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Muéstrame la pancita [Yoonmin...

By Yarelinus

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El coronel Min Yoongi no podía estar enamorado de otro alfa, por supuesto que no, él no se convertiría en un... More

Booktrailer!
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Extra

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By Yarelinus

Se veía demasiado bonito. 

Yoongi sabía que no debía mirar así a su cabo, que no debía llevar sus ojos de arriba hacia abajo  con tortuosa lentitud, fijándose en ciertas partes de su cuerpo que no tenían que llamarle la atención; simplemente no estaba bien, en especial porque hacerlo escondido detrás de un árbol lo hacía parecer como un vil acosador.  Pero es que él realmente no tenía la culpa, la tenía Park por verse tan bonito con los labios manchados por alguna baya que debió encontrar en su búsqueda por algo dulce. 


"Antojos de celo", pensó mientras observaba como el chico se llevaba otro fruto a la boca y sonreía por el placer del sabor. Por la mañana, Jimin había despertado con un antojo visceral de algo rico, expresando su deseo como un simple comentario casual. Pero él, siendo un maldito amargado, le había sugerido lamer una roca sólo para hacerlo enojar y para que no continuara hablando, ya que, de lo contrario, él mismo  - maldito su lobo que lo obligaba - hubiera tenido que ir a buscar el maldito fruto con tal de complacerlo. Y no estaba bien, se suponía que se encontraban en una jodida misión que no podían seguir postergando. 


Por supuesto que el castaño lo había mirado con odio, pero, sorprendentemente, no había dicho nada, quizá consciente de que debían apresurarse,  y así habían retomado su viaje en completo silencio, caminando uno detrás del otro atentos de lo que pudiera ocurrir. O al menos así fue hasta que de pronto Jimin quiso ir al baño y tardó más de lo normal. El coronel Min lo había esperado pacientemente, tal vez necesitaba tiempo para sus necesidades, pero cuando la idea de que el enemigo pudiera haberle hecho algo cruzó por su cabeza, salió en su búsqueda sólo para encontrarlo entretenido recogiendo bayas que guardaba en su mochila y que de vez en cuando comía con alegría. 


Por eso en ese momento se encontraba aún detrás del árbol, espiándolo en silencio, únicamente para poder verlo con esa sonrisa radiante que hacía cada que encontraba una baya bonita. Le parecía sorprendente la dualidad que había en él: esa mezcla entre erotismo y ternura. La noche anterior le había mostrado su lado sensual, paseándose desnudo frente a sus ojos sólo para provocarlo, sentándose en su regazo para besarlo detrás de las orejas mientras le susurraba que podía tomarlo cuando quisiera. Totalmente contrario a ese momento, que tenía infladas sus mejillas manchadas y sus manos regordetas que guardaban recelosamente entre ellas muchas bolitas rojas.


Min había  decidido terminantemente a no volver a tener contacto íntimo con él, que se mantendría en su papel de Coronel para no fastidiar más su moral, que no lo corrompería, para que así no lastimaran a terceros. Pero ¿y si miraba un poquito? No le hacía mal a nadie, ¿cierto?  En realidad era un evento sin gran repercusión y su lobo se lo agradecía satisfecho. 


Finalmente, suspiró rendido tras unos minutos de confusión y acoso, ¿a quién quería engañar? Verlo sólo hacía que lo deseara más y lo convertía en un enfermo. 


—¡Pecho al suelo, cabo! —gritó decidiendo que no cometería el mismo error de siempre y salió de su escondite. Jimin pegó un brinco  alto apenas lo escuchó y se repuso a toda prisa guardando las pocas frutas en sus bolillos para después obedecer la orden llevando sus manos hasta la nuca. El coronel Min rio divertido al verlo temblando con la nariz tocando la tierra. 

—¿Se-señor? —preguntó quedito el menor y levantó la vista para observar la situación. Para su disgusto, el peliplateado lo observaba aún de pie con una sonrisa cínica—. No sabe cuánto lo odio en este momento— escupió iracundo—. ¡Creí que era una bomba o algo!

—Cállese, escandaloso, además... anoche creí escuchar algo diferente— Min se burló con la vista fija hacia abajo y se cruzó  de brazos sólo para reforzar su imagen de hombre de autoridad. Jimin tomó un color rojizo en el rostro. 

—Anoche usted me dijo que amaba morder mis labios gorditos, estamos en las mismas. 

—Yo no lo odio, cabo, por el contrario, es usted un sujeto bastante agradable. 


El coronel Min se hincó justo en frente del rostro del omega y le acarició el cabello con cariño mientras éste bufaba molesto. 


—Ni pensar que había recolectado unas bayas para usted...— dijo refunfuñando. El hombre apretó su agarre en el cabello y levantó su rostro con brusquedad para que se vieran cara a cara, todo sin llegar a lastimarlo. 

—Mintió con respecto a ir al baño, no me gustan esas actitudes, y lo que usted necesita es disciplina, por eso está ahí comiendo polvo, aprenda a respetar a sus mayores. 


Jimin relamió sus labios. 


  —Tuve su pene en mi boca, ¿qué respeto quiere que le tenga?    


El coronel Min soltó el cabello de su cabo y rompió en una risa sincera. Ahí estaba de nuevo la actitud petulante que él tanto apreciaba. Nunca le habían gustado los omegas excesivamente sumisos, por eso estaba con Dahyun (una aventurera incontrolable), pero con Jimin las cosas subían de nivel. Nunca se sabía que esperar con él. 


—Está bien, punto a su favor. Es hora de irnos, omega—. El mayor sonrió satisfecho cuando el castaño volvió a resoplar molesto, levantándose velozmente mientras sostenía las correas de su mochila. 

—¿Por qué  ahora me dice así? ¿Es alguna forma despectiva de reemplazar el machista "nena" por "omega"? 


El peliplateado pareció meditarlo. 


—Seeh, además, sí eres omega, ¿o me equivoco, alfita?


El hombre comenzó a caminar cuesta abajo riéndose y ordenando con gestos para que Jimin se moviera delante suyo. Tenerlo a la vista calmaba a su lobo que le exigía protegerlo, además de que... era bonito verlo haciendo berrinche. 


—Eso no lo hace atractivo, ni interesante, sólo lo vuelve idiota— replicó Jimin girando los ojos.

—Supongo, pero aún así se acostó conmigo y, no sé, eso como que me hace sentir atractivo. 

—...Doble idiota. 


El rostro de Jimin nuevamente cambió de color de un segundo a otro y desvió la mirada al no tener más argumentos, dirigiéndola hacia el pequeño arroyo que bajaba junto  a ellos. Contra su voluntad, seguía sin poder quitarse de la cabeza el recuerdo del Coronel mordiéndole tentativamente el cuello, casi como si quisiera marcarlo. Tenerlo en mente lo hacía sentir abrumado, ansioso por algo que no debía desear ni en sus más alocados sueños. Lo que lo hacía más excitante. 


—Joder...— el Coronel Min gruñó por lo bajo y se cubrió el rostro con el cubrebocas negro que llevaba dentro de uno de sus bolsillos. El olor a mirra de Jimin se había intensificado y su animal interno le exigía que fuera hasta su cabo y lo volviera a someter—. ¿No se ha tomado los supresores? 


Jimin negó. 


—Anoche me tomé el ultimo después de... eso. 

—Maldita sea, ¿sabe los problemas que eso nos puede traer? —reclamó irritado. Quería castigar al muchacho por su irresponsabilidad, ¿y si algún alfa enemigo los olfateaba? Era casi seguro que querría marcarlo. 

—Lo sé y lo lamento, pero ¿qué hacía? Estaba en celo y usted era una tentación. 


Yoongi mordió su labio inferior y cerró los ojos por la emoción que aquello le había provocado. Pese a que era bueno saber a ciencia cierta que no era el único con esa maldita atracción, su felicidad no debía nublar su raciocinio, estaban en un notable problema y debía solucionarlo. Sino se equivocaba, estaban a un par de horas de llegar  a su destino y, olvidando a cualquier enemigo que pudiera encontrarlos, aquel sitio estaría también repleto de alfas que buscarían aprovecharse de la condición de su muchacho. Palideciendo de pronto, tragó saliva y miró a Jimin, caminaba apartando un par de ramas de su camino aún con el ceño fruncido.  

No. Era demasiado tierno, nadie debía degenerar algo así de hermoso. 


—Hace frío— sólo debía hallar la forma de alejar a todos los hombres malos de él. 

—¿Qué? —Jimin se giró para encarar al coronel por su frase random. No quería aceptarlo, pero una parte de él se sentía decepcionada de que no hubiera reaccionado por su comentario sugerente. 

—Que hace frío, apenas es medio día, pero calculo que la temperatura irá descendiendo. 

—Oh... es... triste, supongo... 

—No, en realidad estaremos llegando como a las seis. 

—Pues... que suerte la nuestra. 


Jimin continuó caminando ya sin prestarle atención a los balbuceos de su mayor. El hombre continuaba ensimismado hablando de las condiciones del clima y él de verdad  no tenía intenciones de hacerle caso. Seguramente se trataba de alguna broma y ya no quería soportar otra humillación, por lo que simplemente siguió su camino ya sin quejarse, sólo girando su cabeza cuando escuchaba algún pequeño ruido externo. 


Sin embargo, conforme el tiempo pasó, notó con pesar que la temperatura era cada vez más fría y que su cuerpo empezaba a pasarle factura, porque el dolor en sus rodillas y hombro izquierdo lo volvieron lento sin querer haciendo que se cansara más rápido de lo usual. 


—Hace frío— volvió a hablar el peliplateado y Jimin giró los ojos. 

—Lo escuché fuerte y claro, Coronel, ¿qué quiere que haga? —respondió irritado y se detuvo de golpe. Tal vez en realidad el hombre sólo le estaba dando una indirecta; no obstante, antes de preguntar algo más, el Coronel le pasó por el cuello un pedazo de tela negra que acomodó con suavidad. 

—Que use esto— dijo como si nada y señaló al frente indicando que debían continuar. Jimin lo siguió, por supuesto, confuso y un poco aturdido por el fuerte aroma que aquel pedazo de tela desprendía. Vodka y menta. 

—¿Qué es esto, señor...? 

—Sólo un cuadro mal recortado de tela, el bueno para nada de Seokjin me lo regaló en mi cumpleaños argumentando que era mejor eso a nada. 

—Oh— Jimin sonrió enternecido— se ve cuanto se quieren. 

—Claro, ese bastardo me adora. 

—Y supongo que el sentimiento es mutuo— se burló. 


Yoongi miró con una sonrisa a Jimin fijando sus ojos sobre sus labios y asintió orgulloso al notar que éste se acomodaba el intento de bufanda sobre su cuello. Tal vez era un poco anticuado, pero al llevarlo encima conservaría su aroma, lo que alejaría a cualquier malnacido que quisiera acercarse con otras intenciones. En cuanto llegaran pediría hablar en privado con el Capitán Kim y le explicaría la situación de Jimin, para que así éste pudiera quedarse en sus instalaciones sin correr ninguna clase de peligro. No deseaba hacerlo sentir menos por ser omega, pero genuinamente deseaba su bienestar. 


—Sí, supongo que es mutuo— respondió recordando la conversación y siguió de cerca al chico que había vuelto a caminar delante suyo. Jimin asintió. 

—¿Sabía usted que está enamorado de Namjoon? —El chico sacó de su mochila un par de bayas y se las comió de golpe. Después se acercó a su mayor y le ofreció una pocas—. ¿No cree que harían bonita pareja? 


Yoongi lo miró embobado al notar lo rojos que se habían puesto sus labios y aceptó las frutas. 


—Ah, sí... no hace otra cosa que hablar de él, pero espere... ¿El enfermero Park lo ayudó con este plan loco de hacerse pasar por alfa? O mejor aún, ¿son hermanos siquiera? 


Jimin tragó saliva, pero decidió mostrarse ofendido. 


—Sí a todo. Él lo sabía y, sí, es mi hermano, ¿qué también lo va a acosar? Porque no creo que  a su mejor amigo le guste la idea. 

—¿Siempre tiene que estar a la defensiva? 


Ambos rieron esta vez caminando más lento. Poco a poco se acercaban a la costa, aunque no pudieran aún verla por lo espeso del bosque; sabían que pronto tendrían que hacerle frente a la realidad, por lo que comenzaron a prepararse mentalmente. Cualquier cosa podría estar aguardando por ellos en aquel barco de la resistencia central.  


—Y oiga... —habló el menor para desviar los malos pensamientos. Había decidido de buenas a primeras que de verdad le agradaba el alfa y que no quería quedar en malos términos con él en caso de morir, por lo que procuraría mejorar la vaga relación entre ellos, después de todo, habían compartido momentos increíbles— ¿cree que nos den de comer ahí adentro? En serio tengo mucha hambre. 


Yoongi abrió completamente los ojos. Su lobo había comenzando a brincar desesperado en su interior: "En serio, haz que se enamore de ti". Decía una y otra vez. Emocionado por la ternura que aquel comentario le había causado, porque en serio, ¿cómo alguien podía ser así de lindo? Solía odiar a las personas así, no eran su tipo, pero Jimin era... 


—Yo...— habló casi tartamudeando, simplemente no entendía porqué se sentía así cuando el chico estaba a su alrededor. Con prisa se quitó la mochila de la espalda y la acercó para sacar algo de ella— Estaba guardando esto, quizá le sirva.  


Jimin lo miró desconfiado, pero tomó lo que se le ofrecía. 


—¿Chocolate? —preguntó esbozando una sonrisa y miró el rectángulo entre sus manos. La envoltura estaba rasgada, pero la tableta apenas tenía una casi imperceptible mordida en una de las esquinas. De sólo imaginarse al imponente Coronel Min Yoongi mordiendo así  hizo que su corazón se sintiera cálido. 

—La última ración que me queda, me sorprende que con su gusto por lo dulce no haya ido por la suya— el peliplateado trató de fingir indiferencia y se recargó en un tronco seco. Jimin lo imitó, pero sentándose en el suelo. 

—Salí de la enfermería directo con usted, no pensé en chocolates ni nada de eso— respondió mientras rompía dos pedazos de la tableta—, hay que comerlo. 

—No lo necesito, es suyo ahora. 

—Venga, baje las guardias por un momento, únicamente será un poquito, ¿quiere? 


El coronel Min lo miró directo a los ojos. En ellos podía notar sinceridad. No trataba de seducirlo, ni algo similar, sólo le mostraba bondad; a pesar de siempre tratarlo mal, Jimin lo cuidaba. Y eso lo enloquecía. Era más fácil pensar que el sexo era bueno y que por eso lo deseaba tanto, pero sentirse atraído por el resto de los aspectos era agonizante. Si continuaba así el proyecto de vida que había planeado se iría a pique. Dahyun no se merecía eso, lo recordaba cada jodido momento al sentir el dije en su cuello.  Pero estaba hecho. Aún cuando tratara de mantenerse alejado del muchacho, sus pensamientos iban directo a él y eso también era una traición. 

Ya nada podía hacer al respecto, tal vez si se rendía... 


—Sólo un poco— sonrió y se sentó a su lado. Jimin le acercó el cuadrito y él lo tomó. El sabor era exquisito. 

—Usted me dio chocolate y yo le di bayas, véalo como un trueque. 


El peliplatedo asintió y comió en silencio. Era tarde, el barco debía estar a menos de diez minutos y pensaba que al llegar todo se volvería un caos de nuevo, pero el estar ahí sentado bajo una falsa tranquilidad hacía que lo olvidara. En especial cuando su compañía tararaeaba feliz alguna melodía vieja mientras disfrutaba del sabor a cacao.  Podría acostumbrarse, pensó, si la guerra no estuviese presente y Jimin fuese su vecino. Iría a visitarlo, sin duda, y pasaría las tardes con él como buenos amigos. 


—Me gustan los carillones de viento— soltó de golpe sintiendo el derretido chocolate sobre su lengua. El menor se volteó para prestarle atención—, tengo dos en casa. Uno en la parte trasera y otro en la azotea.  Me gusta subir y sentarme en el suelo a escucharlo. 

—A mi me relaja leer cuando estoy solo. Mis padres son muy escandalosos y la familia de Jungkook es igual... —respondió arrastrando sus piernas hasta su pecho para poder abrazarse a sí mismo. El frío comenzaba a ser insoportable— incluso él tiende a molestarme cuando lo hago, me pica las costillas y recuesta su cabeza en mi regazo exigiendo mimos. 


Yoongi movió su cabeza de arriba hacia abajo. Entendía bien al soldado Jeon. Jimin era calientito, aunque fuera friolento, y era cómodo recargarse en él. 


—Debe quererlo mucho—. Su lobo por dentro estaba triste, le decía que era necesario hacer algo al respecto para cambiar lo que había escuchado, pero decidió ignorarlo. No se volvería un lunático en ese momento de paz.

—Sí, lo hago— Jimin suspiró sintiéndose melancólico. Lo quería, muchísimo, pero no era suficiente—y me imagino que usted debe amar mucho a Dahyun. 

—Umh... sí, la quiero— se removió incómodo, nunca se había sentido tan incorrecto afirmar lo que se suponía era un hecho—, cuando acabe esto vaya a mi casa, bebamos en la azotea mientras los carillones suenan, usted puede leer y yo sentarme a hacer nada, ¿qué le parece? 


Jimin sonrió triste mirando a detalle cada gesto del rostro de su mayor. 

—Sí, suena bonito. 

—Será bonito. Ah, tiene chocolate en el cachete. 


Yoongi llevó su pulgar hasta la mejilla del chico y limpió la ligera mancha de chocolate que había ahí. Se preguntó con gracia si de verdad no sabía comer, pero no lo expresó en voz alta. En su lugar, continuó moviendo su dedo con suavidad, acariciando la piel tersa.  Jimin estaba calientito aún, pero - por lo que notó cuando fue moviendo su mano por el resto de su cara- su nariz comenzaba a enfriarse. 


—Hace frío— volvió a decir, sonriendo porque era la tercera vez que exclamaba lo mismo—, ¿qué necesita para entrar en calor? 

—No sé, ¿usted no tiene frío? —el chico podía sentir a su corazón casi saliéndose de su pecho, podía estar liberando feromonas, pero le daba igual. Estar así era agradable, se sentía protegido y querido, aunque no supiera bien porqué eso último. Así que se inclinó hacia el tacto del Coronel y cerró los ojos, ignorando que sus piernas estuvieran temblando por la emoción del momento. 

—Uh-uh— negó—yo- mierda, ¿por qué es tan bonito? 


El coronel Min movió las manos hasta el cuello de Jimin y lo acercó suavemente, paseando los ojos de arriba hacia abajo y relamiéndose el labio inferior. Quería besarlo y sabía que, por la forma en que también lo miraba, él quería también que lo hiciera. 


Así que lo hizo. 


Juntó sus bocas y comenzó un beso lento, abriendo despacio los labios mientras movía su cabeza a un lado buscando un mejor ángulo. Jimin gimió por el sabor a chocolate. Era una mezcla entre alcohol y dulce que lo llevó al cielo. Ambos se levantaron del suelo apenas un poco, sosteniéndose con las rodillas, para quedar frente a frente. 


El coronel Min ahuecó su rostro y profundizó el beso, introduciendo su lengua y acariciando con una curiosa timidez la contraria, mordiendo de vez en cuando el belfo del chico. Disfrutando de su aroma.  Casi sonrió orgulloso cuando los gestos de placer de éste fueron difíciles de ocultar. 


Jimin lo abrazó por la cintura, sosteniéndolo con fuerza sin querer soltarlo, sintiendo que era suyo en ese breve instante,  que no debía compartirlo nunca. Por lo que respondió activamente al juego que sus bocas tenían. Chupando y recorriendo con su lengua aquel labio rosado que se movía tan bien. 


Sin buscarlo, se desarrolló entre ellos una placentera  pelea implícita de quien llevaba el mando. La rapidez y la fuerza con la que se besaban los llevaba a un abismo que en lugar de asustarlos sólo los unía más. Sonoros gemidos salían de sus bocas que se negaban a separarse. 


Jimin suspiró cuando los dedos del Coronel acariciaron su cuello. Yoongi suspiró cuando Jimin balbuceó su nombre entre jadeos. 


Eso debía ser  la perfección hecha beso. 


El acto se terminó cuando el sonido de unos pequeños pasitos se escuchó en el lugar. El Coronel Min podía distinguir que se trataba de algún animal inofensivo, pero le hizo darse cuenta que estaban vulnerables, así que se alejó primero tras dejar un pequeño beso en los labios hinchados de su cabo, quien se levantó sacudiendo las hojas que se habían quedado pegadas en su pantalón. 


—Eres imposible— dijo bajito retomando su camino, decidiendo que no tenía caso no tutear  al menor, no cuando habían compartido tanto. Tampoco tenía caso torturarse pensando de más en lo que había pasado minutos antes, así que no lo hizo, ni pensaba hacerlo, y se dedicó a caminar con más prisa cuando notó que el sol comenzaba a ocultarse. 

—Creo que los dos lo somos, mi Coronel. 


Jimin lo siguió muy de cerca. En su cabeza no había rastro de nada que no fuera Min Yoongi y se sentía vacíamente feliz por eso. Su lobo bailaba satisfecho y, por lo que podía oler, su mayor se sentía igual. 


—Bien, cabo, creo que hemos llegado. 


El coronel Min detuvo su andar y miró al horizonte. Un majestuoso barco de guerra se encontraba cerca de la costa mientras que algunos militares de uniforme negro custodiaban con aprensión el muelle improvisado. Sí, era tiempo de afrontar el inicio de su destino. 



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¿Alguien notó la pequeña referencia a mi otro fic? ¿No? Está bien XD  Todos necesitamos ser disciplinados sdfghjk o_ó <3 

Flor bonita (Aokimizu), eres un amor! <3 

Les ronroneo xD 


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