"Bueno, este es el lugar, Sr. Schmidt. Este establecimiento cuenta con 11 cámaras con las que podrá vigilar cada rincón de este establecimiento. – le enseña la consola – este panel le permite cambiar de forma rápida entre las cámaras y poder ver alguna anomalía. Estos dos botones en la pared sirven para mantenerlo seguro en caso de una emergencia o algún ataque. – oprime el enorme botón rojo de la pared, dejando caer una enorme puerta de acero que cubría todo ese espacio. – Solo necesita tener cuidado de no tener a alguien debajo de ella, debido a que las consecuencias serian graves... - vuelve a presionar el botón. – También cuenta con otro botón, este se ubica debajo del botón de la puerta, este le dará visión en ambos pasillos para verificar quien este afuera y poder evitar problemas. – Camina por la oficina hasta el escritorio, donde enciende de nuevo la consola. – Como puede ver, todas las funciones de su oficina tienen un consumo de energía regular y sostenible para cumplir las 6 horas de su vigilancia nocturna. – le enseña la batería en el extremo superior de la pantalla. – Como vera, hacer uso constante o aglomerar el gasto de energía puede hacer que se agote incluso antes de que termine su jornada. Una vez que se agote la energía, no podrá hacer uso de la consola, ni de las puertas. Lo dejara expuesto. Le recomiendo discreción con ello."
Ambos salieron de la oficina caminando por el pasillo hasta llegar al escenario principal.
Se detuvieron al frente de los tres miembros principales de la banda: El Oso Freddy, El Conejo Bonnie y Chica.
- Su trabajo es vigilarlos durante su guardia. – señala a los animatrónicos – No sé si lo sepa, pero estos modelos no son tan modernos como los anteriores que solíamos tener. A penas son capaces de mover la parte superior de su cuerpo, sus pies sin inamovibles, pero eso no los hace indeseables para los coleccionistas.
- Son un tanto... - comenta – ¿lindos?
- Yo prefiero a los anteriores, estos son viejos, pero los niños los adoran.
Ya en la puerta de entrada, ambos estrechan las manos.
- Empieza hoy a las 11:59 pm. – le entrega un duplicado de la llave. – Cuide esta llave. Una vez que termine guardia, debe pasarle la llave al otro guardia que lo reemplazara en las mañanas. – bajo el brazo. – Cada noche recibirá una llamada pregrabada por su supervisor. Espero que la experiencia en Freddy Fazbear's Pizza sea de su agrado.
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Y se miró en el espejo mientras se limpiaba los dientes, la espuma se iba aglomerando con cada sacudida. Esperaba tener una noche tranquila antes de irse a la cama, pero como era costumbre:
- ¿No piensas hablar de lo que paso ayer? – pregunto el conejo de largas orejas, quien se apoyaba sobre la puerta con los brazos cruzados. – la diversión, el momento de aceptación o quizás la emoción de saber que eres parte de las populares.
Escupe sobre el lavabo y bebe de un vaso de agua, lo usaba como enjuague.
- Digamos que, fue algo bueno. – camina por el pasillo hasta llegar a su habitación.
- ¿Y ya? – la puerta se cierra en su delante.
Valeri se sube a su cama. El conejo se le aparece desde debajo de la cama, deslizándose como una serpiente – "Je Je Je... Veo que las consecuencias son irrelevantes, ¿eh?"
Hasta el momento, no lograba entender el simple hecho de esas consecuencias que tanto hablaba. Sin embargo, algo se sentía extraño. Ellos supuestamente son los únicos en el cuarto, ¿a quien estaba viendo? – pensó. A lo que, al darse vuelta, sus ojos se exaltaron al ver lo que tenía en frente, yéndose hacia atrás del asombro.
Una vez en el suelo, exclamo: ¡Ay! – se froto la cabeza. Una vez con los ojos claros, miro un rostro feroz y amenazante la miraba con algo de duda, como si ella no fuese lo que estaba buscando. Tenía el ceño fruncido, sus pestañas eran finas y muy onduladas, era como ver una modelo, pero con el rostro de un zorro, y albina.
A lo que ella pregunto:
- ¿Estas bien, pequeña? – dijo la albina de orejas pequeñas y puntiagudas – Esa caída se vio dolorosa. – Valeri se le queda viendo, incrédula ante lo que estaba observando. - ¿Te pasa algo? – sus ojos no paraban de verle sus orejas, algo que ella noto. – Ni siquiera lo pienses. Nadie puede tocarlas, ni él puede hacerlo – dice apuntando al conejo con sus ojos. – Deja que te ayude. – le extendió su mano, la cual era delgada y fina como la de una mujer joven, pero con pelaje y muy suaves. – Vamos.
Le toma la mano, y se levanta. Ya una vez de pie, pudo verla mejor.
Era como ver a una dama de alto cuidado, hermosa como una margarita y pura como su pelaje. Su cuerpo era como el de una mujer joven, curvas no tan exageradas, muslos bien cuidado y un pecho moderado con un moño rojo sobre el cuello. Sus labios rojos y bien cuidados. Era como ver a una modelo... ¿Una cola? Pensó Valeri, quien noto como esta se sacudía por si sola. A lo que la enorme mujer le dijo: "Eso tampoco se toca, pequeña."
- Vaya, vaya... - dice el conejo, quien camina hasta acercarse a Valeri. – No pensé verte hoy. – su tono cambio abruptamente.
La mira fijamente.
El ambiente se siente pesado.
- Tú más que nadie debería saberlo. – se cruza de brazos y con un tono seguro responde. – Jamás pensé que te demorarías en incitar a alguien en pedir todos sus deseos, y peor aún, una linda niña te la puso difícil.
- Que chistoso. – se ríe en señal de burla. – Eso suena a la misma mujer que ama añadir consecuencias, pero es raro, en vez de hacer mal, hiciste un bien con ella. – mira de reojo a Valeri, quien también lo hace. - ¿Sabes? – camina por el costado de Valeri y la albina, quienes lo seguían con la mirada. – Dude por un momento cuando hiciste que confrontara a esa niña en su cumpleaños, y no solo eso, sino que también, tener las agallas para robarle las amigas... eso no es propio de ti.
- Esa niña era egoísta, maleducada, caprichosa, deshonesta e infantil. – mira a Valeri para luego ver de nuevo al conejo, al parecer, la defendía. – A diferencia de los otros, su deseo afecto de manera positiva a aquellas niñas, o acaso, ¿no lo recuerdas?
"¿De qué hablas? – pregunto Ruby a Valeri, quien no lograba entender lo que decía. – No hay ninguna trampa, no hay nada de eso. Todas estamos siendo sinceras contigo. – Susie interviene. – Sabemos que al principio nos burlábamos de ti, pero no éramos nosotros, no era algo que en verdad queríamos decir. – Chelsea con pequeñas lágrimas en los ojos, le dijo. – Si te hicimos sentir mal durante las clases, en serio, te pedimos perdón por eso. ¡Si no crees en nuestras palabras, te demostraremos que nuestras acciones son sinceras, y que con el tiempo espero que nos aceptes"
Ese breve recuerdo vino a su mente, desde hace tiempo Valeri no era capaz de formar amistades, pero aquella noche, todas ellas le demostraron que en verdad hablaban con sinceridad; puede que Dayanne siempre las usaba como un arma para hacerla sentir mal en todo momento. No había un momento en el que ella pudiera respirar, pero ahora, siente que encaja en algo.
- Si ella fuese una mala niña, no crees qué, hubiese pedido de que ella muriese. – dijo ella. – Sin embargo, pidió que ella sufriera por el daño que le hizo, un acto que se puede considerar egoísta desde un ángulo perceptivo distinto; sin embargo, no lo fue, de todas formas, matarla sería una forma rápida y sin dolor, sin manera de demostrar quien lo hizo. Moralmente, ella prefirió equilibrar la balanza, Springtrap.
¿Ese es su nombre? – se preguntó así misma, mientras notaba como el gesto alegre y juguetón del conejo se tornaba algo furioso ante ese nombre, ¿acaso odiaba ese nombre?
- ¡No me llames así! – lanza un grito amenazante.
Valeri retrocede del miedo. Desprendía un aura aterradora.
Se le acerco y como si buscara algo, extendió su delgado dedo y lo apoyo sobre el corbatín del conejo. Y entonces...
Una ilusión pensó, era como ver ese extraño fenómeno que muchos afirman a ver visto en los desiertos, el oasis en medio de inmensa arena caliente, un rayo de esperanza que se desvanece una vez que lo ves mejor. Eso mismo paso con él. Aquella figura adoraba, divertida y juguetona, que manifestaba en todo momento se vio caída una vez que la ilusión acabo.
Era como ver a un Conejo Roto, rasgado, destruido por el padre tiempo; su cuerpo se pudría en todo momento. Entre los trozos resaltaba la carne podrida y ligamentos que se estiraban con cada movimiento que hacía. Sus ojos se encarnecían como si de un estado de locura se tratase. – "Dolor... Dolor..." eran los susurros que envolvían el cuerpo carente de vida de ese Conejo.
- Ja Ja Ja – se ríe. – Parece que la sorpresa se acabó. – Oprime su corbatín. – Como detesto ver el pasado.
- Sigues siendo el mismo. ¡Nunca cambiaras! – exclama ella, quien se mostraba enojada ante el conejo.
Le da la espalda.
- ¡Bien! – responde – ¡No te necesito! Hay veces que pienso en lo que hice, y de todos mis errores, el peor... fue tratar de ayudarte cuando nadie más lo haría.
Camino entre ellas y salió por la puerta, cerrándola de forma abrupta la puerta contra los bordes de la pared.
Al principio hubo silencio, un ligero suspiro se hizo presente en la habitación, Valeri contuvo la respiración hasta que escucho un ligero llanto contenido por parte de aquella mujer de orejas puntiagudas, quien no era capaz de mantener la seriedad en ese momento.
Tomo una posición fetal, abrazando sus rodillas contra su rostro. No deseaba ser vista así.
Valeri camino con cuidado hasta tenerla en frente, se arrodillo hasta estar a la altura de su cabeza, y en un acto de comprensión, la abrazo.
- Ya pasó... - trata de consolar a su nueva invitada. – No llores.
Ella alza la mirada y corresponde al abrazo.
- Gracias. – agradece dicho acto reconfortante. - *Sniff*... no quería hacerle daño... Yo solo...
- Todo estará bien. – contesto a su dolor, acariciándole la cabeza, mientras volvía a repetir. – Todo estará bien
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Sin darse cuenta del tiempo que no se detenía, la noche había invadido gran parte del lugar. Cada vez los disfraces se iban desapareciendo, era algo evidente, a estas horas empieza la verdadera búsqueda de dulces. Poco a poco la presencia del Oso se iba desvaneciendo con la ausencia de niños que habían venido a ver el espectáculo principal. Para Ruth, sus canciones no eran las mejores, pero eran lo suficientemente divertidas para distraer a los niños.
- ¿No te parece algo aterrador? – pregunto Michel, quien se mostraba algo inquieta con la enorme boca del oso. – No me imagino tener mi cabeza contra sus dientes...
- Creo que deben de tener una especie de mecanismo seguro sobre su mandíbula para evitar accidentes, ¿no? – comento Ruth, quien también veía esos dientes. – ¿Quién sería tan tonto para meter su cabeza ahí?
Unas manos se deslizaron por sus hombros hasta agarrarlas en un abrazo desde el cuello, un agarre suave y delicado.
- ¿Eh?... Oh, Walter. – dice Ruth asombrada por el susto.
- Perdón la demora... - nota los antifaces que llevaban puestos. - ¿Qué onda con esas máscaras?
- Oh, ¿esto? – Michel señala. – Quisimos formar parte de la tradición, pero solo teníamos esto y, ya sabes...
- Eso es entendible... - las suelta y revisa en su mochila, sacando un antifaz con orejas de conejo dorada. - ¿Qué creen? No fueron las únicas con la misma idea. – se pone el antifaz.
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"Antes éramos solo él y yo, fuimos pasando de persona en persona, buscando nuevas personas a quienes cumplirles sus deseos. – explica la albina de orejas puntiagudas – No siempre eran deseos alegres, con cada deseo que iban solicitando, se corrompían. Springtrap lo sabía, era consciente de que era un poder que no se debía tomar a la ligera con quien sea; en especial con una persona. Fue entonces que le puso condiciones para escoger al próximo: Tendría que ser un niño, alguien cuya vida no tenga felicidad...tu eres ese tipo de persona. – Suspira. – Poco a poco las exigencias fueron apareciendo, varios niños sucumbieron a la locura, algunos ni siquiera sé que les paso. Springtrap no fue una excepción. No siempre fue así. ¿Alguna vez te hablo de como era? – Valeri lo niega. – Era de esperarse. Springtrap era alguien alegre, comprensivo, feliz con lo que hacía. Pero una vez, todo eso cambio.
Fue hace años. Llevábamos ya tiempo haciendo esto, el concede los deseos y yo evalúa el tipo de consecuencia que tendría el niño.
- ¿Qué te parece? – dijo él – Es un encanto. Creo que podemos ayudarle, solo necesita ayuda.
- Lleva ya varios deseos, no puedo creer que ninguno de ellos le genere una consecuencia grave; es distinto a los otros.
- Tenía pensado concederle un deseo especial. Solo para él.
- ¿En serio? ¿Cuál?
- Darle amigos.
La idea era sincera y generosa. Pero entonces, antes de que este pueda siquiera pedirlo.
No quiero, por favor... ¿Hermano? ¡Porqué!
Esa noche fue que todo cambio para ambos. Pero el más afectado fue Springtrap, quien no pudo hacer nada para detenerlos, lo único que pudo hacer, fue verlo morir.
Algo dentro de él se quebró, nunca más volvió a ser el mismo desde entonces.
- ¿Qué crees que haces? – Exclama – Esto no lo haces por él, lo haces por ti... Springtrap...
- No pienso dejarlo solo, Mangle. – contesto dándole la espalda. – Pienso darle ese deseo.
Ya no era él. Solo era un Conejo, roto por dentro, y alegre por fuera. Aunque trata de mostrarse amigable, no es de fiarse. ¿Lo entiendes?"
Valeri la mira y respondió: << Sí...>>
- No lo odies. – dice la albina – Puede que sea algo molestoso, pero en el fondo queda algo de su yo antiguo.
- Lo sé.
Mangle la mira con una sonrisa.
- Tu nombre es Mangle, ¿no? – pregunto ella.
- Sí. O eso creo. – agita su cola.
- Es un bonito nombre. – agita los pies en el aire, viéndolos desde la cama - ¿Qué relación tienen ustedes dos?
- ¿Hm?... – sus mejillas se sonrojan. – Este... digamos que somos amigos, o algo así.
- No es cierto. – la interroga. – En fin. No importa.
Se levanta de la cama. Y la mira fijamente.
- ¿Te quedaras como él?
- Él y yo somos como un chicle contigo. Sin embargo... - se levanta y busca bajo la cama. – No necesariamente estaremos en todo momento contigo, es algo aburrido a veces. – Saca un peluche nuevo, este era como el de Foxy, pero sin el parche, y de color blanco con las palmas rosadas. – Puedes llamarnos cuando quieras, solo tienes que oprimir la nariz y apareceremos en ese momento. Solo una cosa, evita que alguien ajeno a ti lo toque.
- ¿Por qué? – recibe el peluche
- Si alguien más lo toca, podrán vernos y no creo que quieras que eso pase.
Miro de forma pensativa el peluche, y al regresar su mirada, ella respondió. – "No..." – pero algo recorre su mente, algo pasajero.
Como ya era costumbre, esa misma mañana al abrir los ojos, pudo notar como su presencia era cada vez más molesto, sonriente y algo exótico para ser él. Lo único que dijo: "Buenos días... ¿Cómo piensas realizar el día?" – dijo mientras frotaba sus manos, como si estuviese planeando algo. – "¿Con que deseo empezaremos?" A lo que Valeri responde con un gesto serio, ignorando al conejo como si fuese un perrito callejero aúlla por comida.
Se giro sobre la cama, para luego levantarse e irse a cambiar la ropa. Pero antes, opto por buscar el peluche del conejo, recordando lo que le dijo Mangle ayer sobre de como hacerlos desaparecer por el momento; o eso es lo que piensa, haciendo lógica en cómo hacerlos aparecer, quizás oprimiendo su nariz cuando están puede que traiga un efecto contrario. Busco en la repisa de arriba y tomo el peluche del conejo que estaba junto al otro. Lo tomo con ambas manos y se lo enseño, con una ligera sonrisa de satisfacción. A lo que el conejo, con un gesto confundido, le pregunta:
- ¿Qué haces con eso? – flexiona el brazo mientras apunta el peluche.
- Ya lo veras... - levanta lentamente su mano, sacando el dedo, llevándolo hacia la nariz del conejo. – Springtrap...
Oprime la nariz del conejo.
Suena como la nariz de un payaso chistoso.
Y entonces...
- Pero... - su dedo comenzaba a desaparecer. - ¡Ey! ¡No, no, no!! ¡Esto no es divertido!... – sus pies comenzaron a desaparecer, poco a poco iba desvaneciéndose. – Me las pagaras...
Y así como sus palabras se perdieron en el vacío de su cuarto, su cuerpo hizo lo mismo.
Dio un suspiro de alivio y devolvió el peluche en su lugar, esta vez, lo acomodo bien para que ambos se agarren la mano o pata, no estaba del todo segura, pero eso ya no importaba.
"¡Valeri! ¡El desayuno esta listo!" – exclamo su madre, quien ponía el tocino y los huevos sobre el plato. – "Si no te apuras, llegaras tarde a la escuela."
A lo que Valeri responde. – "¡En un minuto, mamá!"
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"¿Eres el nuevo?... – asiente. – Que bien. Ya me estaba muriendo de sueño... - le entrega una linterna y un vaso de cartón cuyo interior era café. – Hubieras traído algo para entretenerte, pero espero que este café te sirva. O, y también, baterías para la linterna. – se acomoda sus gafas."
- ¿Cómo estuvo el turno diurno? – pregunto el guardia nocturno.
- ¡Fatal! – contesto de forma desalentadora – Pero no todo es malo. Las madres solteras son cada vez más hermosas que cuando están casadas. – mueve sus cejas. – Bueno, en fin. Te dejo. Este lugar me genera claustrofobia cuanto más tiempo paso aquí.
Pasa por su costado.
- ¿Alguna anomalía? – pregunta antes de que se vaya.
- ¿Anomalía? – se gira sobre su lugar. – Hm... no lo sé. Todo estuvo normal. ¿Asustado?
Hace énfasis en las atracciones.
- No tienes que asustarte. Eso ya quedo en el pasado.
- Bueno. – se despide.
La puerta se cerro y el ambiente se sintió algo tenso. Mientras caminaba por el comedor principal, no pudo evitar pasar por el escenario donde estaban "Ellos", inmóviles, calladas y vacíos como debería ser. Sin embargo, a pesar del comentario de su compañero, algo no lo deja estar calmado. ¿Esto era miedo? – pensó, mientras se tocaba el abdomen, un mal recuerdo deseaba nacer.
Camino por el pasillo hasta llegar a su oficina, una vez ahí, toma asiento frente a su escritorio; dejando el café al costado del panel. Inclinándose un poco hacia atrás, tomo aire y exhalo con fuerza. Miro el poster que tenia en frente, cuya frase resaltante en la parte superior exclamaba: "CELEBRATE!", y bajo ella, el trio del espectáculo principal.
De no ser por esos dibujos a su costado, quizás estaría un poco delirante. Eran bonitos, tiernos e inocentes como lo son. ¿Cuántos habrán? – pensó, a lo que respondió. – "¿Seis? ¿O, quizás, siete?" – miro luego por el pasillo, notando que había aún más dibujos que resaltaban en la noche.
Una vez que el reloj marco las 12:00 am, como se le había notificado, sonó el teléfono.
Tomo el teléfono y contesto a la llamada: "Hola, ¿Hola? Uh, quería grabar un mensaje para ti, para ayudarte a instalarte en tu primera noche..."
●●●
No importaba cuanto intentase prestar atención a la clase de Algebra, desde ayer ese extraño pensamiento no dejaba de inquietarle. "¿Ellas serán capaces de verlo?" pensó.
El momento en el que les enseño el peluche, casi todas lo agarraron, y si las palabras de Mangle son ciertas; tomando en cuenta en que él no estará debido a que oprimió la nariz de su peluche, ellas deben ser capaces de verlo también. Trato de mantener el ritmo de la clase para no alzar sospechas o que alguien la interrogue por ese raro comportamiento.
- Veamos.... – la profesora busca a quien preguntarle. – Valeri. ¿Puedes decirme cual es la respuesta de la siguiente ecuación?
[2x + 30 = 120 - x] Estaba escrito en la pizarra. A lo que Valeri se levanto de su pupitre y camino hacia donde estaba la pizarra para escribir el procedimiento junto a la respuesta correcta. Esto es casi siempre una rutina para ella, una ecuación sencilla por el momento. A lo que, con seguridad, tomo la tiza y escribió el procedimiento sin problema alguno.
- (X = 30) – termino de escribir.
A lo que la profesora se acercó y con un gesto aprobatorio dijo:
- ¡Correcto! No hay duda de que se te hace bien los números, Valeri. Toma asiento.
Por primera vez en toda estancia en esta escuela, todos los presentes le aplaudieron. Esto la puso algo nerviosa, algo que se noto en su forma de caminar cuando estaba dirigiéndose a su pupitre. Pero algo se sentía raro, sintió una mirada penetrante, amenazantes en contra de ella. Trato de seguir el rastro con su mirada, pero le resultaba difícil de hallar, los elogios y el brillo de sus ojos la cegaban en todo momento. Y fue entonces, que vio como una rara silueta se iba moviendo hasta hacerse más y más grande, hasta tomar forma de un ser extremadamente delgado, con brazos largos y dedos largos, cubriendo todo el salón. Su rostro no era visible, solo veía la silueta de una sonrisa de extremo a extremo con ojos vacíos de bordes morados. Poco a poco ese mismo color se hacia presente, hasta cubrirlo por completo. Y entonces dijo: "¿Qué pasa, lindura?"
Y fue entonces que se abalanzo contra ella en un intento por devorarla.
Abre de golpe los ojos ante el susto que había tenido. Soltó un fuerte suspiro, algo que fue escuchado por todos. Quienes giraron sus cabezas para ver de que se trataba, incluyendo a la profesora, quien le pregunta: "¿Sucede algo, Valeri?" A lo que ella contesta. – "Nada... - respira agitada - ¿me permite ir al baño?" A lo que ella responde de forma positiva.
Una vez en el baño, se miro en el espejo mientras dejaba correr el agua del caño. Tomo un poco de agua con sus manos y la echo en su rostro, quería despertar, aquella pesadilla parecía real.
A lo que este hablo, apareciendo por detrás.
- Alguien no se ve tan... - mueve la cabeza ágilmente, estirándose exageradamente. – bien. Supongo que no es tú mejor día.
A lo que ella dijo:
- ¿Cómo es que estas aquí? Se supone que te hice desaparecer... - la interrumpe
- Yo no soy tan fácil como lo es tu nueva amiguita. – Acerca su cara contra la de ella, provocando que se asuste levemente. – A diferencia de ella y yo, posee más poder que el de ella, me encanta pegado a ti. Digamos que, eres un tanto interesante.
Pone su mano en el rostro de él, empujando su cara.
- Como sea. No es bueno que estes aquí, y en este momento.
- Déjame adivinar. ¿Es por ese inquietante pensamiento? – camino en un pequeño circulo alrededor de ella – No debes tener miedo. No me verán, a pesar de haber tocado mi peluche...
- Un momento... - analiza sus palabras, llevándola a una conclusión. - ¿Lo sabías?
Este responde con una risa burlona.
- ¡Lo hiciste apropósito!
- Pues claro. Verte atenta, nerviosa, preocupada y alterada por que se me vea, es muy divertido. ¡Chistoso!
Lo mira con un gesto desafiante.
- ... - suspira. – Como sea. ¿Puedo hacerte una pregunta?
- ¡Pues claro, Lindura! – se estira, con los brazos atrás. - ¿Qué deseas saber?
- Antes, cuando hablabas con Mangle, mencionaste que ella se encargaba de poner consecuencias por cada deseo que yo te pida, ¿eso es cierto?
- Correcto. – Contesta meneando la cabeza.
- Pero, esas consecuencias, ¿Cómo se miden?
- Um... es algo impreciso digamos... - dice pensativo. - ¿sabes? Esa pregunta deberías hacérsela a ella, no a mí. Yo solo cumplo ese deseo que tienes, esa parte de ti que no piensa en los demás, sino que solo piensa en sí mismo como un pintor. ¿Se te ofrece algo más?
- Sí. – afirma. – Antes tuve un pequeño sueño o visión, no estoy segura.
- Oh... no dejas de sorprenderme, Lindura.
- Vi algo. Era como ver a un hombre, ¡una silueta!
- Interesante... ¿era delgado?
- ¡Sí! – contesta rápido. – No pude verle el rostro, pero un aura misteriosa lo envolvía. Me dijo. ¿Qué pasa, Lindura?
No dijo ninguna palabra ante esa aclaración. Pero sus gestos se mostraban algo descontentos ante esas palabras, a lo que opta por preguntar:
- ¿No viste algo más? Quizás alguna anomalía, un distintivo que lo haga destacar de entre un mal sueño u otro, ¿eh?
- No. – niega ver algo.
Aunque el simple hecho de recordar lo que vio le generaba incomodidad, inquietud de solo verlo en su mente, miedo al escuchar esa voz distorsionada con un gesto exagerado, de esquina a esquina. No deseaba expresar miedo, pero su comportamiento errático la delato, algo que, según ella, era consciente de lo que hacía y de lo que había provocado. ¿Acaso era consciente? Era algo imposible, pensó, era un producto de su imaginación, un mal sueño nada más...
- ¿Sabes?... – se acerca a ella, inclinándose ligeramente hacia ella. – Puede que, solo hipotetizo, sea una consecuencia. ¿no crees?
Abre sus ojos.
- ¿Eh?... – alza la mirada. – Ella no seria capaz. – afirma.
- ¿Cómo lo sabes? – frunce el ceño. – Apenas la conoces un día, y yo, - se señala con las palmas abiertas. – desde el día en que fuimos creados recuerdo su rostro y su cuerpo... - dice con un tono algo raro. – Volviendo al tema. Existe una posibilidad de que ese sueño, sea una consecuencia...
- ¿Cómo? Ella misma lo dijo: "A diferencia de los otros, su deseo afecto de manera positiva".
- Me sorprende. Pensé que eras más lista. Sin embargo... ¿Cómo estás segura de que ella y yo te decimos la verdad? Creo que desde que nos conocemos, no somos sinceros... - le sonríe.
- Se a donde tratas de llegar. – no piensa caer en su trampa. – Pero, veo que tienes razón, desde cierta perspectiva.
- ¿Entonces?
La idea de pedir un deseo era arriesgada, tenía que pensarlo bien, evaluar la situación y ver si este podía causar algún daño tanto a su entorno como a ella. A pesar de tener 8 años, su edad mental era como la de una mujer de 20 años en su forma de pensar, evaluar y analizar el problema en el que se encuentre. Por lo que, tenía que evaluar bien la respuesta, a lo que ella dijo:
- Bien... tengo un deseo que quiero pedir...
Comenzó a aplaudir, saltando a su alrededor, mientras exclamaba: "¡Excelente! ¡Ya era hora, Lindura!"
"Deseo: Saber la verdad a las preguntas que yo haga como emisora y receptora."
Se detuvo a la hora de escucharla, presto atención y comenzó a pensar. Hasta que...
- Muy bien. – cierra y abre su mano, mostrando una vela de cumpleaños como la primera vez que pidió un deseo. – Pide tu deseo.
Valeri camino y acerco su boca a pocos centímetros de la flama. Y entonces... Soplo.
●●●
Lo primero que vio fue el mismo pasillo, estrecho y claustrofóbico como siempre. Con ese tintineo rojo desde las alturas, en cada esquina como siempre. ¿Cuándo fue la ultima vez que estuvo aquí? Al principio eran días, luego semanas, meses y ¿años? El tiempo parecía no tener sentido, poco a poco su cordura se iba deteriorando. Cada puerta lo llevaba a un pasillo distinto, no era capaz de saber si estaba al final o al inicio de su juego.
Sus gruñidos se hacían cada vez más opacos, eso era bueno, ¿no? El significado de sobrevivir se hacia cada vez menos relevante, como si ya nada tuviese sentido, de hecho, nadie tiene sentido en este lugar.
Un laberinto sin fin. Con cada puerta, veía el dibujo de un conejo pequeño, que salía del suelo con los ojos grandes y pálidos, sonrisas exaltadas, le daba cierta nostalgia ver eso en la puerta; [Fruity Maze] Un juego arcade de su infancia, donde tenia que recorrer un laberinto y hallar las frutas antes de que el tiempo se acaba, en este caso, antes de que "Eso" lo encuentre, primero que nada.
Lo único que podía hacer para mantenerse cuerdo, era la idea de que sus amigos lo encontrarían. Estaban aquí, en Hurricane. Todos habían llegado para encontrar a alguien, a un homicida o eso parecía al final, porque él los encontró primero.
Y "Eso" parece que también lo encontró...