Permanecer sentada sobre su cama durante la última hora había sido lo único que mi cuerpo soportó hacer. Mientras tanto, en mi cabeza existía una guerra interna entre hacer algo que me hiciera sentir productiva y despejara mi mente, o permitir que, de una vez por todas, se diera por vencida. No sólo por lo sucedido con Cailan, pero todo lo que había atravesado desde que KEK me traicionó.
Le di un leve vistazo a su habitación. Había abandonado la misma en un estado impecable con cada objeto en su lugar... casi como si hubiera sabido que no regresaría. Me preguntaba si es que era coincidencia o ser ordenado era un rasgo típico suyo. Habíamos compartido muy poco tiempo para que se fuera tan pronto. Aún tenía muchas preguntas por hacerle como, por ejemplo, si era alérgico a algo, si prefería el invierno por sobre el verano, o cuál era su género musical favorito. Ya saben, simples cosas que me hubiesen interesado saber en una primera cita. Me sentía una idiota al haber ignorado desde un inicio que lo nuestro jamás sería fácil y, pese a todo, me había arriesgado con él... y él también lo había hecho conmigo.
Cogí asiento sobre su cama y, tan pronto lo hice, un nudo del tamaño de lo que sentía como una pelota de béisbol se instaló en mi garganta. Mientras yo estaba aquí, ¿qué sería de él en este mismo instante? En lugar de estar preguntándomelo, podría obtener una respuesta por mi propia cuenta al ir a comprobarlo. Sin embargo, aún no estaba preparada para despedirme si fuera el caso. No creo que alguna vez lo estuviera, pero ahora me era imposible.
Me dejé caer sobre sus sábanas y llevé el cojín con su distintivo aroma a mi pecho. Entonces, las lágrimas comenzaron a caer con una fuerza arrasadora por mis mejillas. Aunque limpiara su rastro, sería inútil ya que uno nueva se formaría de inmediato.
Yo no podía con todo. Lo había intentado, pero debería convertirme en un robot para lograrlo. Me habían arrebatado cada célula de mi cuerpo, había presenciado atrocidades a mis seres más queridos, y nadie humano podía con ello. Yo no quería poder con todo si eso significaba no poder sentir, por mucho que me dañara.
De pronto, llamaron a la puerta de la habitación y me hundí en el silencio. Nadie buscaría a Cailan. Ya todos sabían que no lo encontrarían aquí. Era conmigo con quien estaban intentando dar. En un tembloroso respiro, llené mis pulmones de aire con gran dificultad, y esperé que quieran fuera que se encontrara allí fuera, comprendiera lo que mi silencio significaba. SIn embargo, volvieron a golpear la puerta.
—Soy yo, Val —la voz de Gus provocó que mi corazón dejara de latir.
Su tono no había cargado consigo ningún tipo de emoción positiva o negativa. Aún así, no quería enfrentarme a él.
—Abre, por favor.
Dirigí la mirada en la dirección por donde su voz había venido, pero permanecí inmóvil en mi lugar.
—Aún no hay novedades —me dejó saber —, pero a él le gustaría verte allí cuando despierte.
Mi pecho se comprimió.
Cuando se despertara... Eso quería creer.
La idea de que aquellos perlas celestes volvieran a verme se instaló en mi cabeza por unos segundos. Entonces, todo volvería a cobrar sentido. Volveríamos a luchar juntos tal y como me lo había prometido aquel día en la fiesta donde se suponía que debía deshacerme de él.
La realidad volvió a golpearme. Justo cuando una pizca de esperanza comenzaba a instalarse en mí, recordaba que sus ojos no me veían y que tampoco tenía certeza de que fuera a superar la batalla más importante: sobrevivir.
Me aferré a su cojín y cerré los ojos. No quería despedirme de él, y estaba claro que no estaba preparada para hacerlo, pero ¿y si el último recuerdo que tenía de él era su cuerpo ensangrentado en mis brazos? ¿Acaso podría vivir sabiendo que había tenido otra despedida en que ambos no estuviéramos hechos un desastre? De ser así, creía que ambos la merecíamos. Si bien no habíamos comenzado con el pie correcto, no permitiría que acabáramos de la misma forma.

EST?S LEYENDO
ACUCIA (+18) ?
RomanceTRILOG?A TENTADORA PERDICI?N - Libro III Huir ya no es una opción, pero ?qué se hace cuando el enemigo amenaza con arrebatar tu propia vida? Como si fuera poco, las balas continúan impactando en sus seres queridos, dejando marcas imborrables en la p...