No necesitaba de armas sofisticadas ni de Semblances espectaculares-tan solo, un rifle modificado, y su misterioso poder giratorio que nadie terminaba de entender.

Pero más allá de la sangre y el polvo, había una historia aún más peculiar.
La familia Joestar estaba comprometida por honor y contrato con la familia Schnee.

Años atrás, durante una crisis diplomática entre Mistral y Atlas, Jonathan Schnee, padre de willow, firmó un tratado con la rama Joestar para preservar la alianza entre cazadores y empresarios. El precio: cuando Johnny y Weiss cumplieran la mayoría de edad, serían obligados a casarse.

Johnny, para ese entonces, era un niño enfermo, aún caminaba, y Weiss... una niña de voz afilada y mirada de hielo que no dudó en llamar esa idea "ridícula".
-"No pienso casarme con un jinete sucio del campo" -dijo ella, una vez, entre desprecio.

Pero el mundo gira, y con él, los corazones también.

A los 15 años, Johnny sufrió un accidente durante un torneo de caza montada. Un Grimm lo embistió y lo dejó parapléjico, destrozando no solo su cuerpo, sino su orgullo. Durante casi un año, desapareció del mapa. Se decía que había muerto. Otros decían que vivía en los desiertos de Vacuo, entrenando con bestias.

Cuando volvió, ya no era el mismo.Frío. Silencioso. Con una mirada que podía taladrar el alma.
Montaba en una silla de ruedas, sí... pero aún competía. Y ganaba.

Porque su alma no necesitaba caminar para avanzar.

Cuando Weiss Schnee llegó a Beacon, escuchó su nombre entre los pasillos.

"Johnny Joestar... el jinete del Spin"

"Dicen que derrotó a un Beowolf solo con un clavo"

"Le ofrecieron un puesto de profesor, y lo rechazó"

"Dicen que su Semblanza atravieza casas enteras"

La joven heredera, ahora más sabia, no pudo evitar interesarse. El matrimonio concertado aún estaba vigente, aunque nadie lo forzaría... pero la idea ya no le parecía tan absurda.

"Quizás..." pensó Weiss, sentada en la biblioteca, con una taza de té temblando apenas en sus manos.
"...quizás no sea tan mala idea."

Porque por más que intentara negarlo, en el fondo de su corazón... el nombre Johnny Joestar la intrigaba más de lo que jamás admitiría.

La biblioteca de Beacon era el último lugar en Remnant donde uno podía encontrar paz. O, al menos, eso pensaba Weiss Schnee, perdida entre tomos de historia y sobre compatibilidad de Semblances. Sentada elegantemente con su té de jazmín -uno de los pocos placeres que aún respetaba de Atlas-, intentaba concentrarse... hasta que la puerta se abrió de golpe.

-¡Weiss! ¡¡WEISS!! ¡¡JOHNNY JOESTAR VA A VENIR A BEACON!! -gritó Ruby, entrando como una exhalación.

La taza tembló.
El silencio murió.
Y Weiss... derramó su té sobre el libro.

-¡¿Qué dijiste?! -preguntó, limpiando con su pañuelo, su tono entre molesto e incrédulo.

-¡Sí! Lo acaban de anunciar en el tablero digital del comedor. ¡Va a dar una charla sobre técnicas de combate montado! ¡Y quizás se quede unos días! ¡IMAGINA TENERLO COMO ENTRENADOR!

Weiss no respondió. Pero en su mente, una frase martillaba con fuerza inesperada.

"No puede ser..."

Afuera, el campus entero se había convertido en una estampida.

Carteles, pancartas improvisadas, estudiantes corriendo con sus Scrolls activados. Algunas intentaban maquillarse en los reflejos de las ventanas. Otras discutían sobre qué decir si lograban hablarle. Incluso los profesores parecían tensos, como si un rey estuviera por visitar.

Y entre todo ese caos...

Jaune Arc, vestido con su mejor (horrible) camisa y armado con una guitarra, practicaba junto a una fuente.

-♪ Weiss Schnee, mi dulce reina, como polvo brillante en la luz matutina... ♪ -entonaba con voz temblorosa, mientras desafinaba cada nota con una devoción casi heroica.

Ren, que lo observaba desde un banco cercano, parpadeó sin decir nada.
Nora lo miró con una mezcla de compasión y vergüenza ajena.
-¿Deberíamos... detenerlo?
-...Ya es tarde.

Y entonces, la estampida llegó.

Docenas de chicas pasaron corriendo, gritando, empujando, como si un ídolo de pop hubiera aterrizado en Beacon.
Jaune, atrapado por la turba, fue arrollado sin misericordia, su guitarra volando por los aires. Solo logró arrastrarse al césped, lleno de hojas, tierra... y orgullo herido.

-¡¿Qué demonios le ven a ese afeminado inválido?! -gruñó, frotándose un moretón.
-¡Ni siquiera puede caminar! ¡Es una silla de ruedas con ego!

Una sombra se proyectó sobre él.
Era Coco Adel, con sus gafas oscuras y su clásico tono despreocupado... aunque esta vez, había una severidad helada en su voz.

-Tú... no tienes idea de lo que estás diciendo, Arc.

-¿Qué?

-Ese "inválido" ha cazado Grimm a caballo en medio de tormentas de arena. Ha vencido a asesinos profesionales, y su Semblance puede romper la edificios enteros si se lo propone.
-...

-Si no puedes siquiera afinar una guitarra, no critiques a alguien que puede derribar un Goliath con un solo giro del dedo.

Jaune se quedó en silencio, aplastado por la verdad más que por la estampida.

Desde la ventana del dormitorio de la torre, Weiss observaba el campus, abrazando sin darse cuenta el libro que había rescatado de su té.

Recordó las cartas antiguas de su padre, el contrato con los Joestar, el niño enfermo que había rechazado... y ahora, el nombre que todos coreaban como si fuera un héroe.

-"Johnny Joestar..." -susurró.

Por primera vez, el apellido no le pesaba como una condena, sino como una promesa.

Y en el horizonte, un carro reforzado por energía Dust cruzaba las puertas principales de Beacon. En él, un joven de mirada azul acerada, piel curtida y cuerpo rígido sostenido por placas metálicas... giraba lentamente uno de sus clavos con dos dedos.

La rueda ya estaba en marcha.

El polvo del camino se disipaba mientras Slow Dancer, el majestuoso caballo de piernas firmes y pelaje plateado, daba sus últimos pasos en la entrada principal de Beacon. Las riendas vibraban levemente entre los dedos de Johnny Joestar, quien -por primera vez en mucho tiempo- descendía sin tambalearse completamente.

Sus botas tocaron el suelo.

Un paso.
Otro más.

Aún sentía punzadas, aún había días en los que el dolor lo vencía, pero gracias a la Rotation, esa energía giratoria que entendía mejor que a sí mismo, su cuerpo había empezado a responder.

"Aún no estoy libre... pero al menos ya no estoy roto."

Alrededor de él, un enjambre de estudiantes se había reunido como abejas hambrientas de fama, gloria... o tal vez de un vistazo al legendario jinete. Chicas, chicos, hasta algunos profesores se asomaban con curiosidad desde los balcones.

-¡¿Ese es Johnny Joestar?!
-¡Es más bajo de lo que imaginé, pero su aura es uff!
-¡Slow Dancer es más lindo en persona!
-¿Crees que me firmaría el guante?

Johnny no los miraba. No del todo. Su atención estaba dividida entre el crujir del suelo bajo sus botas, los reflejos del sol en su silla de repuesto colgada del costado del caballo... y la carta.

Esa última carta que su padre le había dejado.
La carta donde mencionaba algo que Johnny había ignorado toda su vida.

"No solo perdiste a tu hermano, Johnny. También perdiste una promesa. Tienes una prometida en Remnant. Su nombre es Weiss Schnee. Es tan terca como tú. Búscala."

El papel arrugado aún estaba en su bolsillo.
Su ceño fruncido se marcó más, como siempre que algo no le gustaba... o cuando sentía que la vida intentaba obligarlo a hacer algo que no pidió.

Johnny Joestar era muchas cosas.

Egocéntrico. Por supuesto. Había crecido con sirvientes, entrenadores, una vida dorada... hasta que la muerte de su hermano y su accidente lo arrancaron de todo.

Hostil. Nunca fue bueno con las palabras dulces. Si alguien lo tocaba sin permiso, le disparaba una mirada que podía helar el fuego.

Obstinado. Negaba que la Rotation era mágica. No soportaba que alguien insinuara que su avance era suerte. Todo lo que lograba, lo hacía a la fuerza.

Deprimido. Hubo noches durante la carrera Steel Ball Run donde pensó seriamente en desaparecer. En dejarse morir entre los vientos del desierto. Pero Gyro... ese hombre extraño y brillante, lo salvó.

Y ahora estaba aquí.
En un mundo nuevo, con gente que lo miraba como si fuera una estrella......y con un nombre en la cabeza que no lograba quitarse.

"Weiss Schnee."

Había escuchado rumores sobre ella.

-Egocéntrica.
-Altiva.
-Exigente.
-Fría.

Y por alguna razón...Johnny sonrió.

-Vaya... suena como una versión femenina de mí mismo. -murmuró, con voz áspera.
-Tal vez eso no sea tan malo...

Desde una ventana alta, entre las sombras del edificio de historia, Weiss Schnee lo observaba en silencio.

Las estudiantes seguían gritando. Algunas intentaban tomarse selfies con Slow Dancer, otras ya le ofrecían "favores". Johnny apenas respondía con inclinaciones de cabeza o frases cortas.

Weiss lo analizaba como una estratega.

"No sonríe mucho. Sus ojos están llenos de cansancio... pero su espalda es recta. Tiene orgullo. Autocontrol. Frialdad calculada."

Y sin querer, una pregunta surgió en su mente.

"¿Me recuerda... a mí?"

En otro punto del campus, Jaune Arc -con vendas y ego maltrecho- observaba la escena con un jugo en mano.

-¿Cómo demonios le hace ese tipo? -rezongó.

A su lado, Coco soltó una risa seca.

-Quizás... porque no le importa caerle bien a nadie. Solo hace lo que tiene que hacer.
-¿Y eso le hace atractivo?

-No. Eso lo hace auténtico.

El polvo del camino se disipaba mientras Slow Dancer, el majestuoso caballo de piernas firmes y pelaje plateado, daba sus últimos pasos en la entrada principal de Beacon. Las riendas vibraban levemente entre los dedos de Johnny Joestar, quien -por primera vez en mucho tiempo- descendía sin tambalearse completamente.

Sus botas tocaron el suelo.

Un paso.
Otro más.

Aún sentía punzadas, aún había días en los que el dolor lo vencía, pero gracias a la Rotation, esa energía giratoria que entendía mejor que a sí mismo, su cuerpo había empezado a responder.

"Aún no estoy libre... pero al menos ya no estoy roto."

Alrededor de él, un enjambre de estudiantes se había reunido como abejas hambrientas de fama, gloria... o tal vez de un vistazo al legendario jinete. Chicas, chicos, hasta algunos profesores se asomaban con curiosidad desde los balcones.

-¡¿Ese es Johnny Joestar?!
-¡Es más bajo de lo que imaginé, pero su aura es uff!
-¡Slow Dancer es más lindo en persona!
-¿Crees que me firmaría el guante?

Johnny no los miraba. No del todo. Su atención estaba dividida entre el crujir del suelo bajo sus botas, los reflejos del sol en su silla de repuesto colgada del costado del caballo... y la carta.

Esa última carta que su padre le había dejado.
La carta donde mencionaba algo que Johnny había ignorado toda su vida.

"No solo perdiste a tu hermano, Johnny. También perdiste una promesa. Tienes una prometida en Remnant. Su nombre es Weiss Schnee. Es tan terca como tú. Búscala."

El papel arrugado aún estaba en su bolsillo.
Su ceño fruncido se marcó más, como siempre que algo no le gustaba... o cuando sentía que la vida intentaba obligarlo a hacer algo que no pidió.

Johnny Joestar era muchas cosas.

Egocéntrico. Por supuesto. Había crecido con sirvientes, entrenadores, una vida dorada... hasta que la muerte de su hermano y su accidente lo arrancaron de todo.

Hostil. Nunca fue bueno con las palabras dulces. Si alguien lo tocaba sin permiso, le disparaba una mirada que podía helar el fuego.

Obstinado. Negaba que la Rotation era mágica. No soportaba que alguien insinuara que su avance era suerte. Todo lo que lograba, lo hacía a la fuerza.

Deprimido. Hubo noches durante la carrera Steel Ball Run donde pensó seriamente en desaparecer. En dejarse morir entre los vientos del desierto. Pero Gyro... ese hombre extraño y brillante, lo salvó.

Y ahora estaba aquí.
En un mundo nuevo, con gente que lo miraba como si fuera una estrella......y con un nombre en la cabeza que no lograba quitarse.

"Weiss Schnee."

Había escuchado rumores sobre ella.

-Egocéntrica.
-Altiva.
-Exigente.
-Fría.

Y por alguna razón...Johnny sonrió.

-Vaya... suena como una versión femenina de mí mismo. -murmuró, con voz áspera.
-Tal vez eso no sea tan malo...

Desde una ventana alta, entre las sombras del edificio de historia, Weiss Schnee lo observaba en silencio.

Las estudiantes seguían gritando. Algunas intentaban tomarse selfies con Slow Dancer, otras ya le ofrecían "favores". Johnny apenas respondía con inclinaciones de cabeza o frases cortas.

Weiss lo analizaba como una estratega.

"No sonríe mucho. Sus ojos están llenos de cansancio... pero su espalda es recta. Tiene orgullo. Autocontrol. Frialdad calculada."

Y sin querer, una pregunta surgió en su mente.

"¿Me recuerda... a mí?"

En otro punto del campus, Jaune Arc -con vendas y ego maltrecho- observaba la escena con un jugo en mano.

-¿Cómo demonios le hace ese tipo? -rezongó.

A su lado, Coco soltó una risa seca.

-Quizás... porque no le importa caerle bien a nadie. Solo hace lo que tiene que hacer.
-¿Y eso le hace atractivo?

-No. Eso lo hace auténtico.

El auditorio estaba lleno. Estudiantes, profesores, incluso reporteros de Vale TV se agolpaban en los asientos como si se tratase del Festival de Vytal.

Ozpin, con su acostumbrada calma y una taza de café y ujnojo morado (Five lo visito y no fue bueno) que jamás parecía vacía, alzó la voz por los micrófonos encantados.

-Hoy tenemos con nosotros a un joven que ha atravesado adversidades, heridas... y ha hecho historia en su propio derecho. Les pido que reciban con respeto a... Johnny Joestar.

Un aplauso.
Una ovación.

Johnny caminó hasta el podio, paso a paso. Sin silla de ruedas. Solo él, su bastón -por costumbre más que por necesidad- y una cara de aburrimiento mezclada con fastidio.

-Gracias por... eh... traerme aquí. -dijo, sin mucho entusiasmo- Estoy aquí para... estudiar... algo, supongo. Y no pienso montar a caballo en la cafetería, así que no pregunten.
-Eso es todo.

Una pausa.
Silencio.

-Ah, y el caballo se llama Slow Dancer, no "Bonito" ni "Bebé". Ya dejen de escribir eso en sus letreros.

Bajó. Fin de la presentación. Ozpin parpadeó y tomó otro sorbo de café, como si nada. La audiencia... aún aplaudía, más confundida que encantada.

La tarde se volvió una tortura.

-¡Señor Joestar! ¿Le gustan los helados?

-¡Johnny-kun! ¿Qué tipo de chicas le atraen?

-¿Es cierto que puede controlar su espina con energía giratoria?

Johnny se escabulló por los pasillos, se escondió en los establos con Slow Dancer, incluso fingió estar dormido en la enfermería. Nada funcionaba.

"Maldita sea, esto es peor que cuando Gyro me disfrazó de doncella para cruzar un puesto fronterizo..." (Nt:Joseph; estoy orgulloso)

Finalmente, al caer la noche, logró escabullirse y recostarse bajo un árbol. Con el sombrero sobre el rostro y el cuerpo cansado, pensó en lo absurdo que era todo esto.

¿Prometida?
¿Weiss Schnee?

No había visto a esa chica en todo el día. Solo había oído su nombre entre cuchicheos... y entre advertencias.

"No te metas con Weiss. Tiene mirada de cuchillo."
"Dicen que es una Schnee. Eso lo explica todo."
"Bonita, pero con hielo en la sangre."

Y por alguna razón...Johnny volvió a sonreír.

-Suena divertido.

Mientras tanto, en los dormitorios...

Weiss estaba sentada en la cama. Yang la molestaba con su usual sonrisa pícara.

-Oh vamos, solo un vistazo. Dicen que es mas bajito pero con musculos y un lavadero uffffffff. Seguro te encantan esas tragedias vivientes.

-No me interesa. -respondió Weiss, tajante, con la voz helada.

-¿O será que sí te interesa pero no lo quieres admitir? -insistió Yang, colgándose de la litera.

-Cállate, Yang. -respondió Weiss sin mirarla.

La pantalla de su Scroll vibró.
Una notificación.
Llamada entrante: Jacques Schnee

Su rostro palideció.

-No... no ahora...

-¿Todo bien? -preguntó Blake desde la esquina, alzando una ceja.

Weiss no respondió. Se puso de pie, salió del cuarto y contestó.

-Weiss.

La voz de su padre atravesó el auricular como un látigo.

-Padre. -susurró ella, con el mismo tono frío que usaba para no quebrarse.

-Escucha con atención. He sido informado de que Johnny Joestar ya se encuentra en Beacon. No arruines esto.
-...

-Quiero que convivas con él. Hazlo hablar. Haz el amor si puedes. Lo que sea necesario para que esa familia no se aleje de nosotros.
-¿Qué...?

-El linaje Joestar es valioso. Sangre de campeones, de guerreros. Su padre y yo estábamos en conversaciones. Solo falta una cosa para cerrar el acuerdo: una conexión familiar.

El corazón de Weiss se detuvo por un segundo.

-Padre... ¿quieres que me case con él?

-No seas dramática. Basta con que te acerques. Que lo convenzas de quedarse. Uno o dos hijos, y su padre no tendrá excusa. Estará obligado a sellar nuestra alianza.
-...

-¿O tengo que recordarte que no tienes elección, Weiss?

La llamada se cortó.
Weiss no se movió por varios minutos. Solo miraba el cielo desde el balcón. La brisa nocturna jugaba con su cabello, pero no podía sentirla.

"¿Qué soy para ti, padre? ¿Una hija... o una pieza de ajedrez?"

Muy lejos, bajo el mismo cielo, Johnny abría los ojos tras su breve siesta. Aún sentía ese cosquilleo en la espalda. Como si algo... se acercara.

Él no lo sabía.

Weiss cerró la puerta de su habitación.

No encendió la luz. No se quitó los zapatos. Solo dejó caer su cuerpo en la cama como si el peso del apellido Schnee fuera demasiado para sostenerse de pie.

Las lágrimas no salieron de inmediato. Primero vino el silencio. Luego, el temblor de las manos. Y después... los sollozos que no quería dejar salir.

Ruby, desde su escritorio, giró la cabeza preocupada.

-¿Weiss...? ¿Te pasó algo?

Weiss apretó los ojos, de espaldas a ella. Fingió no oírla. Ruby se levantó, dio un paso... pero se detuvo.
Weiss no estaba lista. Y Ruby, a pesar de su ternura infantil, sabía respetar los silencios cuando dolían.

En la oscuridad, Weiss sacó su Scroll.
Buscó un nombre, con los dedos fríos.

Winter Schnee

Los mensajes comenzaron a salir como disparos:

"Winter..."

"Él ya llegó."

"Johnny Joestar está aquí."

"Padre me llamó. Dijo que tengo que..."

"No quiero esto, hermana."

Por un instante no hubo respuesta.
Pero en un rincón helado de Atlas, una oficial de impecable postura -en su uniforme blanco, con la mirada dura- detuvo su rutina nocturna.
Su Scroll vibraba sobre el escritorio.

Winter se sentó lentamente. Lo abrió.
Y al leer el nombre "Weiss", algo dentro de su pecho se rompió. Sus dedos temblaron. Respondió con la rapidez de una soldado, pero con el corazón de una hermana herida.

"Lo sé."
"Ya me informaron desde la oficina de diplomacia."
"¿Te dijo qué quiere padre?"
"¿Ya te presionó para que lo convenzas de quedarse?"

Weiss no respondió de inmediato. Solo envió una imagen:
una foto borrosa desde su ventana... el lomo pálido de un caballo en la distancia. Slow Dancer.

"¿Es él...?" -escribió Winter.

Weiss respondió:

"Sí."

Y entonces, el silencio se volvió insoportable.

Winter se levantó. Caminó de un lado a otro en su cuarto, la mirada perdida, la mente dividida entre el deber, el pasado y el presente.

"Si no hubiera huido... si no me hubiera unido al ejército para escapar..."

Ella habría sido la prometida. Ella habría cargado con el nombre Joestar, con los hijos que su padre soñaba como trofeos. Y ahora Weiss... su dulce, testaruda Weiss... estaba viviendo esa condena.

Winter cerró los ojos. Un nudo se formó en su estómago. Y por primera vez en meses, la idea de regresar a casa se cruzó por su mente.

De vuelta en Beacon, Weiss seguía con el Scroll en la mano.

"Winter..." -escribió-
"¿Si tú estuvieras en mi lugar... qué harías?"

Winter leyó esas palabras y se detuvo.

La respuesta que quería dar era:

"Huiría."
"Rompería el contrato."
"Golpearía a padre y quemaría los papeles."

Pero la respuesta que escribió fue distinta.

"Yo te cambiaría de lugar si pudiera."

"Aún puedo hacerlo."

Las palabras quedaron flotando.
Weiss las leyó una, dos, tres veces.
Sus ojos se abrieron con incredulidad.

"¿Cómo...?"

Winter dudó. Su dedo sobre la pantalla temblaba.

"Si hablo con el alto mando de Atlas, puedo pedir una licencia de diplomacia."
"Puedo presentarme en Beacon como enlace de protección de los Schnee."
"Y si convenzo a padre... si le demuestro que aún puedo seducir al heredero Joestar..."

"Tal vez... te deje libre."

Weiss se sentó de golpe en la cama.

-¡No puedes hacer eso! -susurró al Scroll- ¡No puedes regresar a esa jaula!

Winter respondió casi de inmediato:

"Pero tú tampoco deberías estar en ella."

Un segundo.
Dos.

Y Weiss rompió a llorar otra vez. Pero esta vez no era por miedo.
Era porque alguien estaba dispuesta a saltar al fuego... por ella.

En otro rincón de Beacon, Johnny alimentaba a Slow Dancer con manzanas mientras hablaba solo.

-¿Qué clase de lugar es este...? Lleno de niñas gritonas y miradas raras.
-Y aún no he conocido a la supuesta prometida. Tsk.

Slow Dancer relinchó, divertido.

Johnny se apoyó en la cerca del establo, mirando al cielo.

-...Aunque si se parece a las cartas que mi viejo mostró... tal vez no esté tan mal conocerla.

El día llegó nublado, con la luz del sol filtrándose apenas por las nubes de Vale.

Era el tipo de clima que Johnny apreciaba: no demasiado brillante, no demasiado frío.

En el campo de entrenamiento de Beacon, un grupo de estudiantes observaba en fila, con miradas curiosas, algunos cruzando los brazos, otros susurrando entre dientes.

Johnny se paró frente a ellos, el bastón clavado en la tierra, el cuerpo recto a pesar del leve temblor de sus piernas.

-Hoy aprenderán que no necesitan fuerza bruta para destruir algo -dijo con voz baja, cortante.

Sin decir más, levantó una mano, su dedo apuntando hacia una serie de objetivos metálicos.

Una rotación giró suavemente en su cuerpo.

Y entonces...

¡PRAK!

Una uña disparada.
Una explosión precisa.
El objetivo se partió a la mitad como si hubiera sido cortado por una navaja invisible.

Los estudiantes quedaron en silencio. Algunos aplaudieron.
Otros, como Jaune Arc, apretaron los dientes con rabia apenas contenida.

-Eso fue... ¿polvo? -murmuró una chica.

-No. Eso fue técnica -dijo Pyrrha desde atrás, con los brazos cruzados-. Y algo más que no alcanzo a entender.

Jaune no dijo nada. Solo observaba cómo ese "lisiado", como lo llamaba en sus pensamientos más oscuros, recibía respeto. Respeto que él había intentado comprar con mentiras.

Weiss observaba desde una baranda cercana, con las manos entrelazadas.

Llevaba puesto su uniforme de Beacon impecable, aunque hoy parecía más formal, más contenida.

Cuando Johnny terminó su demostración, se apartó del grupo. Sus movimientos eran pesados. Apoyaba su peso en el bastón con cada paso, y aunque caminaba con dignidad, era evidente que su cuerpo aún luchaba contra viejas heridas.

Weiss descendió por las escaleras.
El viento sopló un poco, moviendo sus cabellos blancos como copos de nieve danzando en el aire.

Johnny la notó y ladeó la cabeza, ligeramente.
Sus ojos, cansados pero intensos, se clavaron en ella.

-¿Schnee, supongo? -dijo con voz seca, sin alzar la ceja.

Weiss tragó saliva.

-Sí. Weiss Schnee. Encantada de conocerte, señor Joestar.

Johnny bufó apenas, con una sonrisa torcida.

-"Señor Joestar" suena como algo que dicen los abogados de mi padre.

Ella sonrió, pero con reservas. Johnny se acercó, y con un gesto brusco, se sentó sobre un pilar bajo de piedra, estirando una pierna.

-Mi espalda se queja si estoy de pie más de diez minutos. No es por falta de modales -dijo, anticipando el juicio.

Weiss negó suavemente con la cabeza.

-Entiendo... Has pasado por mucho. Se nota que eres fuerte.

-Nah -murmuró él-. Solo soy demasiado terco para quedarme en el suelo.

Por un momento, ambos callaron.

Johnny observaba el campo. Weiss lo observaba a él.

Notó la forma en que movía los dedos, cómo sus ojos se perdían por momentos. Era arrogante, sí, pero había algo... quebrado. Como un caballo herido que aún intentaba galopar.

Ella había conocido a muchos así. Hombres que fingían ser torres para no mostrar que eran ruinas.

-¿Y tú? -preguntó de pronto-. ¿Querías este compromiso?

Weiss dudó. El viento sopló otra vez.

-No. Pero no lo rechazo del todo -dijo con honestidad.

Johnny arqueó una ceja.

-¿Porque soy guapo?

Ella soltó una risa suave, sarcástica.

-Porque si voy a estar atada a alguien... prefiero que sea alguien que no se deje atar tan fácilmente.

Johnny la miró. Por primera vez, sus labios se torcieron en una sonrisa real.

-Eso es nuevo.

Desde la distancia, Jaune los observaba.

La furia hervía en su estómago. Él, que se había jugado todo mintiendo su inscripción. Él, que soñaba con ser un héroe.

Y sin embargo... Era Johnny Joestar, el inválido arrogante con bastón, quien se ganaba las miradas.

-No es justo... -murmuró.

Pyrrha, que estaba detrás, lo escuchó.

-¿Qué no es justo?

Jaune la miró.

-Nada -dijo, con los puños cerrados-. Nada.

Johnny se puso de pie lentamente, gruñendo bajo.

-Bueno, Weiss Schnee. Tal vez no seas tan insoportable como pensaba.

-Y tú tal vez no seas tan idiota como pareces -respondió ella, alzando la barbilla.

Ambos se miraron. Un pequeño gesto de respeto mutuo comenzó a formarse.
No cariño. No atracción. Pero sí... curiosidad. Una chispa.

La clase de chispa que puede arder... o volverse incendio.

Los días comenzaron a volverse rutina.

Johnny se entrenaba por las mañanas. Algunas veces daba clases improvisadas a quienes se atrevían a acercarse.

Weiss, para sorpresa de todos -y de sí misma-, eligió estar cerca de él.

No era romántico. No todavía. Era compañía. Conversaciones a medias. Caminatas lentas por los jardines de Beacon, entre árboles altos y hojas cayendo. Ella hablaba. Él escuchaba. A veces, Johnny decía algo tan cínico y honesto que Weiss reía sin querer.

Johnny no la veía como una princesa. Y Weiss no lo trataba como si fuera de cristal.

Eso era refrescante para ambos.

Una tarde, Ruby entró corriendo a la habitación que compartía con Weiss, sus ojos rojos brillando con travesura.

-¡Weiss! ¡Weiss! ¿Es cierto que estuviste toda la tarde con Johnny? ¿Ya tienes noviooooo?

Weiss levantó la mirada del libro que fingía leer.

-¡No seas ridícula, Ruby! ¡No es nada de eso!

Detrás de Ruby, Yang apareció apoyada en el marco de la puerta con una gran sonrisa.

-Aww, vamos. No es como si fuera malo. Solo imagino... pequeños mini Weiss corriendo por Beacon. ¿Te los imaginas? Con cabello balnco y haciendo poses con los brazos. ¡Tan formales y gritones como tú!

Weiss se sonrojó hasta las orejas y arrojó una almohada.

-¡YANG, CÁLLATE! ¡NO DIGAS TONTERÍAS!

La carcajada de Ruby y Yang retumbó en los pasillos. Weiss, aunque enfadada, sonrió apenas, cubriéndose la cara con el cojín.

Muy lejos de esa escena, en Atlas, Winter Schnee terminaba de abotonarse su uniforme militar frente al espejo.

Miró su reflejo, serio. Inmóvil.

El mensaje de Weiss seguía en su Scroll.

"Él no es lo que esperaba... pero no es desagradable. Me trata como si no fuera una carga."

Winter apretó el dispositivo.

Si las cosas seguían así, su hermana menor podría quedar atada a Johnny por la voluntad de Jacques.
Y eso...

Eso la carcomía.

Porque si ella no hubiera escapado. Si no hubiera abrazado el ejército como vía de escape.
Ella estaría en ese lugar. Ella, y no Weiss, habría sido la prometida.

Su corazón dolía con una punzada de culpa.
¿Estaba celosa? ¿O solo arrepentida?

Ya tenía sus papeles listos. Pronto, llegaría a Beacon.

"Haré lo necesario si papá va demasiado lejos..."

Mientras tanto, en el campo de entrenamiento...

Jaune Arc se movía solo. Su espada temblaba en sus manos. Su técnica era torpe. Cada estocada dejaba ver lo que intentaba esconder: no sabía pelear.

Frustrado, jadeando, lanzó la espada lejos.

-¡Maldición!

La hoja cayó lejos, entre los arbustos. Detrás de él, Pyrrha observaba en silencio.

-¿Quieres ayuda?

Jaune se giró, furioso.

-No necesito tu compasión.

Pyrrha parpadeó, herida.

-No es compasión. Es compañerismo. Somos un equipo.

-¿Un equipo? -Jaune rió con sarcasmo-. ¿Y para qué sirve eso si tú haces todo y yo solo... existo?

-¡Jaune! Eso no es cierto, tú tienes potencial. Solo necesitas práctica y-

-¿Y qué? ¿Tú me vas a arreglar? ¿Quieres sentirte mejor ayudando?

Las palabras cortaron más profundo que cualquier espada.

Pyrrha se quedó callada.

Una, dos, tres respiraciones...

-Entonces... -murmuró, con voz rota-. Tal vez lo mejor sea que te arregles solo.

Se dio media vuelta. No corrió. No gritó.

Simplemente lo dejó atrás.

Y por primera vez, Jaune sintió lo que era estar realmente solo.

Esa noche, Johnny miraba la luna desde un banco del jardín. Weiss se sentó a su lado sin pedir permiso.

No hablaban.
El silencio bastaba.

-¿Sabes? -dijo Johnny, sin apartar la vista del cielo-. La luna me recuerda a las piernas que no tengo. Hermosa, lejana, y rota.

Weiss lo miró, dolida. Pero no por lástima. Sino porque entendía.

-Yo también me siento así a veces.

Johnny la miró. Por primera vez, de verdad.

No como una heredera. No como una pieza del ajedrez de su padre.

Sino como alguien roto de otra forma.

-Supongo que los pedazos rotos a veces hacen buenos espejos -susurró él.

Ella no respondió.

Pero no se alejó.

Weiss se iba acostumbrando a Johnny.

No solo a su carácter... también a su forma de existir.

Su lentitud al caminar. Sus silencios cargados de amargura. El modo en que se burlaba de todo como si ya hubiese perdido una guerra antes de empezar otra.

No era romántico aún, pero ya no era indiferente.

Y eso, para Weiss, lo era todo.

Sin embargo, no todos en Beacon compartían esa adaptación. Menos aún... Jaune Arc.

Desde que escuchó -por medio de una desafortunada costumbre de espiar conversaciones ajenas entre Ruby, Blake y Yang- que Weiss Schnee estaba comprometida con Johnny Joestar, algo se quebró dentro de él.

Primero fue desconcierto. Luego rabia.
Y después, un orgullo malherido que exigía hacer algo... lo que fuera.

La noticia corrió como incendio por los dormitorios.El último Joestar, atractivo, exótico, letal... ahora "pertenecía" a la familia Schnee. Los suspiros de las estudiantes se tornaron en quejas y lágrimas silenciosas.

Pero Jaune fue el que mas lloró.

Él ardió.

Esa misma tarde, bajo el sol naranja que moría sobre los patios de entrenamiento, Johnny Joestar estaba practicando disparos de precisión con sus uñas giratorias sobre una hilera de objetivos de metal.

Cuando la voz de Jaune cortó el aire-¡Joestar!

Johnny no se giró. Terminó su disparo. CLANG. El blanco se partió en dos.

-¿Qué quieres, niñito?

-¡Te desafío! -gritó Jaune, con la espada en mano, el rostro rojo de furia.

Johnny por fin se volvió. Lo miró de arriba abajo, apoyado en su bastón, sin una gota de expresión.

-¿Tú? -suspiró-. No tienes oportunidad, muchacho. Regresa a practicar con tus amigos imaginarios.

-¿¡Por qué alguien como Weiss estaría contigo!? -soltó Jaune, con veneno en la voz-. ¡Eres un inválido! ¡Un tipo amargado que solo vive porque su apellido lo protege!

Johnny se detuvo. Sus dedos se crisparon sobre el bastón. Pero no se movió.

-¿Y tú qué eres? -preguntó, con tono plano-. ¿El héroe de una historia que nadie quiere leer?

Eso encendió la chispa.

-¡Tal vez no soy perfecto, pero al menos no necesito ruedas para moverme! ¡Weiss no te ama! ¡Solo está contigo porque tu familia la obliga!

La risa que soltó Johnny fue vacía.

-¿Y tú qué sabes del amor? ¿Has sentido alguna vez que alguien te mire sin pena?

-¡Mejor que ella esté conmigo a que termine desperdiciada con un monstruo como tú!- el Arc grito al joestar.

Y ahí...

algo se rompió.

El aire vibró. Nadie lo notó.

Pero Johnny alzó un dedo.

-...Has cruzado la línea, bastardo.

Nadie más pudo verlo. Pero un resplandor se dibujó a su espalda.

Tusk Act 2.
Una figura etérea, flotando, con forma de cuadrupeda espectral y garras de hueso.


Sus dedos, alargados, brillaban con energía giratoria.Johnny extendió la mano hacia Jaune. No necesitó palabras.

-Vamos a dejar algo en claro.

Y disparó.

No una bala. No una uña.

Un giro.

La energía invisible estalló contra el pecho de Jaune, lanzándolo varios metros hacia atrás como si una criatura invisible lo hubiera embestido.

-¡Aghh!

Jaune rodó por el suelo, escupiendo sangre.

No entendía. No lo había visto. No había nada allí. Solo Johnny, quieto, como una estatua de muerte.

-¿Q-qué... fue eso?

Johnny avanzó, lento, bastón tras bastón, como un verdugo.

-Mi paciencia tiene límites. Puedes burlarte de mí. Puedes pensar que me conoces. Pero si vuelves a hablar de Weiss con esa lengua podrida...

Se detuvo junto al cuerpo de Jaune.

-...no te dejaré levantarte la próxima vez.

Desde la distancia, varias figuras habían presenciado el enfrentamiento.

Weiss, paralizada entre la confusión y el miedo.
Ruby, boquiabierta. Pyrrha... con una mezcla de tristeza y decepción.

Winter, que acababa de llegar a Beacon esa mañana, observaba desde un balcón, sin ser vista.

-Así que... ese es el Joestar.

No era solo fuerza.

Era peligro.

Y su hermana estaba demasiado cerca de ese fuego.

Jaune yacía en el suelo. Pero algo en su interior no lo dejaba rendirse.

"Aún puedo levantarme... aún puedo... probar que valgo algo."

Los gritos de los estudiantes que se habían aglomerado alrededor eran solo ecos lejanos.

Y entonces, lo hizo. Tembloroso. Furioso.

Idiota.

Se alzó con la espada en mano, y con un rugido que no parecía suyo, corrió hacia Johnny Joestar.

-¡GRRRAAAAHH!

El Joestar giró lentamente la cabeza.

-¿Otra vez?

La hoja de la espada bajó con fuerza, directo hacia su rostro.

Y entonces...

CLANK.

Como si una muralla invisible hubiese detenido la espada. Nadie más lo vio, pero Tusk extendió una mano y atrapó el filo con sus dedos espirituales.

Jaune forcejeó, sin comprender por qué su espada no avanzaba ni un centímetro.

-¿Qué demonios...?

Johnny ya no estaba sentado. Su cuerpo brillaba con la energía de la rotación. Su bastón temblaba, no por debilidad... sino por exceso de poder.

-Yo te di una advertencia, mocoso.

Un giro.

Un solo dedo.

Y el mundo de Jaune colapsó.

La energía giratoria lo envolvió y lo lanzó como un títere sin cuerdas, rodando por el suelo, atravesando bancos, escaleras, ventanas rotas, pasillos, estandartes.

Toda la academia sintió el impacto. Estudiantes gritaron. Alarmas sonaron. Profesores se asomaron.

-¡¿QUÉ ESTÁ PASANDO?!

-¡ES EL REICH VOLVIO POR SU VENGANZA! ¡ETAMOS BAJO ATAQUE!

-¡¿ESO ES UN SEMBLANCE?!

Johnny giraba su dedo índice, y Jaune era arrastrado como si fuera una marioneta atada a un lazo. Cada giro de rotación lo hacía chocar con otra pared, otro pilar, otra promesa rota de dignidad.

Hasta que una voz, una sola, lo frenó todo.

-¡JOHNNY, YA BASTA!

Weiss había corrido al centro del caos. Respiraba agitada. Tenía los ojos humedecidos, el rostro rojo, el corazón palpitando como tambor de guerra.

Johnny frenó.

Un último giro. Jaune cayó al suelo como un trapo sucio.

El Joestar bajó el brazo. Su semblante era tenso. Respiraba lento, conteniéndose.

-¿Por qué? -susurró-. Me insultó. Te insultó. ¿No merecía algo peor?

-Esto no es una excusa -dijo Weiss, avanzando hasta él-. Esto es una escuela. Por favor...

Johnny la miró largo rato. Luego suspiró. Y apagó la rotación.

-...por ti.

Mientras tanto, Glynda Goodwitch ya estaba al tanto del desastre.

Fue ella quien se encargó de que Jaune fuera llevado a la enfermería bajo vigilancia médica. Su rostro era piedra. No por Johnny... sino por lo que acababa de descubrir.

Una revisión rápida al expediente de Jaune reveló irregularidades. Su historial académico. Sus habilidades. Sus cartas de recomendación.
Falsas.

-Así que así fue como entraste, Jaune Arc... -murmuró con amargura-. ¿Creíste que nunca lo sabríamos?

Weiss acompañó a Johnny de regreso a su habitación. Todo el cuerpo le temblaba aún, no por rabia... sino por las miradas. Los susurros. La idea de que Beacon ya no los vería como antes.

Y entonces... otra sorpresa.

Winter estaba ahí. Uniforme impecable. Brazos cruzados. Mirada dura.

-Necesito hablar contigo -le dijo a Johnny.

-¿De qué se trata? -preguntó Weiss, inquieta.

-En privado.

La hermana menor palideció.

-Winter... no hagas esto. No interfieras.

Pero la mayor ya había tomado una decisión. Su voz fue fría, tajante.

-Solo quiero saber si este hombre es digno de ti. O si tengo que romperle las piernas de nuevo.

Johnny arqueó una ceja.

-He lidiado con peores que tú, Schnee. Pero adelante. Intenta convencerme.

Weiss se llevó una mano al rostro.

La advertencia de Winter fue clara.

No era una amenaza militar. Era un juramento de hermana.

-No juegues con ella, Johnny. Weiss merece algo más que una sombra de hombre.

Johnny no respondió con palabras. Se levantó brevemente de su silla. Solo lo suficiente.

Para que Winter viera su cicatriz. La del disparo que lo dejó paralizado. La del pasado que no olvidaba.

Y le sostuvo la mirada.

-No soy sombra. Ni me arrodillo ante nadie... excepto por ella.

Winter no sonrió. Pero su silencio fue aprobación.

Mientras tanto, en la enfermería, Jaune Arc recibía la última noticia que le destrozaría la moral.

-Tu Semblanza ha sido alterada -dijo Glynda con voz seca-. El impacto de la rotación del Stand ha interferido con tu aura. Y... no sabemos si volverá.

Jaune la miró con ojos apagados.

-¿Eso es todo?

-No -dijo la profesora, con un documento entre las manos-. También se ha comprobado que falsificaste tu ingreso. No hay lugar para ti en Beacon.

Ese fue el final.

No hubo redención. No hubo disculpas sinceras.
Solo puertas cerradas. Y una carta de expulsión firmada con tinta negra.

Jaune salió de la academia esa misma semana.Solo. Con la espada envuelta en tela. Y sin nadie que le preguntara si necesitaba ayuda.



Años después...


Beacon celebraba su ceremonia de graduación.

Entre aplausos, Weiss Schnee subió al podio. La más destacada de su generación. Refinada, poderosa, imbatible. Una cazadora de leyenda en formación.

El viento agitaba su largo cabello blanco mientras sostenía su diploma.

Y en la primera fila, aplaudiendo con una sonrisa sincera, estaba Johnny Joestar, vestido con un traje formal adaptado, su silla decorada con motivos Schnee y Joestar combinados. Un guiño a dos linajes que, contra todo pronóstico, ahora compartían destino.

Weiss bajó del escenario y caminó directo hacia él.
No dijo nada.

Solo se inclinó... y lo besó.

El auditorio estalló en gritos, suspiros, y alguna que otra fan decepcionada que rompía una carta de amor en silencio.

Poco después, el compromiso se volvió oficial.
Y no pasó mucho para que la boda tuviera lugar.

Weiss Schnee, la joya de Atlas. Johnny Joestar, el mejor corredor de bestias.

Se juraron protección y respeto.
Y aunque el amor no fue un rayo...
fue una llama que resistió cada tempestad.

Claro, había un último asunto pendiente.

Jacques Schnee.

Aquel que había tratado de vender a su hija. El arquitecto del compromiso que acabó fracasando.

Johnny fue a visitarlo.

Solo.

Entró rodando en su silla por los pasillos del patriarcado Schnee, ignorando los murmullos, las miradas de desdén de los sirvientes.

Cuando llegó al despacho de Jacques, lo encontró como siempre: arrogante y bebiendo vino.

-¿Vienes a agradecerme, inválido? -dijo Jacques, con voz desdeñosa-. Sin mí, nunca hubieras conocido a mi hija.

Johnny se acercó sin decir palabra.

Y entonces, se levantó.

Sí.

Solo por un instante. Una técnica nueva con su Stand le permitía mantenerse en pie por segundos si rotaba sus piernas con energía giratoria.
Dolía.
Mucho.

Pero valía la pena.

-No vengo a agradecerte.

El puño de Johnny impactó con fuerza quirúrgica en la mandíbula de Jacques. No lo mató.
Pero sí le rompió el orgullo.

Jacques cayó al suelo. Atónito. Humillado.

-Solo vengo a dejar algo claro -dijo Johnny, apoyado en su bastón mientras el Stand lo sostenía invisible-Si alguna vez intentas lastimar a Weiss, te juro que no verás venir el siguiente disparo.

Y con eso, se retiró.

Esa noche, Weiss y Johnny se sentaron juntos frente a la chimenea. Winter los acompañó brevemente, sonriendo con la elegancia de quien supo ceder.

Ruby les tejía una bufanda ridícula de pareja.
Yang todavía bromeaba con los "mini Weiss con sombreros vaqueros".

Y aunque el pasado había sido duro...
el presente ardía con calidez.

Una Schnee.
Un Joestar.

Unidos no por tradición.
Sino porque se eligieron.

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