Habían pasado tres días desde el tiroteo en el Mirage.
Tres días desde la última vez que Jimin había hablado con Jin.
Tres días desde que el cuerpo dejó de doler... al menos por fuera.La rutina se había vuelto más tensa. Los pasillos de la mansión parecían más silenciosos de lo normal. Las sirvientas hablaban menos, caminaban más rápido. Y Jimin... Jimin simplemente fingía. Se levantaba, maquillaba y vestía. Sonreía con la precisión de un cirujano.
Ese día, Lee Soo-hyuk lo llamó temprano.
—Vístete bien. Quiero presentarte a los nuevos guardias del Mirage —dijo, sin mirarlo directamente.
Jimin solo asintió. Estaba acostumbrado a seguir instrucciones.
Min Yoongi ya lo esperaba junto a la escalera, como siempre. Silencioso, rígido, como si ya fuera parte de la estructura de la casa.Jimin bajó los escalones con calma. Sus pasos no hacían ruido sobre la alfombra. Al llegar al salón, Lee Soo-hyuk ya estaba acompañado por Seo Chambin, Namjoon y Jungkook. Ellos se pusieron de pie en cuanto lo vieron entrar.
Lee sonrió.
Ese tipo de sonrisa que siempre ocultaba algo más oscuro detrás.—Él es mi esposo, Park Jimin. El rostro bonito que administra el club Mirage —dijo, casi con orgullo, como si hablara de una joya.
Jimin hizo una leve inclinación con la cabeza. Formal. Fría. Nada más.
—Y este —continuó Lee, girándose hacia el hombre al fondo—, es su perro guardián. Min Yoongi. Su sombra, su escudo. Su acompañante constante.
Soltó una risa baja, maliciosa, al decir "perro".
Jimin frunció el ceño. Yoongi, como siempre, mantuvo la expresión de piedra. Solo hizo un leve movimiento de cabeza.Namjoon y Jungkook se mantuvieron serios.
Impecables. Sin revelar nada.Después de unos minutos, Lee Soo-hyuk, Seo y los dos nuevos guardias se dirigieron al despacho para revisar planos de seguridad. La puerta se cerró. El aire pareció relajarse apenas.
Más tarde, con la casa en calma, Jimin caminó por un pasillo que casi nadie usaba. Tenía las ventanas cubiertas con cortinas gruesas, y las puertas eran antiguas, de madera pesada. Al fondo, una de ellas estaba cerrada con una simple cerradura de palanca.
Giró el picaporte. Entró.
Yoongi lo siguió, en silencio.
La habitación era amplia. Las paredes estaban pintadas en tonos marfil, y el suelo de madera crujía apenas con los pasos. En el centro, una pista de baile pulida. A un lado, un piano blanco cubierto con una manta beige.
El aire ahí dentro olía a madera vieja y polvo limpio.
Una especie de nostalgia encerrada.—Nadie entra aquí —dijo Jimin, cruzando la sala con lentitud—. No hay cámaras. Ni personal. Ni siquiera Soo-hyuk. Es como si este lugar no existiera.
Se detuvo frente al piano. Con cuidado, retiró la manta.
El blanco brillaba como si alguien lo hubiera limpiado la noche anterior.Yoongi se acercó. Pasó los dedos por las teclas sin presionarlas.
—Hace mucho que no hago esto —susurró, casi para sí mismo—. Mamá estaba viva... la última vez que toqué un piano.Jimin lo miró de reojo.
—¿Tocabas?
—Me enseñó mi madre. Después de que murió... no volví a sentarme frente a uno.
El silencio se acomodó entre los dos. Pero no era incómodo.
Jimin caminó al centro de la pista. Se quitó los zapatos. Se paró con la espalda recta, los brazos suaves a los costados.
Y comenzó a moverse.

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El Guardaespaldas/ Yoonmin
FanfictionPark Jimin nunca pensó que su vida acabaría siendo moneda de cambio. Obligado a casarse con uno de los hombres más poderosos y peligrosos del país, vive atrapado entre lujos, silencios y heridas que no sanan. Pero todo cambia cuando Min Yoongi, un e...