Huening Kai es un omega que perdió a su alfa en un trágico accidente, con su lazo roto y su omega deprimido, le quedan pocos días de vida.
Choi Soobin es un beta y enfermero a domicilio, es contratado para cuidar al Omega en sus últimos días.
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Por la tarde, la fiebre de Kai no había bajado, los medicamentos no habían hecho efecto, y luego de la transformación a su lobo, Kai había quedado con menos energías.
Así que ahora estaba débil y en cama.
Soobin estaba siendo muy cariñoso y suave con él, más de lo normal.
Cómo almuerzo, el Beta le había preparado un cuenco con frutas, yogurt y cereales, pero le habían dado náuseas en los primeros cuatro bocados y permaneció acostado porque no quería vomitar, sabía que necesitaba comida y energía pero no podía más, haría un esfuerzo más tarde, para comer un poco más.
Pero por más que descansó un rato largo, dió dos bocados más y volvió a sentirse mal, así que se rindió con eso.
Así que para la hora de la merienda, Kai seguía recostado, sin comer nada, tenía un trapo frío sobre su frente para calmar un poco su fiebre, lo único que parecía medianamente resultar.
Soobin se sentó a su lado, dejando mimos con una mano y con la otra cargando su café.
Beomgyu tenía un chocolate caliente y se notaba mucho menos bromista que al principio, estaba muy serio y no había tomado casi nada de su bebida.
Volvía a sentir dolores físicos por toda la carga emocional, le dolía el estómago, ya tenía náuseas por todo el malestar que le provocaba la situación, no creía poder comer algo.
— Escucho a un lobo llorar— murmuró Kai.
—Soy yo— dijo Beomgyu, por lo bajo.
— No, no eres tú... Este es pulgoso.
Soobin se avergonzó, bajando la vista, sus mejillas tomaron color, se sorprendió cuando Kai llevó una manito a su rostro y acarició su mejilla, lo miró, viéndolo sonreír con paz.
— Nos vas a hacer llorar a los dos— murmuró Soobin.
— A los tres— añadió Beomgyu.
Kai rió de forma penosa.
— Están hechos unos sentimentales— murmuró, se giró para tomar a Soobin por su camisa y traerlo más cerca de sí, hasta que el pelinegro quedó acostado en la cama y él se acomodó sobre su hombro, abrazando su cintura.
Beomgyu sonrió enternecido.
— Vamos, alégrense un poco— dijo el rubio, intentando animarlos—. Hay algo por lo que estar alegres, díganlo— murmuró, cerró sus ojitos color cielo y frotó su nariz de botón en el hombro del Beta.