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rencor y odio?

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Las carcajadas ruidosas de un grupo de amigos llamaban la atención de curiosos pueblerinos que con tan sólo mirar la ventana del gran santuario, dejaban suspiros atraídos por tales hombres hermosos

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Las carcajadas ruidosas de un grupo de amigos llamaban la atención de curiosos pueblerinos que con tan sólo mirar la ventana del gran santuario, dejaban suspiros atraídos por tales hombres hermosos.

Las chicas gritaban por dentro al ver sonreír al hombre atractivo de traje.

- Y, aquí vamos otra vez - se quejó Jacky, rodando los ojos al ver la multitud de gente en los cristales.

- Que no se note la envidia, Jacks - respondió Reborn estirando sus musculosos brazos.

La mitad de los pueblerinos desmayaron por tal gesto.

- No es culpa de Reborn ser tan... Sexy, ¿hot? - Auron hizo una mueca de confusión.

- Muy cierto - contestó Juan, abriendo una ventana - Ehem, ¿pueden irse, por favor? - pidió haciendo ojos de cachorro.

Las personas presentes, sobre todo las chicas, se miraron entre sí.

- Si claro - dijo alguien.

- Gracias, muchas gracias - bloqueo las ventanas una vez dicho.

Una chica se quedo estática viéndolo, Juan al darse cuenta, sonrió sin saber que hacer, apegó su cara contra el vidrio y con sus ojos le dirigio la salida.

- ¿Puedes hacerme un favor que, probablemente salve al pueblo? - pregunto la chica en voz alta.

Confundido, el hechicero asintió.

- ¡Si vuelves a hacer ojitos, juego a la ouija acá en tu patio! - gritó - ¿Dormir? ¿Que es eso? - hablo ella saliendo del santuario.

- Loca de mierda - acomodo sus lentes.

- Reborn atrae chicas y Juan las espanta, increíble, ¿no? - rió el chico pingüino.

-Auron el dueño del pueblo y tu, Jacky el virgen, lamentable - se defendió, tomando asiento.

- Callense, lame colas - dijo el mayor, se levantó de la silla acomodando su traje - Ahora mismo iré a lo de Pol, al parecer quiere hablar conmigo sobre hacer una fiesta de bienvenida y eso.

- Te acompañamos, señor Auron - Reborn dijo.

- Yo no, estaré toda la tarde con mi esposa que si tengo - enfatizó la palabra prohibida especialmente para Juan - Nos vemos.

Un estruendo portazo logró que el ambiente se volviera incómodo.

- ¿Y a este, quien lo invito? - con el ceño fruncido miro a los dos hombres.

????????? ? spruanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora