Bienvenidos al mundo de Seventeen.
Disfruta de las cortas historias que te traigo de cada integrante, porque todas merecemos so?ar con ellos ?.
?Actualizaciones constantes?
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Mi época favorita del año, sin duda alguna, era diciembre. Amaba el clima frío y la nieve cubriendo las banquetas, los villancicos en el fondo de cada tienda a la que entrabas, colocar el árbol de navidad, envolver los regalos. Todo esto me fascinaba y más si estaba junto a él.
—¿Te gusta? —preguntó él colocando sus manos en su cintura.
—¡Me encanta! —exclamé observando el gran árbol artificial que habíamos comprado —. Hay que decorarlo.
Él siguió mis órdenes y entre los dos comenzamos a enredar las luces alrededor de las ramas verdes y cada vez que nos veíamos, sonreíamos como tontos enamorados a pesar de tener casi diez años juntos.
Comenzó a colocar las esferas rojas mientras yo colgaba los demás adornos plateados para darle un contraste al árbol. Todos estos pequeños detalles me encantaban y hacían mi corazón palpitar con emoción, pero dolió un poco al ver que en su dedo anular izquierdo, no había nada.
Miré mi mano donde estaban los dos anillos que me había dado y traté de disimular mi tristeza mientras cerraba la tapa de las cajas donde guardábamos todo.
—¿Quedó bonito? —preguntó Cheol lo que había hecho.
—Este año los pusiste derechos —dije aclarando mi voz para evitar que sospechara de mi repentino cambio de ánimo.
—Siempre los pongo derechos —refutó con sus labios fruncidos.
Me dirigí a la cocina y miré hacia arriba para espantar las lágrimas que querían salirse. Abrí el refrigerador y traté de distraer mi mente mientras cocinaba algo para los dos.
Unos minutos después, sentí sus manos enredarse en mi cintura y su barbilla se colocó en mi hombro.
—Huele delicioso —aduló observando el sartén.
—Ya casi está... —murmuré y él asintió, diciéndome que pondría los platos sobre la mesa.
Comimos viendo una película y mi mente se distrajo un poco, pero al finalizar observé las luces sobre el árbol y volví a sentir una presión en mi corazón.
—¿Ésta navidad la pasaremos juntos? —me atreví a preguntarle mientras lavaba los platos.
Él analizó mi pregunta y respiró profundamente sabiendo hacia dónde me dirigía. Relamió sus labios y ladeó su cabeza para verme.
—Tenemos cosas que hacer el veinticuatro —respondió colocando una mano sobre la isleta de la cocina, justo su mano izquierda desnuda —, no sé si vuelva a casa temprano.