Londres ? Kepa Arrizabalaga ?

15 de septiembre de 2021.

—Ben, vete ya de aquí por favor. Eres peor que un niño quejándose.

—No me voy a ir hasta que me cuentes todo— insistió el inglés.

—Esta historia de mi hermano y Brooke, no mía. Pregúntale a uno de ellos dos.

—Que tu hermano no suelta prenda, ya lo hemos intentado—intervino Jorginho que se encontraba en la camilla vecina a la del mayor de los Chilwell.

—Vamos a ver Benjamin James Chilwell, no sé que pasó. No me han contado nada y, tú— dijo señalando al italiano— No te metas en esto porque suficiente tengo con un pesado de tu turno preguntándome por el mismo tema.

Tras varios intentos por parte de la española consiguió que el internacional británico se marchase de aquella sala para irse a los vestuarios. Quedándose de esta manera sola con el italiano con el que de vez en cuando intercambiaban algunas que otras palabras. Al rato por allí apareció Michelle que ya había terminado su jornada de trabajo con el grupo, pero le quedaban aún cosas pendientes.

—Michelle— enunció Jorginho.

—¿Qué me quieres liar ahora?— preguntó reposando la cámara en una de las camillas vacías.

—Ninguna, soy un hombre tranquilo. Tú, por curiosidad, ¿sabes que pasó entre Kepa y Brooke?

—¿Él también?— dijo mirando a su amiga.

—Y tú hermano.

—Yo no sé nada. Lleváis toda la mañana con el temita, si Kepa no os lo ha dicho, ¿qué os hace pensar que nosotras lo sabemos y os los vamos a contar?

—Pues que sois, la hermana y las mejores amigas de Brooke.

—Soy la fisioterapeuta de este equipo, te dejo que le pegues— avisó Leire a la británica.

Al pronunciar aquellas palabras por la puerta de la sala apareció Kai ya cambiado sin el chándal de entrenamiento. Michelle y Jorginho sabían de sobra que significaba la presencia del alemán. La británica se despidió de su amiga y el italiano terminó su sesión pertinente de aquel día y se marchó siguiendo los pasos de su amiga y compañera.

—Hola, Kai— saludó tímida la vasca evitando el contacto visual.

—Leire, ¿tienes un momento?

—Ahora estoy un poco ocupada, tengo unos cuantos informes que rellenar y, tengo que recoger.

—Te espero fuera, quiero hablar contigo y no puede esperar más.

Sin dejarla tiempo para responder, el alemán salió de allí dejando a Leire totalmente confusa sin saber muy bien que acababa de pasar. Recogió rápidamente y terminó de rellenar la mitad de los informes que tenía encima de la mesa. Se metió en el pequeño vestuario que tienen allí para cambiarse el uniforme por su ropa. Una vez estuvo lista se miró al espejo y tomó aire. Estaba asustada.

—Ya estoy lista. ¿Qué querías decirme?— preguntó jugando con un mechón de su pelo.

—Mejor vamos a otro sitio.

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—¿Dónde estamos yendo?— preguntó curiosa Leire al ver que estaban saliendo de la ciudad.

—Te voy a llevar a un lugar que es al que voy cuando no puedo más y necesito estar solo. Últimamente he venido mucho aquí.

—Pero, ¿Estás bien?