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"Días escolares"
Dafne caminaba por los pasillos de Babyls, sintiendo la mirada de muchos estudiantes fijos en ella. Los murmullos y susurros no tardaron en alcanzar sus oídos, comentarios sobre su rango inusualmente alto y su distintivo uniforme. Aunque trataba de mantener la compostura, no pudo evitar sentirse incómoda con tanta atención centrada en su persona.
De repente, sintió un peso inesperado sobre su espalda, haciéndola tambalearse por un momento. Giró la cabeza y se encontró con Clara, quien se había subido a ella con una gran sonrisa en el rostro.
-¡Daffy! ¿Te di un susto?- Exclamó Clara, riendo alegremente-
Dafne se enderezó con esfuerzo, tratando de recuperar el equilibrio mientras miraba a Clara con sorpresa.
-Clara, me asustaste. No esperaba eso-
Clara se deslizó de la espalda de Dafne, aún sonriendo de oreja a oreja.
-Lo siento, no pude resistir ¿Quieres jugar conmigo?- Dafne no respondió, Clara miró a la gente- ¿La gente te molesta?-
Dafne asintió ligeramente, todavía sintiendo las miradas curiosas de los estudiantes a su alrededor.
-Sí, es un poco incómodo. No estoy acostumbrada a tanta atención-
Clara dio un ligero salto, agarrando las manos de Dafne.
-¡No te preocupes! Todos aquí son curiosos, pero se acostumbrarán a ti pronto, estoy segura. Vamos, ven conmigo. Iruma-chii está en el comedor, almorcemos juntos-
Con una sonrisa agradecida, Dafne dejó que Clara la guiara por los pasillos, sintiéndose un poco más relajada. La compañía de Clara, con su actitud alegre y despreocupada, era justo lo que necesitaba para olvidarse de las miradas inquisitivas.
Mientras caminaban, Clara seguía hablando animadamente sobre todo y nada, logrando arrancar algunas risas de Dafne. Poco a poco, las miradas de los otros estudiantes comenzaron a desvanecerse en el fondo, y Dafne se sintió más cómoda, enfocándose en las amistades que estaba empezando a formar en este nuevo y extraño mundo.
Durante el almuerzo, la atmósfera en la mesa era animada y bulliciosa. Clara y Asmodeus se enzarzaban en una discusión sobre quién había ganado el último juego de cartas, sus voces elevándose cada vez más. Mientras tanto, Iruma y Dafne comían tranquilamente, observando la escena con una mezcla de diversión y resignación.
Dafne no podía evitar sorprenderse de la cantidad de comida que tanto Iruma como ella misma consumían. Los platos de alimentos demoníacos desaparecían rápidamente frente a ellos, una situación que nunca habría imaginado en su vida anterior. Se preguntó si la comida demoníaca realmente llenaba menos a los humanos, aunque esa teoría no tenía mucho sentido considerando su nueva naturaleza demoníaca.
