STOBOTNIK

Stone cayó al frente de Robotnik sin llegar a tocar su hombro, tratando con todas sus fuerzas evitar vomitar en los zapatos de antiguo jefe. El doctor frunció la ceja, pues había escuchado algo, hasta bajar la vista y observar al agente con extrañeza.

— ¿Qué haces en el suelo? Ya te dije que no eres un lame botas y que te considero más que un lame amigo.

— No es... Eso... Agh... —Se levantó del suelo con mucho trabajo, con una mano en la frente y haciendo una mueca—. Aún... No me acostumbro a esto.

— Debilucho... —Ivo lo miró despectivamente—. ¡Jum! Y se supone que eres el proveedor de esta unión.

Sin esperarse nada, un rugido resonó por las paredes viejas del bunker. Al ser bastante alto y de pasillos amplios, provocaba un eco y alargaba el sonido un poco más de lo normal, haciéndolo más eminente y amenazador de lo que ya era. Robotnik soltó un grito y saltó a los brazos de Stone como un reflejo de supervivencia, mientras los dos intentaban adivinar de dónde provenía aquel ruido espantoso.

— ¡Ahhh! ¡Por la esmeralda maestra!

— ¡¿Qué fue esa cosa, Ivo?!

— ¡No me robes la pregunta! —Lo agarró de la mandíbula para mirarlo enojado, y después asustado—. ¡¿Qué fue esa cosa, Stone?!

— ¡N-no lo sé! S-se escuchó como un di-dinosaurio...

— ¿Un dinosaurio? Eso es ridículo, no estamos en el mundo jurásico.

Shadow apareció con la nave de Robotnik.

— ¡Mi hermosísima nave! —Exclamó el doctor.

No dudó en bajarse del agente para correr hacía ella y abrazarla con la mejilla pegada. Stone miró la escena con ojos de envidia, alzando las cejas mientras se arreglaba las mangas.

— ...Él nunca saltará a ti para protegerse, porque no tienes brazos...

El bramido surgió de nuevo poniendo alerta al agente, y el doctor se agachó asustado. Ambos pensaron en la posibilidad de que sí estuvieran en el parque jurásico.

— ¿Puedes explicarnos qué clase de tiranosaurios rex es ese? —Le cuestionó Robotnik al erizo que seguía igual de estoico—. Porque no me considero un domador de velociraptores.

— No ha pasado mucho tiempo desde que despertó, pero es suficiente para que hubiera podido escapar. Sospecho que debe estar retenido debajo del bunker. —Le contestó

— Ah... Genial... —Hizo un ademán con molestia—. Resulta que, vamos a matar a quién sabe qué, que hace un ruido de los mil demonios.

— No creo que sea un problema para ti, —se dirigió a Robotnik—. Sonic me dijo que habías creado un robot gigante, el cual, destruyó.

— Sí, yo lo hice... ¡Pero con la gema maestra! —Alzó las manos con los dedos torcidos por la desesperación—. Además... Se te olvida un pequeñísimo detalle... —Colocó su dedo índice un poco pegado a su pulgar—. El erizo-quete mide 1 metro con 33 centímetros. ¡Esa cosa...! —Señaló a un pasillo cualquiera—. ¡Suena como si midiera por lo menos 6 metros de alto!

— Yo sí creo que puedas hacerlo sin la necesidad de la gema. —Stone se acercó al doctor con total confianza—. Porque tú ingenio nunca salió de ella. —Le puso el dedo índice en la frente—, si no, de aquí.

Ivo levantó la vista a su dedo pegado a su rostro, sonriéndole con alivio.

— Ah... Por un momento pensé en dislocarte el dedo si me señalabas mi órgano cardiaco...