THE FEAR ━━ LUMITY BETA.

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THE FEAR.
番号 1.
LDN.
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Caminó por el largo de la acera, escuchando el incesante y satisfactorio crujir de las oxidadas hojas tan características del otoño bajo sus suelas. El aire le enfriaba el rostro y la obligaba a entrecerrar los ojos para no sentir resequedad, la punta de su nariz estaba congelándose poco a poco, y si ponías la suficiente atención, podías verla colorarse.

Se impulsó hacia arriba en lo que apenas si podría considerarse un brinco para poder acomodar el peso de su mochila en sus hombros, para luego soltar las correas que abrazaban sus hombros y acomodarse el rojo beanie antes de que el viento fuera a sacarlo volando.

Su casa no quedaba demasiado lejos de la universidad, de hecho, quedaba increíblemente cerca. No le tomaba más de diez minutos el trasladarse de un lugar a otro, y sus compañeros no paraban de recordarle la bendición que era vivir cerca.

Ella concordaba, viviendo tan cerca no tenía que preocuparse por gastar su dinero en transporte público.

Frenó unos segundos antes de pasar por el cruce de peatones, esperando a que los autos se detuvieran. Observó el panorama frente a ella, siempre enfocando su vista en aquella gigantesca casa que parecía no combinar con el resto del lugar; demasiado grande y sofisticada, pero extrañamente, jamás había visto un alma entrar o salir por aquella gigantesca puerta, siempre se preguntó quién podría vivir ahí. Su celular sonó.

"No se te olvide que mañana nos vamos a juntar a estudiar :p" decía su pantalla, junto con el nombre "Weedonna" en negritas. Ella sonrió sutilmente, Wionna Park la conocía tan bien que supo que ese dato se le iba a escapar papaloteando de la cabeza.

Guardó el aparato en el bolsillo de su chaqueta militar y avanzó al haberse detenido los coches.

Cruzó unas calles y dobló unas esquinas, y en menos de lo que uno podía decir "imbécil" ella ya estaba sacando las llaves de su casa y encajándolas en el hueco de la cerradura. Tomó el pomo y se abrió paso dentro de su morada.

—¡Lucía! —exclamó una vocecilla que se acercaba a ella a pasos atropellados. Lucía abrió sus brazos, lista para recibir a su hermanita entre ellos, pero ésta se quedó de pie frente a ella —¿Tienes el celular?

Lucía bufó haciendo una mueca de disgusto juguetón, para luego darle un golpecito en el centro de la frente con el dedo medio impulsado por el pulgar.

—Sólo para eso me quieres —fingió dolor mientras sacaba el celular del bolsillo y se lo entregaba a su hermana.

—Jeje —rió mientras se dirigía al sofá color trigo del centro de la sala.

Lucía dejó caer la mochila al suelo y la pateó suavemente para que no estorbara la entrada a la casa, luego se quitó el beanie y lo lanzó directamente a la cara de la niña en el sillón.

—Ey, Luz —llamó, su hermana se quitó el beanie de la cara y se asomó a verla de forma que a Lucía le recordó a un perrito de la pradera —, ¿y má?

—Uhhh... creo que dijo que iba a descansar los ojos en su cuarto.

—O sea que está dormida —pasó una mano por su alborotado cabello.

—Seh.

—Hm.

Caminó lento a la cocina, lista para revisar las sobras que habían en el refrigerador y podérselas arreglar con eso. Era Jueves, usualmente su mamá hacía las compras los Viernes, así que la comida ya estaba escaseando.