Mikey atrapa su labio inferior entre los suyos y, cuando cierra los ojos, sus pestañas color ceniza le producen un cosquilleo sorpresivo en las ojeras. El contacto es tan ínfimo que ni siquiera parece real. Apenas un roce en la boca y las manos de Mikey afianzadas en sus hombros como anclas. Pese a ello, sus efectos sobre Draken son devastadores. Se queda sin aliento durante un par de segundos, tratando de recordarse que es un adulto para el que los besos hace mucho que dejaron de ser un terreno inexplorado.
Ya, pero ahora es Mikey quien te está besando. Y ha dicho que quiere que lo toques. Y nada, absolutamente NADA de lo que hayas hecho antes te ha preparado para esto.
Mikey es una tempestad voluble encerrada en cincuenta kilos de complexión esbelta y rostro aniñado. La dualidad hecha persona. Draken lo ha visto amenazar de muerte a Takemichi y reírse de él por tomárselo en serio. Todo en menos de cinco segundos. Sabe que es sobradamente capaz de derribar a oponentes que le doblan en peso y estatura de un solo golpe certero en la sien mientras mastica chicle de fresa. Pasividad felina que puede desdoblarse sobre sí misma hasta adquirir la fiereza de un león furibundo que detecta una amenaza dirigida hacia los miembros de su clan. Fue su mejor amigo durante más de un lustro, y representa una parte de su vida que Draken asocia con aventuras, diversión, el rugido de un centenar de motos aunado y poder.
También representa esa confianza ciega que siempre se han profesado mutuamente, una añoranza insobornable, devoción y dolor. Y una sinvergonzonería ruin, espontánea y carismática a la que nunca ha podido negarle nada. Comprender que a Mikey, de entre todas las personas, le preocupa propasarse con él, percibir el leve temblor que irradian sus manos mientras el chico apoya su peso en el suyo para no resbalar... tener todo eso contra los labios es como intentar sostener el mundo con las manos.
Besar a Mikey es como viajar al espacio: una de esas cosas que Draken sabe que son científicamente posibles, pero que siempre ha imaginado haciendo a otras personas. Desde luego, nunca le había dado por pensar que acabaría siendo una de ellas. Eso seguro.
Sí que se había preguntado cómo sería. Mikey. Besando a alguien. Por pura curiosidad. Estaba convencido de que no era el único que había tratado de imaginárselo. A sus quince años, Mikey parecía igual de predispuesto a besar a alguien que a utilizar otro calzado que no fuesen chanclas.
Era la nota discordante en su círculo más próximo de amigos. Todos habían ido despertando diferentes niveles de atracción hacia alguien o, en su defecto, hacia un target de gente que compartía algún rasgo común. Ni siquiera Mitsuya, siempre tan discreto, había logrado escapar del influjo ineludible de las hormonas. Uno a uno, todos habían ido sucumbiendo.
Todos menos Mikey.
Sus motores existenciales pivotaban entre partirle la crisma a aquellos que osaran meter las zarpas en su territorio, dormir tanto como un gato, velar por su familia, poner Shibuya patas arriba junto a sus amigos e ingerir una cantidad diaria de caramelos que haría llorar al dentista más estoico de la ciudad solo con poner un pie en su consulta.
Por eso, Draken se había visto a sí mismo contemplando a Mikey de soslayo más de una vez, preguntándose qué características debía reunir un ser humano para llamar su atención de esa forma. Y había acabado llegando a la conclusión de que quizá no existiese ningún prodigio biológico que llevara intrínseca alguna clase de fórmula codificada que hiciese que el Invencible Mikey quisiera besarle.
Comprobar en carne propia que se ha equivocado en esa suposición (y hasta qué punto) resulta abrumador. Aviva instintos que no sabía que tenía. El instinto de rodearle la cintura. De sentirse satisfecho al comprobar que puede abarcar el ancho de su espalda con la mano. De no querer soltarlo. El instinto de delinearle la quijada con los dedos. Despacio. Comprobando que es real.

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This is me trying (Draken/Mikey)
RomanceMikey se ha distanciado de Draken desde lo ocurrido con Emma. En cambio, ha mantenido el contacto con el resto de sus amigos. Siendo francos, la verdad es que lleva una vida bastante recta. Una vida aceptable y feliz. Hasta que el día de la boda de...
Trying
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