we can't be friends | Joe Burrow

[ 23 DE NOVIEMBRE, 2024 ]

NARRATOR'S POV

Después de perder el partido contra los Chargers, Joe decidió aprovechar la semana para estar con Bea y su familia en Calabasas. Fue un cambio de aire necesario, un respiro después de semanas intensas de temporada. Durante esos días, Joe pudo notar cuánto había avanzado la recuperación de Santiago. Ahora podía caminar con la ayuda de un bastón, y aunque su comunicación seguía siendo algo limitada, su voz era más clara y sus palabras más fáciles de entender. Verlo mejorar le daba a Bea una tranquilidad que no había sentido en meses.

La familia también había recibido visitas especiales en las últimas semanas. Martín Díaz, el mejor amigo de Santiago desde su juventud, había llegado en octubre y, por insistencia de su hijo Marco, decidió quedarse hasta después de Año Nuevo. Martín y Marco compartían una historia marcada por la pérdida. Desde que la madre de Marco falleció cuando él tenía trece años, ambos habían aprendido a apoyarse mutuamente. Marco, ahora adulto, había construido su vida en California como chef ejecutivo en un prestigioso restaurante de la bahía, mientras soñaba con abrir su propio lugar algún día.

A pesar de su apretada agenda, Marco quiso hacer tiempo para visitar a la familia Morrone, a quienes no veía desde hacía años. Para la ocasión, decidió preparar un asado a su estilo, una celebración para el reencuentro de ambas familias después de tanto tiempo.

Bea y Joe, por su parte, habían pasado la noche anterior en casa de Joey y Amanda, disfrutando de una relajada reunión de juegos de mesa y una cena ligera. A la mañana siguiente, cuando llegaron a la casa de los Morrone, Bea quedó sorprendida al ver a Marco. No solo se impresionó por el cambio que los años habían dejado en él, sino también por cómo, a pesar del tiempo, lo reconoció casi al instante.

—¡Marco! —exclamó Bea con una mezcla de asombro y alegría mientras se acercaba al chef, que estaba concentrado en la parrilla.

—¡Bellatrix! —respondió Marco, dejando las pinzas de lado y abriendo los brazos con entusiasmo. La abrazó como si el tiempo no hubiera pasado, un gesto cálido y lleno de complicidad que hablaba de una amistad de muchos años.

Joe, que observaba desde unos pasos atrás, no pudo evitar sentirse un poco fuera de lugar. Aunque confiaba plenamente en Bea, había algo en la conexión natural y fluida entre ellos que lo hizo sentir... extraño. No celoso, necesariamente, pero sí alerta. Era consciente de que Bea era increíble, y a veces le resultaba inevitable preguntarse si cada hombre que se acercaba a ella veía lo mismo que él: a la mujer más fascinante que había conocido.

—¿Bellatrix? —preguntó Joe, acercándose a ellos con una sonrisa que intentaba ocultar su incomodidad.

Bea se giró hacia él, todavía sonriendo. —Un viejo apodo —explicó con naturalidad—. Marco, este es Joe, mi novio. Joe, él es Marco, un amigo de la infancia.

Marco extendió la mano hacia Joe, quien lo saludó con un apretón firme, quizá un poco más fuerte de lo necesario. Marco levantó una ceja, notándolo, pero decidió no darle importancia. —Un placer conocerte, Joe —dijo con amabilidad.

—Lo mismo digo —respondió el quarterback.

—Cuando teníamos cinco años, él se volvió fan de la saga de Harry Potter y comenzó a llamarme Bellatrix porque decía que yo era muy mala con él por no querer prestarle una caja de colores —dijo Bea, divertida, mientras miraba a Marco con un toque de nostalgia.

—También porque siempre me culpabas de todas las travesuras que hacíamos... aunque, para ser justo, siempre fui bueno haciéndome responsable —agregó Marco con una sonrisa cómplice, ganándose una ligera risa de Bea.