Without Colors

By Javierx7

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¿Cómo reaccionarías si te informaran que tu vida se ha convertido en un cronómetro con una efímera cuenta reg... More

Sinopsis
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Segunda Parte
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Final
Para Pandora:
Para Damisela:
Para Oz:
Para Sr. Liar:
Para Sonrisas:
Para El Lojano:
Para Nieve:
Para Fiorelha:
Para El Duque:
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By Javierx7

Apenas había cerrado la puerta, recosté mi espalda sobre ella, respirando con dificultad. El aire en mis pulmones se entrecortaba y mi corazón latía con desenfreno. Recién había notado que todo mi cuerpo temblaba, como si estuviera hecho de gelatina. Seguía jadeando mientras mantenía mis ojos bien apretados, intentado recuperar el aliento.

Mi pecho comenzó a doler. Era un dolor infernal, como si quisiera salir de mi cuerpo. Llevé rápidamente mi mano para estrujarla contra mí, tratando de soportar la terrible tortura. Me apretaba el pecho con fuerza, respirando lo más profundo que podía, hasta que sentí como el dolor iba desapareciendo poco a poco.

El aula de clases se encontraba dominado por un silencio abrumador. No se escuchaba absolutamente nada, solo unos débiles cuchicheos entre los estudiantes. Me los podía imaginar a todos, a cada uno de ellos, con sus rostros perplejos asimilando todo lo que había pasado. Me imaginaba el rostro de Burro, debía de estar tieso de la impresión. Pensar aquello me había hecho sonreír involuntariamente.

Allí, en ese momento, con un dolor de los mil demonios, luchando para que mi corazón no me falle, yo sonreía. ¡Sí! Sonreía porque nunca me había sentido tan vivo. Una embriagante satisfacción recorría por cada célula de mi cuerpo, provocándome una sensación orgásmica.

Incliné mi cabeza hacia los cielos y me quedé observando el paisaje por un momento. Seguía gris y oscuro, sin embargo mi sonrisa no había desaparecido.

Aunque todo lo que viera sea opaco y deprimente...

Aunque los colores me hubieran abandonado...

Aunque la vida se me escaparía en cualquier instante... Yo debía buscar una manera para sobrellevar todo ello, y al fin la había encontrado.

El lado positivo tras la desgracia..., la calma después del huracán..., la luz al final del túnel...

¡Viviría el día a día sin importar las consecuencias!

¡Gracias, Burro...!

Con ese pensamiento en mi mente y con una gigantesca sonrisa en mi rostro me dirigí hacia la biblioteca de la institución. Observé el reloj que cargaba y noté que aún faltaba casi media hora para la siguiente clase, así que tenía que entretenerme en algo.

Abrí la puerta de cristal y tomé asiento en una de las mesas desocupadas. Di una ojeada por todo el salón mientras sacaba algunas de mis pertenencias. La biblioteca es un lugar agradable y espacioso, con varias mesas en las que los estudiantes realizan sus actividades en completo silencio, o al menos es lo que deberían, porque nunca lo hacen. Escuchaba murmullos por todas partes y una que otra risilla que no lograba identificar su procedencia.

Suspiré con resignación y abrí el cuaderno que había sacado antes. Me apetecía dibujar algo, siempre lo hago cuando quiero relajarme o cuando quiero que el tiempo pase deprisa. Revisé nuevamente mi mochila para sacar los lápices de colores que hacía mucho no usaba. Apenas los vi, una extraña sensación de amargura recorrió por todo mi cuerpo, provocándome un ligero escalofrío. Todos los lápices eran grises... ¡todos y cada uno de ellos! La única diferencia era sus tonalidades, uno más oscuro que otro, pero no ayudaba en nada. ¿Cómo sabría cuál es el amarillo? ¿Cuál el verde? ¡Maldita mierda...!

"Ya que..." Me limité a tragarme mi resignación y empezar a dibujar. Trataba de hacer un atardecer, en algún hermoso y natural paisaje. Rodeado de árboles y montañas. Debería tener un gigantesco río o lago y varios animales alrededor. Por supuesto. Los animales no podrían faltar...

Tomé un lápiz gris para colorear el sol que me estaba quedando fabuloso. Luego, usé un gris más oscuro para darle un efecto de resplandor. Cambiaba de lápices con esmero sin saber realmente de qué color pintaba las cosas. Carcajeé en mi mente de la payasada que me estaba ocurriendo, incluso tuve que apretar mis labios para contener la risa.

Observé mi reloj una vez más. Diez minutos...

–Creí que te habían raptado los marcianos –bromeó una delgada mujer, acercándoseme.

–Ya me devolvieron –respondí con una forzada sonrisa. Ella rio, sentándose al lado mío.

Era La Damisela, una pequeña mujer que conocí desde que llegué a Kiami. Energética, divertida y una completa sinvergüenza con una descomunal sonrisa que le cubre todo su redondo rostro.

–¿Qué haces? –preguntó, ojeando mi dibujo.

–Un atardecer... –Le dije sin dejar de colorear. Ella guardó silencio por varios segundos.

–¿Apocalíptico? –dijo al fin, con tono incrédulo.

–¿Qué? –balbuceé sin entender, deteniéndome.

–¡Claro! –sonrió–. Eso explicaría el sol negro y el cielo rojo... ¿no?

"¡Mierda!"

–Sí... –respondí, tratando de aparentar normalidad–. Y ahora, observa el color con el que pintaré el lago... –Le seguí el juego, tomando un nuevo color gris.

–¿Azul?

"¡Genial! ¡Esto de debe ser una maldita broma! De todas las opciones que tenía tuve que escoger precisamente el azul..."

–¡Claro! –dije–. ¿Qué creías? No pues, señorita... Los lagos seguirán siendo azules de aquí hasta el fin del mundo...

"¡Que excusa más estúpida!" Ella carcajeó.

–¡Qué idiota! –Siguió riendo. "Al menos no lo notó...", pensé aliviado. –¡Hey!, por cierto... ¿Irás a la fiesta del Lojano?

–¿¡Tú también!? –pregunté sorprendido.

–¿También qué...?

–El Duque me acaba de hablar sobre esa fiesta –Le conté, mirando mi reloj disimuladamente. Ya casi era hora.

–¡Genial! –celebró con energía–. ¡Entonces vayamos juntos!

–No lo sé... –dudé–. No tengo ganas de ir...

–¡Vamos! ¡La pasaremos genial! –Trató de convencerme con esa gigantesca sonrisa suya, cubriéndole todo su rostro.

–Lo pensaré...

–¡Kikis! –Escuché una energética voz. "Ohh... Sr. Liar". –Hey, brou, tenemos que apurarnos o llegaremos tarde.

–¿Tenemos clases juntos?

–¡Claro, brou! –afirmó, moviendo las manos como si fuera un rapero. "¿Brou? ¿Desde cuándo dice esa mierda?", pensé casi riéndome.

–Bien, bien... –Me levanté y guardé mis pertenencias con lentitud, tomándome mi tiempo.

–¡Brou! –Se alteró Sr. Liar.

–Lo sé, lo sé... Adiós Damisela, nos vemos luego.

–Adiós, guapo –Se despidió, lanzándome un beso antes de desaparecer de su vista.

Como lo dije, una completa sinvergüenza...

Salí junto con Sr. Liar de la biblioteca y corrimos hacia el salón de clases. Era la segunda vez que me atrasaba, pero esta vez era diferente. Ya no era el amargado y prepotente profesor Burro que me daría la cátedra, sino que ahora me tocaba física con Anthony José. Uno de los profesores más empático y divertido de todo Kiami. Más que un docente, es un amigo para todos los estudiantes... ¡Que digo amigo, ese hombre es como un hermano!

Llegamos al salón y abrimos la puerta con delicadeza. Estábamos cinco minutos tarde.

–Disculpe... –dijo Sr. Liar cabizbajo–. ¿Podemos pasar?

–¡Claro! Entren, los estábamos esperando –Nos mostró una enorme sonrisa el alto y apuesto profesor. "¡Que diferencia!" Apenas entramos pude notar que los estudiantes se habían dividido en grupos, reordenando las mesas de la habitación. Al vernos, El Duque y Fiorelha nos hicieron señas para sentarnos junto a ellos, indicando los asientos vacíos que nos estaban reservando a ambos–. Como les venía diciendo –continuó Anthony José– hoy ocuparan el tiempo de clases para avanzar con sus proyectos de curso. Recuerden que quiero un trabajo bien hecho, deben revisar el contenido que les envié y realizar una investigación a profundidad...

Después de unas cuantas instrucciones, Anthony José nos dejó el espacio de la clase para trabajar. Simplemente se sentó en su escritorio, eso sin antes decirnos que estaba dispuesto a brindarnos cualquier ayuda que solicitemos. Y por cierto, estar mencionando "Anthony José" a cada rato se está volviendo algo tedioso, lo llamaré mejor "AJ"... ¡Sí! ¡Eso le queda perfecto...!

–¿Qué es lo que debemos hacer? –le pregunté al Duque.

–¿Acaso importa? –sonrió. Yo no entendí.

–¡Claro que importa! No he venido los últimos días y no entiendo un carajo...

–Ya lo haremos después –dijo con pereza–. Después de todo, siempre dejamos las cosas al último, ¿no? –rio. Aunque no lo quería admitir, tenía la boca llena de razón–. Pero dejando eso a un lado, cuéntame... ¿Qué fue toda esa mierda en la clase de Burro? –preguntó con los ojos brillosos, mostrándome su rostro lleno de expectación.

–¿Burro? –repitió Fiorelha con interés, dejando de escribir en su inseparable celular– ¿Qué ocurrió? –preguntó, levantando una ceja.

–¿Qué pasó con Burro? –intervino Sr. Liar con interés–. Cuéntanos, brou...

"¡Genial! ¡Simplemente, genial!", pensé con sarcasmo.

–Nada... –dije sin ánimo, tratando de quitarles la curiosidad por el chisme–. Simplemente me salí de su clase...

–¿¡Solo salirte!? –Se quejó El Duque–. Humillaste a Burro por completo..., verán...

"¡Maldita sea!" En tan solo unos pocos segundos, el impertinente de mi amigo les contó con lujos y detalles todo lo que había ocurrido en la clase anterior mientras yo esperaba paciente con cara de pocos amigos.

–¿¡Enserio!? –exclamó Fiorelha, llevándose la mano a la boca.

–¡Wou! ¡Eres todo un capo! –Me alagó Sr. Liar.

–No es para tanto... –dije, negando con la cabeza.

–¿¡Que no lo es!? –objetó El Duque–. ¿Sabes cuánto tiempo hemos deseado que ocurriera algo así? ¿Sabes cuántos han esperado para que alguien ponga en su lugar a ese querido profesor? –rio con una infinita alegría. Los demás lo acompañamos, nos había causado demasiada gracia.

–Esto merece una celebración –propuso Fiorelha con una sonrisa de oreja a oreja, mirando al Duque con complicidad.

–¡Totalmente de acuerdo! –recalcó Sr. Liar–. Necesitamos algo como... ¿una fiesta? –frunció el ceño con sarcasmo.

–Si tan solo supiéramos de una... –añadió El Duque con total ironía, encogiéndose de hombros. Los tres me miraban con expectación sin dejar de tener esas sonrisas tan sínicas en sus rostros. Era como si lo tuvieran planeado...

"Vaya mierda... Maldito Lojano y su bendita fiesta."

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