抖阴社区

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El pecho se le alivió cuando notó una responsiva positiva hacia la proposición, y no pudo evitar sonreírle a la pantalla del teléfono mientras escribía la hora a la cual la recogería en la residencia para después llevarla al restaurante que Matsuda le había sugerido como apropiado.

Para ese punto se había encargado de buscarlo en Google, todo con la intención de verificar que no se tratara de una mala broma por parte de su asistente, pero se había sentido satisfecho con las imágenes mostradas en pantalla; tanto que inmediatamente después de revisar las fotografías colgadas en la red, le pidió a la joven que hiciera la reserva.

Joel Robuchon era un restaurante que contaba con el prestigiado galardón de estrellas michelín, sumamente lujoso, de preciosa apariencia idílica, dando la ilusión de un palacio. Grandes candelabros de tintes dorados adornaban el techo, y las paredes con modulares ornamentales y detalles dorados en ellas recordaban a las épocas donde predominaban los reinos en Europa. Le había cautivado desde el primer vistazo, no por su propio gusto, sino por ella. Porque en ese sitio sabía que podría darle la oportunidad de ser tal como una de las princesas que aparecían en sus libros de cuentos, aun si fuera un reflejo de Cenicienta, siéndolo solo por una noche, o un par de horas, podía imaginar el tamaño de su sonrisa opacando las luces que proveían las arañas colgantes en el techo, y la gracia de su silueta siendo el centro de atención.

Y en menos tiempo del que creyó posible, el viernes se había llegado.

Estaba en su propio apartamento, recién salido de la ducha. Una toalla entintada de un azul profundo se enroscaba en su cadera, dejándole ver su propio cuerpo en el espejo del armario mientras rebuscaba entre sus prendas algo adecuado.

Se había "escapado" de sus labores desde bien temprano. Aprovechó la semana completa para cobrar, perseguir y tasajear a quienes hacía falta con intenciones de tener completamente libre el día, lo único que había debido hacer aquella mañana fue ir, en compañía de Rindou, a un burdel de los cuales el grupo era dueño para recoger la comisión mensual que les proporcionaban por trabajar cómodamente, todo a cambio de un amplio surtido de estupefacientes para proveer a sus clientes, y claro, seguridad. Fuera de ello, su día consistió únicamente en alistarse para esa noche.

Se afeitó el poquísimo vello que nacía en su rostro, un poco en la parte superior del labio y otro en los costados de su rostro. Merendó un poco, bebió café. Envió a Matsuda a sacar un poco de dinero a un cajero automático para no tener que plantarse por sí mismo. Acudió a la única peluquería que le generaba confianza para retocarse el corte de cabello que, para ese punto, ya iba un poco crecido y deformado; incluso repasó unas tres veces la ruta que debería tomar desde la residencia hasta el restaurante.

También se concientizó de que, ese día, aun cuando se tratara de un fin de semana, no consumiría nada. Si bien el MDMA no era algo precisamente adictivo, estaba tan acostumbrado a tener una tableta sobre la lengua los viernes, y su cuerpo comenzaba a reclamarle un poco, pero no cedería tan fácilmente. No solo necesitaba, quería estar completamente consciente durante la noche, además que estaba seguro de que no le era imprescindible alterarse los sentidos para verla como lo más precioso a sus ojos. Naturalmente Misaki ya lo era.

Seguía de pie delante del clóset, con la cabeza metida entre las prendas colgantes, intentando encontrar algo que le sentara bien y, además, cumpliera con el código de etiqueta marcado en el restaurante. Le hubiera gustado preguntarle que llevaría puesto, para en el caso de ser necesario, adecuar los colores de sus prendas a su conjunto, pero decidió que llevarse una sorpresa sería mucho más interesante.

Antes de cambiarse se echó un último vistazo en el espejo, inspeccionando su propio torso al descubierto. Un par de gotas provenientes de las húmedas hebras rosadas se deslizaban por su piel, contorneándole los músculos marcados en su abdomen, las clavículas e incluso las venas verdosas apenas distinguibles en sus brazos. Una sonrisa inocente se le apareció por el rostro, enfatizándose las cicatrices en las comisuras de la boca.

????????? ? ????? ?????????Donde viven las historias. Descúbrelo ahora