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«Kaminari»

No sé qué está pasando con mi vida.

No sé qué está pasando con mi mente, con mis ánimos, con mis sentimientos y mucho menos con mi corazón.

No sé si se siente bien o se siente mal, y es que...

La verdad es que a veces se siente como lo más maravilloso del mundo, mientras otras siento que me quiero arrancar los ojos para dejar de llorar de lo mal que se siente la confusión y los malentendidos.

No sé qué exactamente quiere Midoriya, no sé qué pasa con él ni por qué no me ha querido decir por qué mierda se comporta así conmigo, para qué, con qué puto objetivo final.

A veces siento que me quiere de verdad, que quiere estar conmigo, que está dispuesto a sentar cabeza ya.

Y otras siento que solo me quiere recuperar como su amigo y dejarme hacer mi vida amorosa con alguien que tal vez me haga mejor.

Y es que.., no sé, todo esto es muy, muy confuso para mí, quiero decir.., antes ya me mandaba cosas a la agencia, me hacía de comer, se preocupaba por mí, yo.., nunca dudé que me quisiera, independientemente del cómo. Por eso.., pues es difícil hacer una distinción de sus verdaderas intenciones.

A pesar de que yo necesito una respuesta..,

Pues tampoco se la puedo pedir si él no me la quiere dar...

Suspiro. Muy, muy, muy fuerte.

Y lo hago un millón de veces más cuando me llega ese mensaje que me ha puesto tan nervioso desde el primer parpadeo que tuve al despertar:

Midoriya: Hey, ya llegué! Estoy a tu puerta!

Sí, sí te oí cuando llegaste, la verdad no te quiero abrir, verte la cara y ponerme a llorar.

Pero bueno, pido mucho y el universo solo parece que me quiere poner más.

Voy allá, me doy una última vista al espejo y, así...

Voy a la puerta.

Abro.

Y sé que el maldito universo me pone todavía peores.

Todo sería muchísimo más fácil si ese maldito hijo de perra tuviera una cara más fea.

De verdad, sería tan sencillo...

Pero ahí está, viéndose como un puto monumento listo para el museo.

-Hey... -murmura, sonriendo grande, viéndome aquí-. Te ves muy bien. Muy guapo.

Parezco pordiosero al lado suyo.

-Ah.., gracias -murmuro, sonriendo lo poquito que puedo, dando un paso al frente y cerrando la puerta detrás-. ¿Estás listo? ¿Nos vamos ya?

-Mhjm, si no te olvidas de nada...

-Mh.., no -digo, checando mis bolsas del pantalón por millonésima vez-. No, todo listo.

-Bien, vamos entonces.

Hace una seña para que vaya primero, y así le hago, caminando directo para las escaleras.

Dios bendito, huele tan rico...

-¿Cómo te fue hoy? -pregunta, con esa voz tan bonita que siempre me mueve el estúpido estómago...

-Ah.., bien -murmuro, viéndole apenas el mínimo segundo que puedo-. Todo estuvo tranquilo hoy.

-Sí, ¿verdad?