Just one light (Solo una Luz)

Los días libres son la bomba, pero de las que explotan

(Parte I)

Son las doce del día y me levanto por la acalorada charla que mantiene Niky por teléfono.

-¡Déjame dormir hombre! -grité alto para que escuche desde su habitación.

-¡Te aguantas! -devolvió él, pero ni madres, quiero que se calle y quiero dormir.

Levanté mi perezoso cuerpo de entre las sábanas y caminé hecha toda una zombie hasta el dormitorio del ruidoso.

Estoy a punto de entrar y cantarle las cuarenta por despertarme en mis días libres cuando escucho una conversación que es más interesante que una discusión en la mañana.

Y sí, me enseñaron que escuchar a escondidas es mal visto y de pésima educación, pero chisme es chisme.

-¡Iré mañana! ¡Si te digo que lo haré es porque lo haré! Yo cumplo mis promesas y he estado allí para salvarte el pellejo -¿cuál es el pellejo que ha salvado?-. Sí. En el lugar de siempre y a la misma hora. Lo llevaré, no te alarmes. ¡Confía en mí joder! ¡Deja el drama que no eres un crío ni me trates a mi como tal! -difícil no tratarte como tal bro, muy difícil-. Vale. Nos mantenemos en contacto. ¡Y no me vuelvas a llamar a este número! ¡Si alguien se entera yo...! -creo que oí lo suficiente. Es hora de pasar a la acción.

-¡Qué bajes el tono de voz carajo!

-Tengo que colgar -marcó para finalizar la llamada y con la misma rapidez se guardó el móvil en el bolsillo de sus jeans-. ¡Papá y mamá te enseñaron a tocar la puerta chimpancé rabioso!

-No me da la gana de hacerlo. Es mi casa.

-¡Y es MI cuarto!

Vale, le concedo el punto.

La que anda curioseando en conversaciones agenas soy yo.

-Y tu cuarto forma parte de la casa, y en la casa vivimos todos, por lo que todos tenemos derecho a la casa, y en la casa que le pertenece uno hace lo que se le pegue la gana, y eso es una regla, y yo sigo las reglas, por tanto y cuanto, puedo entrar a tu cuarto cuando me plazca. Así de simple, así de fácil.

-¿Quieres que te haga el cuento de la buena pipa?

-Idiota.

-Yo no dije que idiota. Yo dije que si quieres que te haga el cuento de la buena pipa.

Regla número dos jamás escrita de los Edge: evita toda pelea infantil con Nicolás. A pesar de los veintiséis años que tiene en las costillas, se puede rebajar a la altura de un niño de seis.

-OK, no vuelvo a entrar a tu cuarto sin tocar la puerta antes. Solo deja la anormalidad esa porfa.

-¿Cuándo aprenderás que no puedes ganarme, chiquilla?

-Chiquilla tu abuela.

-Nuestra abuela querrás decir.

Le enseñé el dedo corazón como la persona madura que soy.

Ya que estoy despierta y no podré conciliar el sueño en las próximas horas, mejor bajo y ME hago el desayuno.

Que el infantil se las apañe él solito.

-Oooooh, huele a huevos y bacon. El desayuno perfecto -comentó Nicolás al rato.

-Perfecto para mí. Este es MI desayuno.

-¿Te pondrás en esas? ¿En serio?

-Tú eras el que se comportaba como niño, ahora jódete.

-A los niños se alimentan ¿sabes?