??? ?????? ??????? || ?Qué pasa cuando el amor de tu vida, al que creíste muerto, aparece en tu puerta diciendo que la organización para la que trabajas fue invadida por Hydra?
Bueno, Natasha Romanoff es la única persona con la respu...
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1991
Un Michael de siete años salió del salón de clases, manteniendo el perfil más bajo posible; no quería ser molestado por los bullys de siempre.
—¿Por qué te escondes, Alex? —dijo un chico más grande que Michael.
—Ay, no —murmuró Michael y giro para quedar cara a cara con el chico.
—¿Crees que puedes huir de nosotros? —detrás del chico aparecieron dos más tratando de intimidar a Michael..
Michael salió corriendo con una velocidad increíble por los pasillos de la escuela para alejarse de los chicos. Sus brazos se movían con un ritmo frenético, tratando de conseguir más impulso y lograr ser más veloz que quienes lo perseguían.
—¡No podrás escapar, Pierce! —gritó otro de los chicos.
Continuó corriendo por los pasillos hasta que llegó al patio. Siguió con su acción hasta que su pie se atoró con algo en el suelo, desequilibrándolo por completo. Por un momento se quedó inmóvil, asimilando lo que había sucedido, luego de eso sintió un ardor en la rodilla, arremangó su pantalón para averiguar el porqué y vio una raspadura.
Su rostro se contorsionó en una expresión de alarma cuando escuchó las pisadas de los chicos.
—Te dijimos que no podrías escapar —dijo el chico apretando sus puños.
—Yo no te hice nada, Zack —alegó Michel, pero no obtuvo un buen resultado.
Michael bajó del autobús escolar y entró a su casa, tratando de no encontrarse con su madre, porque si veía su rostro sucio y con el labio roto, le preguntaría qué le sucedió y no quería decirle o, mejor dicho, no quería preocuparla porque últimamente había notado que su madre no se estaba sintiendo bien.
—Mike —dijo su madre, captando su atención—. ¿Qué te sucedió?
Su madre examinó su rostro.
—No es nada —dijo Michael en un intento de evadir el tema.
—Mike, necesito que me digas qué te sucedió.
—Zack y sus amigos volvieron a molestarme.
—Hablaré con el director, no te preocupes.
—No, no es para tanto.
—Michael, sé que no quieres que me preocupe, pero. . . —su madre hizo una pausa—. Necesito asegurarme de que estés bien.
Michael asintió.
—Cuando me perseguían me caí y me raspé la rodilla —Michael recordó la golpiza que le dieron—. Después me partieron el labio.
