抖阴社区

                                    

Cobijadas bajo la iluminación amarillenta, decenas de copas a medio beber relucen con los bordes manchados de carmín. Los recogidos se van cayendo, algunos mechones rebeldes se salen de sus trincheras entre sortijas y horquillas, y los primeros botones de las camisas han abandonado su ojal. Los bostezos del piano se mezclan con los de las personas, planeando entre los manteles blancos y aterrizando sobre sus risas con sabor a champán y a licor de moras.

En una de esas, Yuzuha pone el temporizador de su móvil mientras Mikey charla con Chifuyu y con Kazutora sobre los beneficios de la arena de sílice para gatos, y se produce un revuelo en cuanto todos intentan colocarse a la vez.

Justo cuando Mikey piensa que va a quedarse fuera del encuadre, una mano se cierra en torno a su cintura y tira de él, haciéndolo impactar contra el costado de alguien que le saca al menos dos cabezas. En lugar de mirar hacia la cámara, Mikey levanta la vista para identificar al rascacielos humano en el que está apoyado, encontrándose con la sonrisa agitada que Draken, al igual que el resto de sus amigos, le dedica al objetivo.

Ni siquiera le está sonriendo a él, pero el corazón se le hunde en el estómago como si fuese una piedra, y acto seguido asciende hasta el pecho, liviano. Se queda tan absorto durante esos pocos segundos que, en cuanto Yuzuha baja el móvil y todos se dispersan, Mikey no hace nada por separarse de Draken.

Se le ocurre que la hermana de Hakkai acaba de adquirir una prueba gráfica que acredita que Sano Manjirō puede hacer mucho más con su cara que intimidar al personal o aparentar diez años menos de los que tiene. Puede conferirle un aspecto embobado. Pero bueno, de eso ya se preocupará más adelante.

Es la segunda vez en tres horas que Draken lo toca voluntariamente, y puede que sea la última. Le gustaría adulterar las normas del espacio-tiempo para hacer que durase más.

Como si pudiese leer sus pensamientos, el chico desvía los ojos de Hina (con quien está hablando sobre el inicio del curso en el colegio en el que la muchacha trabaja), como si le sorprendiera que Mikey siguiese ahí, pero no de una forma negativa.

Durante un instante, ninguno de los dos es capaz de pronunciar palabra. Mikey sigue llevando la banderita tras la oreja, y eso es algo que no pasa desapercibido para Draken.

Sigo siendo yo, quiere decirle Mikey.

Sigo siendo yo, Ken-chin. ¿No me ves? Estoy justo aquí.

Tampoco es que pueda permitirse enrarecer el ambiente. No han llegado a esa fase de la reconciliación todavía. Tendrá que probar con algo más inocuo.

—En breve servirán los postres —acaba soltándole. Dejándolo todo a la improvisación—. ¿Quieres compartir uno?

¿En serio? ¿Eso es lo mejor que se te ocurre?

Sorprendentemente, Draken no reacciona como si Mikey acabase de escupir una tontería de las que baten todos los récords. Su semblante se tiñe de preocupación, en cambio. Tras un titubeo fugaz, le pone el dorso de la mano contra la frente.

—¿Tienes fiebre? —le pregunta, analítico.

—¿Qué? —boquea Mikey—. No.

Se lo sacude de encima con un movimiento lánguido, desoyendo ese gimoteo interno que parece profundamente disgustado con él por haber perdido una oportunidad tan valiosa como esa de prolongar el contacto físico con Draken. Mírate, parece espetarle. ¿Qué dirían el abuelo y Shin'ichirō si supieran que te has vuelto un cobarde?

¿Qué demonios le pasa? Siempre ha sido descarado e inapropiado y a dicho y hecho lo que le ha dado la gana. ¿A qué viene esa sensación de vértigo e indefensión que se ha instaurado en su organismo y que no hace más que acentuarse cuando Draken lo toca o lo mira?

This is me trying (Draken/Mikey)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora