HATE

Faltan pocos días para que inicien mis clases. Este mes paso demasiado rápido, pero fue suficiente para familiarizarme con la ruta que seguiré durante mi estadía aquí, debo admitir que usar el metro fue algo complicado al principio y que decir de los autobuses, me perdí más veces de las necesarias, pero por fin logré memorizar las líneas del metro y bueno esa es mi mejor opción sin duda.

Aunque caminar no esta tan mal, son muchos kilómetros, pero no es tan tedioso como creí, aunque el clima tan cambiante de Londres, puede ser un obstáculo.

Mi gimnasio es maravilloso, el encargado tenía razón casi nadie viene a la piscina, así que la mayoría de las veces tengo el espacio para mí sola.

Los jueves como hoy solo dos personas ocupamos la piscina y nunca nos cruzamos, por lo tanto, tengo más tiempo para disfrutar del agua. Cuando termino de dar mis vueltas en la piscina me quedo en medio de ella, flotando boca arriba, esto me da paz, me relaja y me hace pensar que nada más importa.

Escucho a alguien entrar al agua, pero no deseo abrir los ojos, solo un minuto más y saldré, siento unas manos alzarme.

—¿Pero qué demonios? —Grito sin pensar, hay un joven más o menos de mi edad; de 1.80 de alto, aproximadamente; ojos azules; no, espera, tiene un ojo azul y el otro de un gris hermoso, tiene heterocromía iridium; largas pestañas y cabello castaño, me está sosteniendo mientras intento zafarme de sus brazos—. ¡Suéltame idiota! —lo empujo.

—Lo siento pensé que estabas muerta o algo. —dice un poco apenado.

—Pues no lo estoy, estoy bastante viva imbécil. —estoy demasiado enojada, acaba de interrumpir mi momento.

—Bueno ya dije que lo siento, no creí que preocuparse por alguien fuera un delito. —no logro distinguir el tono en sus palabras.

—No lo es, pero no necesito que nadie se preocupe por mí, estoy bien. —y con eso me alejo y salgo de la piscina dejándolo atrás en medio de la alberca.

Nuca había visto a este muchacho y espero nunca volver a verlo, es un idiota.

***

El fin de semana lo paso en mi departamento trabajando y alistando las cosas que necesito para el lunes, es mi primer día de clases y deseo que todo esté en orden, Lucas siempre decía que tengo una obsesión con que todo salga tal cual lo planee, no estaba tan equivocado, me gusta tener siempre el control de lo que me rodea.

Por la diferencia de horario no encuentro una hora adecuada para llamar a Mauricio y a mi madre, los primeros días me costó mucho acostumbrarme a la diferencia, los llamaba siempre que estaban dormidos, ahora ya lo domino un poco más. Falta poco para las 12 de la noche, es bastante tarde tomando en cuenta que mañana tengo que despertar a las 5 de la mañana; sin embargo, es buena hora para llamar a Mau.

—Hola, ¿qué haces despierta a esta hora? —contesta mi amigo tan pronto como suena el primer timbre.

—Hola, arreglando las cosas para mañana —Le contesto—. Sabes, lo que menos me gusta de las clases que llevare, es que cuadro días tengo clase a las 7 de la mañana.

—Demonios, demasiado temprano para mi gusto —Mau suena muy sorprendido.

—Creí que te lo había dicho, aunque solo tengo dos clases al día y saldré alrededor del mediodía, pasare más tiempo en un Starbucks trabajando y en el gimnasio nadando que en el departamento, no debí rentar uno. —digo en tono de broma.

—Quizá debiste vivir bajo un puente y te ahorrarías millones en alquiler. —también bromea.

—Sí y bañarme en el gimnasio para mantenerme limpia y no parecer realmente un vagabundo. —siempre hacemos esté tipo de bromas, es obvio que con mi fobia a los gérmenes es poco probable que me bañe en un gimnasio.