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Cap 21

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I: Cálmate Engfa - bromeó. - Muy pronto le vas a quitar esa deuda. Ahora no te estreses, tenemos mucho que hacer por la noche.

Engfa asintió a regañadientes. Ella e Irene se fueron a un tipo de camerino que estaba del otro lado de la sala. Había piezas y más piezas de ropa diminutas y sexys, plumas, objetos sexuales y un tocador con un espejo ovalado y un montón de maquillaje y productos de
belleza.

Ambas eran prostitutas en un burdel.

Después de de dejar la hacienda, Engfa se fue a un pueblo cercano, no tenía trabajo y cuando el dinero se acabó había tratado de conseguir un trabajo, pero sin éxito. Vagando por las calles se le acercó un hombre que vio a su situación, la llevó al cabaret. Comenzó a ejercer la prostitución para mantenerse a sí misma.

Allí ella conoció a Irene Levin, una joven prostituta. No llegaron a tornarse grandes amigas, pero ambos dividían sus problemas entre sí. Y así, Engfa tuvo una idea de vengarse de Yoko. Y pensó que su plan parecía iba a funcionar cuando, después de tres meses, el dueño del burdel se mudó de la ciudad y llevó junto con el a las chicas para un nuevo burdel, esta vez en un pueblo que estaba más cerca de la hacienda de Yoko.

Engfa planeaba hacer a Irene acercarse a Faye, cosa que la chica no rechazó después de ver una fotografía de la guapa. Ella pensaba que así se crearía una crisis en el matrimonio y sería más fácil de deshacerse del bebé que ahora Yoko esperaba.

Engfa quería verla destruida, con el peor de los sufrimientos. Era tan grande su odio por Yoko que incluso la propia Irene no sabía exactamente el por qué de este sentimiento.



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Por la noche, Yoko se acostó temprano. Estaba tan cansada así que durmió tan pronto se había acostado.

Más tarde Faye subió a la habitación, había estado en el despacho perdida en sus pensamientos y finalmente llegó a la conclusión de que había sido una tontería no haber tenido relaciones con su esposa. Entró en silencio, se acercó a la cama. El colchón cedió con su peso, haciendo el cuerpo de Yoko se acercar más a ella. Su respiración ni siquiera cambió cuando la abrazó por los hombros.

Tres meses sin sexo completo...

Parte de la formación del bebé ya estaba bien desarrollada, no había riesgos. Había hablado con Lingling, y ésta había dicho que era paranoia de ella, no había razón para no tener relaciones sexuales. Por temor a dañar al bebé, se había
negado a hacer el amor con su mujer, pero ahora había superado sus miedos. No podía pasar una noche más sin su fiera.

Yoko se agitó en la cama, volviéndose hacia ella y presionando la cara contra su pecho. De repente, en un gesto inconsciente, tal vez por costumbre de tantos meses juntos, la mano de Yoko descansó en el pecho de Faye.

Sin resistir más, Faye sostuvo su barbilla y levantando su rostro, tomó posesión de la boca tentadora. Su deseo por ella era más grande que nunca. La llama que ya estaba ardiendo en su cuerpo se convirtió en un fuego ardiente que amenazaba con consumirla por completo. Impaciente, sus manos rasgaron la tela del camisón, dejando al descubierto los pechos llenos por el embarazo. Perdiendo la poca paciencia que todavía tenía con la ropa, Faye rasgó la prenda de arriba a abajo.

El grito ahogado que escapó de la garganta de Yoko mostró que ella ya estaba completamente despierta. Así que en un gesto deliberado, apartó de su cuerpo la ropa destrozada.

F: No puedo esperar más, Yoko - susurró con voz ronca. -Te necesito, necesito estar dentro de ti, por completo.

Y: Oh - dijo - No puedo creer lo que estoy oyendo. Te quiero, Faye ¡Te deseo!

Domando a la fiera (G?P)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora