Narrador omniscienteEl domingo a la mañana fue tranquilo. El sol se metía por la ventana del cuarto de Ashley, iluminando los muebles con una luz suave, y dejando sombras largas sobre las paredes. Ashley se despertó sin ganas, medio dormida todavía. Se arregló un poco, más por compromiso que por voluntad: su mama se lo había pedido. Los viejos habían decidido salir a desayunar afuera y dar una vuelta los cuatro juntos, como en los viejos tiempos. Tipo doce del mediodía volvieron a casa, y Ashley se fue directo a su pieza, sin decir mucho.
Rodrigo
Apenas llegamos, vi cómo mi hermana subía derecho a su cuarto, sin mirar a nadie. Yo hice lo mismo. Me tiré en la cama, respondí un par de mensajes boludos en el celu, y lo dejé a un costado. Me quedé tirado boca arriba, pensando. Pensando demasiado.
¿En qué momento llegamos a esto? ¿Cuándo pasé de llevarme re bien con mi hermana a no poder ni mirarla a la cara? Cada vez que la miro, me da vergüenza. Vergüenza de saber que ella la está pasando como el orto por culpa mía, por culpa de mis amigos, de todo ese grupo que antes me hacía sentir parte de algo y ahora... no sé. Me dejé influenciar por Gabriela, por su forma de manipularnos a todos, y por eso perdí a la persona que más quería. Si el Rodri de antes me viera, se re calentaría conmigo. Estaría decepcionado. No me lo voy a perdonar nunca.
Y lo peor es que ni siquiera tengo los huevos de salir a defenderla. Me callo. Me escondo. Sus amigos nuevos, que la conocen hace dos semanas, la defienden más que yo. ¿Qué clase de hermano soy? Me da ganas de ir a su pieza, decirle que la extraño, que la necesito, que la quiero como antes. Pero sé que no me va a querer ni ver.
Thiago también está raro últimamente. Cada vez que viene a casa, está re pendiente de todo, como si estuviera esperando que pase algo. No le dije nada, pero lo voy a encarar en algún momento. Y posta que me doy cuenta de que trata de no sumarse a los comentarios contra Ashley. Solo lo hace si Gabriela se lo tira con la mirada. Y hablando de Gabriela... sí, es linda, pero es una forra(ya todos sabemos que gusta de Thiago el único que no se da cuenta es el). No le importa arruinarle la vida a alguien con tal de ser el centro de atención. Manipula, manda, se mete en todo.
Seguía con mil cosas en la cabeza cuando me dieron ganas de ir a ver a Ash. Capaz podía preguntarle qué onda, o si podía pasar un rato con ella. Pero después me imaginé la escena: seguro me echa o me mira con esa cara de hielo que tiene ahora y no dice nada. Así que me quedé donde estaba.
De repente, alguien golpeó la puerta. Era mamá.
—Rodri, apurate que la familia de Thiago nos invitó a un asado.
—Ya voy, má.
—Bueno, te esperamos abajo.
—Má...
—¿Qué pasa, mi amor?
—¿Ash va a ir?
—Sí... con pocas ganas, pero sí.
—Está bien, ahora bajo.
—Dale, apurate así nos vamos rápido.
—Siii, ya voy...
Me levanté, me cambié, agarré el celu, me acomodé un toque el pelo y bajé. Cuando llegué, la vi a Ashley en el sillón, mirando el celular como si no estuviera en este planeta. En cuanto me vieron, todos se pararon y salimos para lo de Thiago.
Apenas llegamos, Adri, la mamá de Thiago, nos abrió con esa sonrisa de siempre. Saludamos y pasamos. Ashley se fue directo al sillón del living, sola, como siempre últimamente. Yo me fui a la pieza de Thiago a jugar algo. Mamá intentó convencerla para que viniera con nosotros, pero no quiso. Ya ni mamá puede con ella.
Estábamos jugando cuando de la nada escuchamos un grito. Salimos corriendo al living.
Ashley
Estaba en el sillón de lo de los Arbillaga, aburrida como una ostra. Mi vieja me había dicho que no me quedara sola, que fuera con mi hermano y Thiago, pero ni en pedo. ¿Para qué? ¿Para sentarme en un cuarto con dos boludos jugando a la Play y haciéndose los graciosos? No, gracias.
Estaba boludeando con el celu, sin ver nada en realidad, cuando sentí algo peludo al lado mío. Me di vuelta y ahí estaba: un perrito hermoso, con esos ojos que te miran como si te conocieran de toda la vida. Sin querer, pegué un grito. No fue de miedo, fue de emoción, como cuando algo te sorprende bien. Me emocioné mal. Resulto ser el perrito de Thiago, Mike.
Rodri y Thiago vinieron al toque, supongo que por el grito, pero ni bola les di. Me quedé con el perrito todo el tiempo, acariciándolo, hablándole bajito, sonriendo como hacía rato no sonreía. Fue el único momento del día en que me sentí bien, de verdad. Con el perrito ahí, todo lo demás desaparecía: los comentarios, las miradas, el mal humor. Por un rato, me olvidé de todo.
Holaa, acá les dejo el capítulo de esta semana. Voy a intentar subir, como mínimo, un capítulo por semana, aunque a veces se me complica un poco.
También quería pedirles que comenten si les está gustando o no, o si tienen algún consejo para darme. Todo comentario es bienvenido, siempre que sea dicho con respeto y con intención de ayudar.
Y no se olviden de votar, porque muchas de las personas que leen esta fanfic no votan, y que voten me ayuda un montón.
940 palabras🫶🏻

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FanfictionEsta historia es 100% mía no se aceptan ni copias ni adaptaciones Trataré de actualizar lo máximo posible Y disfruten la fanfic