Ven & Encuentrame (Camren)

By NermacLC727

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El amor de Lauren y Camila era su refugio, su universo. Pero todo cambió con la desaparición inexplicable de... More

ʰóDz
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
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¡𝑨𝒗𝒊𝒔𝒐 𝑰𝒎𝒑𝒐𝒓𝒕𝒂𝒏𝒕𝒆!

Final

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By NermacLC727

            (22 de marzo, año 2019)
        (Viernes, 9:17am, New York)

                                   _

Estaba sentada en el único banco del muelle, solitario como ella, enfrentando la vastedad del mar. El viento salado golpeaba suavemente su rostro, revolviendo mechones de su cabello oscuro, pero no lograba despertar sus sentidos adormecidos. Sus ojos verdes estaban fijos en ningún lugar, perdidos en una inmensidad tan insondable como su dolor. Las manos entrelazadas sobre su regazo temblaban, y su respiración era entrecortada, como si cada inhalación se quedara atrapada en su pecho. No quería llorar, pero no podía evitarlo. Sus ojos, enrojecidos y brillantes, hablaban de noches enteras luchando contra un nudo en la garganta que ahora parecía imposible de tragar.

Los recuerdos llegaban como balas, veloces y letales. Cada momento vivido con Camila le atravesaba el alma: las risas, las miradas cómplices, los silencios llenos de amor. Pero uno se erguía como una sombra insuperable. El más doloroso de todos. Ese día en que Camila se negó a rendirse. Con cada fibra de su ser, la defendió. Frente a los hombres que disparaban sin piedad contra la casa, Camila se convirtió en un escudo humano, un baluarte imposible de quebrantar. Incluso disparó, enfrentándose al fuego enemigo con la valentía de quien sabe que el amor vale más que la vida.

Y, al final, cumplió su palabra. Ella murió para salvarla, entregando su vida con una promesa que ahora pesaba como una losa en el corazón de Lauren.

Pero ¿por qué? ¿Por qué la vida le había arrebatado a Camila? No entendía el punto de su existencia ahora. ¿Por qué ella? ¿Por qué Lauren debía ser la única sobreviviente? No quería seguir, no podía imaginar un futuro sin esos ojos cafés que la derretían o esa voz que era un refugio en medio del caos. No tenía fuerzas para construir una historia sin Camila. Ya había soportado demasiado, y ahora debía cargar con el recuerdo de su Camz muriendo en sus brazos.

Las lágrimas, implacables, encontraron su camino. Su rostro se humedeció con ellas, un río de tristeza que no podía contener. Y lo odiaba. Odiaba tener que respirar cuando Camila ya no podía hacerlo. Odiaba imaginar días que no compartieran las risas y los susurros de quien fue su alma gemela.

—Te amo tanto, Camz.—El susurro se perdió en el viento, como una promesa eterna que las olas llevarían al horizonte. Cerró los ojos con fuerza, dejando que el aroma salado del mar llenara sus pulmones.—Te amaré para siempre, hasta mi último aliento. Mi alma y mi corazón están contigo, lo prometo.

El silencio del muelle, roto solo por el murmullo de las olas, parecía asimilar sus palabras. Una soledad desbordante la envolvió, pero en algún rincón de su mente, aún podía sentir la presencia de Camila, como si la fuerza de su promesa la mantuviera cerca, más allá de la vida y la muerte.

                                   _

Abrió los ojos de golpe, y el mundo a su alrededor parecía desmoronarse. Su respiración se volvió errática, y sus manos se aferraron con desesperación a la sábana que cubría su cuerpo, como si en ese acto pudiera detener la realidad que la envolvía.

—¡Camila!—Su grito rasgó el aire, ahogado por un sollozo desgarrador.

Esto no podía estar ocurriendo, no podía ser cierto. La idea de un mundo sin su Camila era un abismo que no estaba preparada para enfrentar.—¡Camz!— Volvió a llamar, su voz quebrada mientras intentaba girar el rostro para mirar la habitación, buscando desesperada un indicio de su presencia.

Un hombre se acercó rápidamente a su lado, intentando calmarla. Era el doctor, su voz firme pero impregnada de preocupación.—Lauren, necesito que te calmes.—Sus manos trataron de recostar su cuerpo, de devolverle estabilidad.

Pero Lauren no quería estabilidad, no quería tranquilidad. Ella quería a Camila. Era lo único que su alma necesitaba.

—¡¿Dónde está Camila?! ¡¿Dónde está mi Camz?!—gritó con una fuerza que emanaba del más profundo dolor. El doctor intentó contenerla mientras forcejeaba para levantarse de la camilla, luchando contra su propio cuerpo debilitado.

—Por favor, tranquilízate, necesito que...— intentó decir el médico, pero sus palabras fueron cortadas por un grito que llenó la habitación.

—¡NO!— El llanto de Lauren se desbordó como un río incontenible. Sus lágrimas cegaron su vista, convirtiendo todo en un borroso caos de emociones.— ¡Camila! ¡Camz, por favor! ¡Te necesito!—La desesperación en su voz era un eco de su alma rota. Aunque el doctor logró mantener su cuerpo en la camilla, Lauren ya no tenía fuerzas para luchar. Su resistencia se desmoronó, y su cuerpo se rindió en un gesto de dolor absoluto.

Con un movimiento lento y débil, sus manos se posaron sobre su rostro, cubriéndolo como un intento inútil de sofocar el sufrimiento.—¡Camz no!—Sus palabras salieron como un susurro entrecortado.

—¿Qué pasó?— El sonido de esa voz rompió el caos en la mente de Lauren como un rayo de luz atravesando la oscuridad.

Su corazón dio un vuelco, tan violento que sintió que se le saldría del pecho. Levantó la vista con rapidez, buscando el origen de esas palabras. En la puerta, con el rostro lleno de preocupación, estaba Camila. Su Camila.

—¡Camila!— gritó con desesperación mientras se lanzaba hacia ella, sus piernas temblorosas apenas sosteniéndola. La alcanzó en un instante que pareció eterno y se aferró a su cuerpo con la fuerza de quien teme perder algo invaluable.—Creí que estabas muerta— sollozó, ocultando su rostro en el cuello de Camila. Su voz temblaba, rota, cada palabra cargada de alivio y desesperación.

—No, Lolo, estoy aquí. Estoy contigo, te juro que estoy aquí.—La voz de Camila era baja, tranquilizadora, un bálsamo para las heridas abiertas del alma de Lauren. Besó su cabeza con ternura, apretándola más fuerte entre sus brazos, como si quisiera asegurarse de que nada ni nadie podría separarlas de nuevo.

Mientras tanto, el recuerdo reciente seguía fresco en la mente de Camila. Había estado en otra habitación visitando a Matthew, quien, tras recibir dos disparos al intentar protegerlas, ahora se encontraba fuera de peligro, gracias a Dios. Pero cuando salió del cuarto, el sonido desgarrador de su nombre resonó en el pasillo. Reconoció la voz de Lauren al instante, y su corazón se aceleró en pánico. Corrió sin dudarlo, temiendo lo peor, hasta que la vio, abatida pero viva. Ahora estaba allí, sosteniéndola, como si con su abrazo pudiera borrar el miedo y el dolor.

—Intenté calmarla, pero estaba muy desesperada.—explicó el doctor, que observaba la escena con un suspiro de alivio mientras el llanto de Lauren comenzaba a suavizarse.

Poco a poco, sus sollozos perdían fuerza, convirtiéndose en respiraciones profundas y entrecortadas. Camila no la soltó, ni por un momento, dejándola encontrar consuelo en el calor de su abrazo y en la seguridad de su presencia.

—Bebé, ¿estás bien?— La voz de Camila era suave, cargada de preocupación, mientras intentaba apartar a Lauren ligeramente para mirarla a los ojos. Pero Lauren se aferró a su cuerpo con una fuerza desesperada.

—No quiero que mueras.—Susurró Lauren, su voz apenas audible, quebrada por el peso de su miedo. Camila sintió cómo esas palabras le atravesaban el alma, destrozándola.—No quiero que mueras.—repitió, como si al decirlo pudiera evitar que el destino les jugara otra mala pasada.

—Amor, no voy a morir. Estoy viva, estoy contigo, estoy aquí.—Camila le acarició la espalda con ternura, sus dedos trazando círculos suaves en un intento de calmarla, dejando varios besos en su cabeza.—Estoy aquí, Lolo. No voy a ninguna parte.

—No quiero que mueras.—Lauren seguía repitiendo esas palabras, como un mantra que reflejaba el terror que la consumía. Su cuerpo temblaba en los brazos de Camila, vulnerable y frágil.

El doctor, que observaba la escena con una mezcla de empatía y profesionalismo, intervino con voz calmada.—Está en una especie de shock. Pasó por muchas cosas y, por lo que me dijiste, ella creyó que estabas muerta. Todo el dolor que vivió al pensar eso, sumado a los últimos acontecimientos, la llevaron a tener imágenes de tu muerte en su cabeza.—Hizo una pausa, mirando a Camila con seriedad.—Creo que tuvo una pesadilla donde tú estabas muerta. Eso la alteró más de lo que ya estaba.

Camila sintió cómo el cuerpo de Lauren temblaba aún más fuerte en sus brazos al escuchar esas palabras. La apretó con más fuerza, como si con su abrazo pudiera protegerla de los fantasmas que la atormentaban.

—Está bien. —Camila asintió, su voz firme pero llena de ternura.—¿Puedo hablar con ella a solas?

El médico dudó por un momento, pero al ver la conexión entre ambas, asintió con un leve gesto.—Claro, pero no creo que responda mucho. Su cabeza aún está perdida en ideas que no son reales. Necesito hacerle algunos exámenes y asegurarme de que está bien.—Le dijo, lanzándole una última mirada a Camila antes de salir de la habitación, cerrando la puerta con cuidado.

—Lolo...—murmuró, acariciando su cintura con ternura.—Mi amor, soy yo, Camila.—Su voz era un susurro lleno de amor y paciencia.

Una pequeña sonrisa se dibujó en su rostro cuando sintió el beso de Lauren en su cuello, un gesto que, aunque débil, le devolvió un poco de esperanza.

—Lolo, ¿podrías mirarme?—pidió con suavidad. Al principio, sintió la resistencia de Lauren, como si temiera enfrentarse a la realidad. Pero, poco a poco, Lauren se alejó unos centímetros, lo suficiente para que sus miradas se encontraran. Los ojos de Camila se llenaron de lágrimas al ver los de Lauren, hinchados y rojos, reflejando el dolor que había soportado.—Bebé.—susurró, su voz quebrándose.

—N-no quiero que mueras, Camz.—dijo Lauren, su voz temblorosa, cargada de miedo.

Camila negó con la cabeza, su corazón rompiéndose al escuchar esas palabras. —No voy a morir, mi amor.—Con delicadeza, pasó su pulgar por la mejilla de Lauren, limpiando el rastro de lágrimas.—Estoy viva, estoy contigo, y nunca, te juro por mi vida, que nunca voy a volver a irme.

Lauren sollozó, sus palabras saliendo entrecortadas.—Yo te amo.

Camila sonrió con ternura, inclinándose hacia ella.—Yo también te amo, mi amor, y Dios sabe cuánto lo hago.—Sus labios se encontraron en un beso lleno de amor y consuelo. El sabor salado de las lágrimas aún estaba allí, pero a Camila no le importó. Todo lo que quería era que Lauren la sintiera, que supiera que estaba allí, que siempre estaría allí.

—No mueras, Camila.—susurró Lauren, su voz apenas un aliento entre el beso que compartían. Sus ojos verdes, llenos de lágrimas, reflejaban un miedo profundo, casi infantil.—No quiero que mueras.

Camila la miró con una mezcla de amor y determinación, sus manos acariciando suavemente el rostro de Lauren.—No voy a morir, mi amor. Voy a vivir para siempre, siempre a tu lado.—Su voz era firme, como si con esas palabras pudiera sellar un pacto eterno. Lauren, con una sonrisa temblorosa, volvió a besarla, dejando que el calor de sus labios disipara, aunque fuera por un momento, el frío de sus temores.

Camila envolvió el cuerpo de Lauren con sus brazos, atrayéndola hacia sí mientras ambas se recostaban en la camilla. Lauren apoyó su rostro en el pecho de Camila, dejando pequeños besos que parecían susurrar gratitud y amor. Camila, a su vez, besó el rostro de Lauren, cada beso una promesa silenciosa de que nunca la dejaría.

Cuántas veces había pedido Lauren a Dios por un momento como este, por volver a sentir el calor de Camila, por escuchar su voz y perderse en su abrazo. Y cuántas veces Camila había recordado esos instantes de amor puro con su ojiverdes, aferrándose a ellos como un faro en medio de la tormenta.

Se amaban, y ese amor era su fuerza, su refugio, su razón para seguir adelante. Era un amor que trascendía el dolor, la pérdida y el miedo. En cuerpo, corazón y alma, eran una sola. Lauren, dispuesta a morir por Camila, y Camila, dispuesta a vivir por Lauren. Juntas, eran invencibles.

                       ______________

Camila se levantó de la camilla con movimientos lentos, cuidando de no despertar a su ojiverdes, que se había quedado dormida otra vez. Una sonrisa suave se dibujó en sus labios al ver el rostro relajado de Lauren, como si, por un momento, todo el caos hubiera desaparecido. Se inclinó hacia ella y dejó un beso delicado en su frente, un gesto lleno de amor.

Con un suspiro, se dio la vuelta y caminó hacia la puerta. La abrió con cuidado, asegurándose de no hacer ruido, y salió de la habitación, cerrándola suavemente detrás de ella.

Una vez afuera, respiró profundamente, llevando su mano derecha a su cuello. Comenzó a masajearlo con movimientos lentos, intentando aliviar la tensión acumulada. Su cuerpo aún estaba resentido por los golpes que había recibido durante el accidente, y el cansancio pesaba sobre ella como una losa.

—Hey— La voz la sacó de sus pensamientos. Levantó la vista y vio a Shawn acercándose con un vaso en la mano. —Toma, creo que te hace falta.

Camila aceptó el café con una leve sonrisa. —Gracias.— Su voz era suave, casi un susurro. Se dejó caer en uno de los asientos de espera, y Shawn se sentó a su lado, observándola con atención.

—¿Estás bien?— preguntó él, notando cómo ella seguía acariciándose el cuello.

—Sí, solo me duele un poco. Es por el cansancio, creo.— Se encogió de hombros, intentando restarle importancia. Llevó el vaso a sus labios y tomó un sorbo. El sabor dulce del café inundó su boca, y cerró los ojos por un instante, disfrutando de esa pequeña tregua en medio de todo.

—Deberías descansar. Todo esto ha sido muy complicado, y lo mejor sería que fueras a casa e intentaras dormir.— La voz de Shawn era tranquila, pero había un matiz de preocupación que no podía ocultar.

—Jamás.— respondió Camila con firmeza, su mirada fija en él. —No pienso moverme de aquí, no sin Lauren, no hasta que ella se recupere.

Shawn suspiró, intentando razonar con ella. —Lo entiendo, Mila, pero yo puedo quedarme con ella. Solo serán unas horas y...

—Shawn...— lo interrumpió—De verdad te agradezco mucho que la ayudaras el tiempo que no estuve. Sé que eres muy importante en su vida y también lo eres en la mía. Pero yo ya estoy de vuelta, estoy con ella, y no pienso irme a ningún lado.

Shawn asintió lentamente, pero aún parecía querer insistir. —Lo sé, Mila, pero...

—Sé que la besaste.— soltó Camila, su voz serena pero cargada de significado. Shawn se quedó inmóvil, sus ojos abriéndose con sorpresa. —Sé que le seguiste el beso porque la quieres, y no solo como una amiga.

El rubio intentó hablar, pero las palabras no salieron. Camila continuó, su mirada fija en él. —No me sorprende que tengas sentimientos por ella. Es un ángel, cualquiera caería por ella.

—Camila... Yo...— comenzó Shawn, pero ella levantó una mano para detenerlo.

—No estoy enojada. Celosa, sí, pero enojada no.— Camila colocó una mano en el muslo de Shawn, un gesto que era tanto reconfortante como firme. —Si las cosas hubieran pasado como se creían, estaría bien que ella intentara hacer una nueva vida con quien quisiera. Por supuesto que no me interpondría. Pero ella me quiere a mí. Me ama a mí.

Shawn bajó la mirada, incapaz de sostener la intensidad de sus palabras. Camila continuó, su voz más suave pero no menos decidida. —Ella quiere seguir conmigo, y por supuesto que voy a estar con ella. Por lo tanto, como amiga, te digo que te quiero. No tengo nada que perdonarte, y tienes toda mi palabra de que te estaré eternamente agradecida por estar a su lado.

Shawn asintió, levantando la mirada para encontrarse con la de Camila. Había algo en sus ojos que mostraba tanto aceptación como resignación. Camila se levantó lentamente, pero antes de irse, añadió con un tono más firme:

—Pero como su novia, te pido que respetes mi relación con ella. Y, por tu bien, espero que no intentes algo más que una amistad con ella, porque no conoces mi lado posesivo, y no toleraré una falta de respeto como era hacia mi. —Shawn tragó saliva, asintiendo de nuevo. —¿Quedó claro?— finalizó Camila, su mirada penetrante dejando claro que no había espacio para malentendidos.

—Por supuesto.— Shawn asintió lentamente, con sus palabras cargadas de resignación.

—De acuerdo.— Camila le regaló una media sonrisa, aunque sus ojos reflejaban más determinación que alegría. Sin decir más, se dio la vuelta, entrando a la habitación y cerrando la puerta con cuidado.

Por supuesto que Camila no estaba realmente enojada. En el fondo, entendía el dolor que Shawn había sufrido cuando ella desapareció. Sabía todo lo que él había hecho, cómo había luchado para ayudar a Lauren a mantenerse a flote en medio de la tormenta. Su esfuerzo no era insignificante; había sido esencial para que Lauren sobreviviera mientras ella no estaba.

Pero aun así, había traicionado su amistad. La regla más sagrada entre ellos, aquella que se suponía que era inquebrantable, había sido rota. Se suponía que eran mejores amigos, casi como familia. Y aunque él pensaba que ella estaba muerta, involucrarse con Lauren era algo que nunca debió haber sucedido. Era algo que había fracturado la confianza entre ellos, dejando un vacío que sería difícil de llenar.

Camila respiró hondo mientras se apoyaba contra la puerta, dejando que las emociones la inundaran por un momento. Ella quería a Shawn, claro que sí. Era su amigo, su hermano en espíritu. Pero Lauren era su mujer, su compañera, su razón de vivir. Y no iba a permitir que nadie intentara quitarle eso. Ni siquiera él.

Apretó los puños mientras miraba a Lauren desde la distancia, durmiendo tranquila. En su interior, hizo una promesa: protegería a Lauren con todo lo que tenía. Y aunque no podía borrar lo sucedido entre Shawn y Lauren, lo dejaría atrás. Porque en el amor y la guerra, la única opción era avanzar.

                     ________________

La ojiverdes abrió los ojos lentamente, parpadeando varias veces mientras su vista se adaptaba a la luz suave de la habitación. El silencio era reconfortante, roto solo por el leve sonido de su respiración. Pasó la lengua por sus labios al sentirlos resecos, notando la sed y el hambre que comenzaban a hacerse presentes. Su estómago gruñó con fuerza, recordándole cuánto tiempo había pasado desde su última comida.

Intentó moverse, pero algo, o más bien alguien, no se lo permitió. Bajó la mirada y vio una melena oscura descansando sobre su estómago. La mitad del cuerpo de Camila estaba recostada sobre ella, mientras que la otra mitad permanecía sentada en una silla incómoda. La escena le arrancó una sonrisa llena de ternura.

Con cuidado, llevó su mano hacia el cabello de Camila, deslizando los dedos entre los mechones oscuros y acariciando su cuero cabelludo con suavidad.

—Camz...— la llamó en un susurro, pero no obtuvo respuesta. Camila seguía profundamente dormida, su respiración tranquila. —Amor, despierta.— añadió, esta vez jalando ligeramente su cabello. Una sonrisa divertida se dibujó en sus labios cuando la Morena dio un pequeño brinco, despertándose de golpe.

—¿Qué?— murmuró Camila, su voz ronca por el sueño mientras miraba a su alrededor, claramente confundida.

—Camz...— Lauren murmuró, su voz suave pero llena de cariño. Camila la miró de inmediato, acomodándose para estar más cerca de ella.

—Hola, Lolo. ¿Cómo te sientes?— preguntó la Morena, dejando un corto beso en sus labios antes de entrelazar sus manos con las de Lauren.

—Me siento bien, pero tengo mucha hambre.— respondió Lauren, justo cuando su estómago gruñó con fuerza, como si quisiera confirmar sus palabras.

Camila la miró divertida, una sonrisa iluminando su rostro.—Se nota.— soltó una risita mientras se movía hacia atrás para besar su estómago con ternura. —¿Te parece si salgo de aquí un rato para buscarte algo delicioso de comer?

—En realidad sí me molesta.— Lauren frunció el ceño, su mirada fija en Camila. —No quiero que te vayas, quiero que te quedes conmigo.

Camila sonrió, su expresión llena de comprensión.—Puedo quedarme, pero dudo que logres resistir un poco más sin comer ni beber agua. Sé que debes de tener mucha sed.

—Bastante. Muero de hambre y de sed.— admitió Lauren.

Camila asintió, inclinándose para dejar otro beso en sus labios.—Iré rápido, solo serán unos minutos.

—De acuerdo, te amo.— respondió Lauren, su sonrisa pequeña pero llena de confianza en ella.

—Te amo mucho más, nena.— Camila respondió con una sonrisa antes de inclinarse para besarla una vez más. Luego, salió de la habitación, dejando a Lauren con una sensación cálida en el pecho.

Lauren pasó la lengua por sus labios, intentando aliviar la resequedad, y se acomodó lentamente para quedar sentada. Un jadeo escapó de sus labios cuando el dolor recorrió su cuerpo como una descarga. Sí, había recibido una paliza, y cada movimiento era un recordatorio de ello. Pero lo que más la inquietaba era la falta de recuerdos. No sabía cómo había llegado al hospital ni cómo habían logrado escapar de los hombres que dispararon contra ellas en la casa.

La casa.

El pensamiento la golpeó como una ola. Seguramente estaba en ruinas, peor de lo que la había dejado. El lugar que una vez fue su refugio ahora era solo un recuerdo doloroso. Suspiró, cerrando los ojos en un intento de relajarse, pero los abrió de golpe al escuchar el sonido de la puerta.

—Hey...— saludó una voz familiar.

—Shawn.— Lauren no pudo evitar sonreír al verlo. —Acércate, quiero darte un abrazo.— Y claro que quería. Había olvidado lo mucho que deseó estar en sus brazos cuando aquel hombre comenzó a golpearla.

—¿Segura? No quiero lastimarte.— respondió Shawn, su voz cargada de preocupación. Aunque él también moría por abrazarla, no quería arriesgarse a causarle más dolor.

—Por favor, eres quien menos daño me ha hecho.— Lauren respondió con una sonrisa suave.

Shawn no pudo evitar sonreír también mientras se inclinaba con cuidado para abrazarla. Pasó un brazo por su cintura y el otro por su cuello, asegurándose de no lastimarla.

—Me alegra mucho que estés bien. No sabes lo preocupado que estaba.— murmuró contra su cuello, su voz cargada de alivio.

—También me alegra que tú estés bien.— Lauren respondió con sinceridad, dejando un beso en su mejilla. Luego, lo miró con curiosidad. —¿Ya viste a Camila?

—Sí...— Shawn se alejó un poco, dejando que el abrazo terminara, aunque parecía reacio a soltarla.

—¿Puedes creerlo? Todos pensábamos que estaba muerta, y de repente apareció justo cuando ese hombre iba a acabar conmigo.— Los ojos de Lauren brillaron al recordar el momento en que vio a Camila, su Morena, llegar como un rayo de esperanza para salvarla.

—Es un milagro. Agradezco que haya aparecido justo a tiempo.— Shawn tomó una de sus manos con delicadeza, dejando un beso en ella. —En verdad estaba muy preocupado.

—Estoy bien, ya todo está bien.— Lauren apretó su agarre.

—Yo... Camila sabe... Sabe del beso.— Shawn dijo, su voz apenas un murmullo.

Lauren frunció el ceño al principio, confundida, pero entonces lo recordó. La imagen del momento en que besó a Shawn, y cómo él le correspondió, apareció en su mente como un eco distante.

—Oh...— respondió, su tono bajo mientras asimilaba lo que acababa de escuchar. —¿Lo sabe?

—Así es.— Shawn asintió, rascándose el cuello con nerviosismo. —Ella habló conmigo sobre eso. Dijo que no estaba enojada.

Lauren lo miró con una mezcla de curiosidad y tranquilidad. —Shawn, tú sabes que te quiero demasiado, y jamás permitiría que Camila intentara alejarme de ti después de todo lo que pasé, de todo lo que pasamos.

Él la miraba fijamente, sus ojos reflejando un torbellino de emociones mientras asentía, aún nervioso por lo que Lauren pudiera decirle después.

—Bueno... Yo...— comenzó Lauren, justo en el momento en que la puerta de la habitación se abrió suavemente. Ambas miradas se dirigieron hacia la entrada, donde Camila apareció con una bolsa en la mano. Sus ojos marrones se posaron primero en Shawn, luego en Lauren, y finalmente en sus manos entrelazadas.

—¿Todo bien?— preguntó Camila con aparente calma, acercándose al lado opuesto de la camilla. Mostró la bolsa con una sonrisa ligera. —Te traje la comida.

—Gracias, Camz.— Lauren respondió con una sonrisa cálida. —Yo... Creo que los tres tenemos algo de qué hablar.— Su mirada se dirigió a Shawn, quien asintió con un leve gesto.

—De acuerdo.— Camila cruzó los brazos, su postura firme mientras asentía. —Escucho.

—Bueno...— comenzó Lauren, pero fue interrumpida cuando Shawn tomó la iniciativa.

—Espera... Creo que debo empezar yo.— dijo él, su voz seria pero temblorosa. Lauren asintió y Camila mantuvo su mirada fija en él, esperando con paciencia.

—En verdad no estaba en mis planes que nada de esto pasara.— Shawn comenzó, conectando sus ojos con los de Camila. —Camila, yo de verdad sufrí demasiado al creer que estabas muerta. Creía que era mi culpa por no estar más al pendiente de ti. Te veía como una hermana, lo sigo haciendo, y creí... Creí que te había fallado al no protegerte.

Camila asintió, mostrando comprensión en sus ojos, aunque su postura no cambió. Shawn continuó, su voz cargada de emoción. —Pensé que si cuidaba de Lauren, podía llegar a recompensar el haberte fallado. Pero... con el tiempo me fui encariñando con ella y yo... no pude evitar que mis sentimientos por ella salieran.

Lauren lo miró con una mezcla de sorpresa y confusión. Shawn tragó saliva y continuó, sin poder detenerse ahora que había comenzado. —Yo... Yo te quiero, Lauren, y no solo como amigo. O bueno, sí, como amigo, pero también como algo más.— Las palabras salieron con dificultad, pero el peso de su sinceridad era evidente.

Lauren abrió los ojos con asombro, su mirada alternando entre Shawn y Camila. Camila le sonrió, un gesto tranquilizador que buscaba calmarla.

—Yo sé que si Camila no estuviera, tú te habrías enamorado de mí.— Shawn admitió, su voz quebrándose un poco. —Tal vez no de la misma forma en la que amas a Camila, pero tal vez un poco.—El nudo en su garganta era palpable, pero aun así continuó. —Ella está aquí, está viva. Y aunque sé que querrás estar con ella, no puedo evitar que me duela. Porque yo te quiero, y no quería que esto pasara.

Sus palabras finales fueron casi un susurro, cargadas de una vulnerabilidad que era imposible ignorar. Cerró los ojos con fuerza mientras su voz se quebraba. —Pero... Prefiero seguir sufriendo a no tenerlas a ninguna de las dos en mi vida. Porque, a pesar de todo, estoy tan feliz de que estés con vida.

Camila dio un paso hacia él, su expresión llena de mezcla de emociones mientras lo envolvía en un abrazo fuerte. Las lágrimas comenzaron a rodar por sus mejillas, pero no dijo nada. Shawn, incapaz de contenerse más, dejó salir su propio llanto mientras se aferraba a ella.

—Eres mi mejor amiga, Mila.— murmuró entre lágrimas. —Te quiero con toda mi vida y... Perdóname por haberte fallado.

Camila no respondió de inmediato, pero el abrazo que le ofreció fue su forma de decir que lo entendía, que lo perdonaba, y que, a pesar de todo, aún había un vínculo entre ellos que no quería perder.

—No me has fallado, Shawn.— dijo Camila mientras acariciaba su cabello con ternura, su voz suave pero llena de sinceridad. —También eres mi mejor amigo, siempre lo has sido y siempre lo serás. Te agradezco tanto que hayas estado al lado de Lauren cuando yo la abandoné, y que te hayas enamorado de ella no es motivo para odiarte. Te quiero, eres mi hermano, y soy yo quien te debe una disculpa por haberte hecho pasar por todo eso. De verdad lo siento, perdóname.

Camila escondió su rostro en el cuello de Shawn, y él, sin dudarlo, la abrazó con fuerza. Sus brazos ofrecían un consuelo silencioso que decía más que las palabras.

—No tengo nada que perdonarte, Mila. Te quiero demasiado.— respondió Shawn, su voz firme pero cargada de emoción.

—También te quiero.— agregó Camila, su tono lleno de cariño y gratitud.

Lauren observaba la escena con una sonrisa suave mientras lágrimas caían por sus mejillas. Verlos juntos, compartiendo ese momento de vulnerabilidad y cariño, le llenaba el corazón. Sabía lo profundo que era el vínculo entre ellos y cuánto habían sufrido ambos.

Finalmente, cuando los dos mejores amigos se separaron, se sonrieron mutuamente y limpiaron sus lágrimas. Lauren decidió intervenir, llamando la atención de Shawn.

—Shawn...— dijo con ternura. Camila se hizo a un lado para permitir que Lauren tomara la mano del chico. —Al igual que Camila, eres muy importante para mí. Te quiero, pero a Camila la amo y quiero pasar toda mi vida junto a ella.

Shawn sonrió y asintió, sus ojos reflejando aceptación y cariño.

—Pero también quiero que estés a mi lado siempre.— continuó Lauren, su voz cálida pero firme. —Yo sé de sobra que si las cosas fueran diferentes te habría dado una oportunidad. Eres un gran hombre, y estoy segura de que encontrarás a alguien que te ame de verdad y con la misma fuerza que tú.

—Gracias.— respondió Shawn, dejando un beso en su mejilla antes de inclinarse para abrazarla con cuidado. —Siempre estaré contigo, con las dos.

Camila, que había estado observando con una sonrisa suave, sintió cómo su corazón se llenaba al escuchar las palabras de Shawn. El vínculo que los unía era fuerte, y aunque la dinámica había cambiado, seguían siendo una familia.

—Oh vaya...— dijo una voz desde la puerta, interrumpiendo el momento entre ellos. Los tres voltearon al unísono para ver al doctor entrar en la habitación. —Lamento interrumpir. Veo que ya estás mejor, Lauren.— comentó, con un tono profesional pero cálido.

Lauren asintió en señal de reconocimiento.

—Bueno, me alegra que estés bien, pero necesito hacerte algunas revisiones. ¿Serían tan amables de dejarme a solas con mi paciente?— pidió educadamente, dirigiendo la mirada a Camila y Shawn.

—Te veo en un rato.— Camila se acercó a Lauren, depositando un beso suave en sus labios. —Tu familia no tarda en llegar. Les avisé que despertaste cuando fui por la comida.

—De acuerdo, gracias.— Lauren respondió, devolviéndole el beso, aunque en el fondo ya comenzaba a anticipar el momento de ver a su familia.

Sabía que habría mucho que explicarles, demasiadas preguntas y pocas respuestas, pero por ahora solo quería abrazarlos, sentirlos cerca.

Observó con una sonrisa cuando Shawn rodeó los hombros de Camila con su brazo, y esta, en un gesto de cariño y camaradería, pasó su brazo por su cintura mientras ambos salían juntos de la habitación.

—Eres una mujer bastante fuerte, Lauren.— dijo el doctor mientras se acercaba con cuidado. Sus manos comenzaron a revisar las heridas de Lauren, sus movimientos precisos pero gentiles. —No creo mucho en Dios, pero el hecho de que estés viva es un milagro.— añadió con honestidad, el peso de sus palabras llenando el espacio.

—A veces el amor es lo que nos da la fuerza suficiente para seguir luchando.— respondió Lauren, su tono suave, pero firme.

Sus palabras estaban cargadas de verdad. Porque, al final, sabía que tenía razón.

Su amor por Camila la había mantenido con vida. Y, de la misma forma, el amor que Camila sentía por Lauren había hecho lo mismo por ella. Juntas habían desafiado al destino, y ese amor, tan profundo y poderoso, era el verdadero milagro.

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