Si piensas que todos los nerd son tiernos e inocentes, te equivocas.
Hay chicas que parecen estar hechas de hierro fundido. Lo que nadie sabe es que esas llevan marcada la piel con fuego, que decidieron arrancarse el corazón y guardarlo bajo llave a...
Despiertas un día. Inseguridades susurrándote al oído. Es ahí cuando llega el cambio, pero esta vez, por primera en la vida, yo lo busqué.
Bajando de la camioneta que conduce el esposo de mamá, miro alrededor del lugar admirando la belleza que desprende. El amplio edificio de varias divisiones se extiende frente a mí. Paredes color beige lo recubren completamente. Abajo, pasto recién cortado que atraviesa un camino pulido, donde si te fijas, puedes ver tu reflejo; arriba, cuatro pisos de altura se imponen, ventanas de cristal templado distribuidas entre ellos.
La incertidumbre crece a medida que avanzo en este palacio de ensueño. Llego a una oficina inmensa, notando que la decoración es obra de alguien que tiene muy buen gusto. No espero demasiado hasta que oigo pasos. Un hombre bajo, corpulento y presentable se sienta. La silla aparentemente acolchada.
-Nombre -saca un expediente del gavetero.
Le respondo a los datos que pregunta sin titubear. Veinte minutos después se termina aquel interrogatorio. Al fin puedo marcharme.
Caminando en el corredor escucho martilleos insoportables. Se que es mi corazón e ignoro los ruidos. Freno a metros de la puerta que tiene tallado un 3 y tomo el picaporte abriéndola, descubriendo el nuevo mundo que espera.
La mujer que habla se calla y sonríe amablemente.
-Hey, tenemos una nueva incorporación -espeta observándome-. Pasa. Ve presentándote.
Giro viendo a la gente que aguarda curiosa.
-Soy Danger, Danger Stone.
Una risa roba el protagonismo de la escena.
-Así que Danger, ¿eh? ¿Vienes también con el cartel de: Cuidado con el perro? Examino al idiota detenidamente a la par de que el resto le ríen la gracia. Me lamo los labios antes de contestar.
-Divertido. Y tú debes trabajar de medio tiempo en el circo. Tienes pinta de payaso. Los estudiantes abren los ojos asombrados, el chico solo se carcajea.
-¿Hueles eso? Algo huele a muerto -dice de forma despreocupada, pero indirectamente amenazando.
-A menos de que estemos en una morgue en vez del instituto, no le veo lógica -hago un gesto restándole importancia-. Bueno, quién soy yo para juzgar los... intereses de cada quien, ¿no?
Sus ojos café adquieren un tono más siniestro cuando la profesora interrumpe.
-Kingston, basta. Chico nuevo, toma asiento. Continuemos la clase.
Veo sitio vacío al lado de la ventana. Voy hacia allí dispuesto a sentarme y una chica cierra la silla antes de que lo haga.
-Perdona, yo...
-Buscas otro lugar o utiliza el suelo. Aquí no -dice sin siquiera voltearse.
La escaneo con la vista antes de ir a por otro puesto.
Adaptarse va a ser todo un reto, sin embargo, creo que no será aburrido.
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