What a cliché! [minchan]

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Con el paso del tiempo, la relación de Minho y Chris había crecido de una manera significativa. Lo que comenzó como algo lleno de dudas, secretos y emociones complicadas, se había convertido en una conexión profunda y genuina. Ambos se amaban intensamente, y eso era evidente para quienes los rodeaban. Se habían convertido en una pareja que se apoyaba en cada paso, enfrentando juntos cualquier obstáculo. Incluso el padre de Minho, quien inicialmente había mostrado una gran oposición, terminó aceptando la relación al ver cuánto se cuidaban y respetaban.

En ese momento, todo parecía estar en su lugar. La pareja disfrutaba de un día tranquilo en la habitación de Minho, un espacio que ahora parecía un refugio de amor y calma. Chris estaba acostado en la cama, con su cuerpo relajado y una leve sonrisa dibujada en sus labios. Minho, por su parte, estaba encima de él, apoyado sobre su pecho, mientras sus manos jugueteaban con el cabello oscuro de Chris.

Ambos intercambiaban besos, empezando como pequeños roces llenos de ternura, que con el paso de los segundos se convertían en besos más profundos y apasionados. El ambiente estaba cargado de cariño y emociones. Cada gesto hablaba por ellos: la forma en que Minho inclinaba su cabeza para buscar los labios de Chris, cómo este último colocaba suavemente sus manos en la cintura de Minho para mantenerlo cerca, y cómo se miraban entre beso y beso, como si el mundo entero se desvaneciera y solo quedaran ellos dos.

—¿No te cansas nunca de besarme? —preguntó Chris con una sonrisa pícara, mirando a Minho directamente a los ojos.

Minho dejó escapar una pequeña risa y deslizó sus dedos por el rostro de Chris.
—Nunca. ¿Por qué lo haría? Tus labios son adictivos —contestó, inclinándose de nuevo para depositar un beso suave.

Chris sonrió mientras acariciaba la espalda de Minho con movimientos lentos.
—No sé qué hice para merecerte, pero cada día me lo pregunto.

Minho se detuvo un momento y lo miró con seriedad, aunque su rostro seguía reflejando ternura.
—¿Hablas en serio? Chris, si alguien tiene suerte aquí, soy yo. Estás conmigo incluso cuando no lo merezco, incluso cuando cometo errores. Eso es... increíble.

—¿Increíble? —repitió Chris, alzando una ceja. Luego sonrió y apretó un poco la cintura de Minho.
—Minho, yo te elegí. No es suerte, es amor. Y créeme, no me arrepiento ni por un segundo.

Esas palabras provocaron que Minho se sonrojara profundamente. Desvió la mirada, tratando de ocultarlo, pero Chris rió suavemente y lo atrajo hacia él.
—No tienes que ponerte así. Siempre seré sincero contigo.

Minho soltó una risita nerviosa antes de volver a mirarlo.
—Es que... a veces todavía me cuesta creer que esto es real. Que tú y yo... que esto sea nuestro.

Chris sonrió con dulzura y le dio un beso en la frente.
—Es real, Minho. Y no dejaré que nada ni nadie nos quite esto.

El ambiente se llenó de una calidez indescriptible. Minho lo abrazó con fuerza, hundiendo su rostro en el cuello de Chris.
—Yo tampoco. Te amo demasiado como para perderte.

Chris suspiró, contento, mientras acariciaba la espalda de Minho.
—Y yo a ti. Siempre a ti.

Esa tarde, envueltos en el cariño y la compañía del otro, ambos se dieron cuenta de que habían encontrado algo único, algo que querían proteger y cuidar por siempre.

Mientras compartían esos momentos llenos de ternura y tranquilidad, la atmósfera en la habitación comenzó a cambiar sutilmente. Sus miradas, antes suaves y amorosas, se volvieron más intensas, y sus respiraciones se aceleraron casi al mismo ritmo. Chris sonrió levemente contra los labios de Minho, sintiendo cómo este último profundizaba el beso con algo más de desesperación, casi como si quisiera transmitir todo lo que sentía en ese único acto.