Maratón 3/5
Esa tarde, a Belén se le ocurrió que quería pasar un rato en familia, pero no de esos donde cada uno está con el celular o mirando la tele sin hablarse. No, ella quería de verdad compartir tiempo con todos juntos, riéndose, jugando, charlando, como en los viejos tiempos. Así que, sin pensarlo demasiado, bajó al living y empezó a sacar todos los juegos de mesa que tenían guardados en el placard. Algunos estaban medio olvidados, otros eran nuevos, todavía sin estrenar.
Una vez que tuvo todo listo, subió al cuarto de Ashley para despertarla. Ashley estaba totalmente entregada a la comodidad de su cama, tapada hasta la cabeza y disfrutando del sonido de la lluvia que seguía cayendo suave contra la ventana. Cuando escuchó que su mamá la llamaba, renegó un poco, giró para el otro lado y se tapó más.
—Dale, Ash, vení. Vamos a jugar todos juntos —insistió Belén desde la puerta, con esa voz tierna pero firme que usaba cuando no aceptaba un "no" como respuesta.
Ashley resopló, claramente no quería levantarse. Estaba tan cómoda ahí, tan calentita, que le costaba horrores salir de la cama. Pero para ella, ver a su mamá feliz era una de las cosas más importantes del mundo, así que, a pesar de la fiaca, hizo el esfuerzo. Se sentó despacio, se frotó los ojos, se estiró bien largo y finalmente se paró. Caminó medio dormida hasta el baño, donde se lavó la cara con agua fría para terminar de despabilarse, hizo sus cosas y bajó al living, donde todos ya la estaban esperando.
Lo que siguió fue una tarde espectacular. Se la pasaron entre risas, cargadas, comentarios graciosos y también algunas discusiones, sobre todo porque Thiago y Rodrigo no sabían perder o, peor, cuando se daban cuenta de que estaban perdiendo, empezaban a hacer trampas descaradas. Eso, obviamente, generaba un montón de peleítas divertidas y acusaciones de "¡eh, eso no vale!" o "dejá de hacer trampa, te vi". Pero al final, nadie se enojaba en serio, porque lo importante era que la estaban pasando bien.
Jugaron por horas, literalmente. Entre partida y partida, se cebaron unos mates, picotearon algunas galletitas y cada tanto se levantaban a estirar las piernas porque no paraban de jugar. Cuando se quisieron dar cuenta, ya eran las diez de la noche. Carlos, que también había estado jugando un rato pero después se fue a hacer otras cosas, se levantó y se fue a la cocina para empezar a preparar la cena.
Mientras tanto, Thiago y Rodrigo aprovecharon para enseñarles a Ashley y a Belén cómo se jugaba a uno de los juegos de mesa nuevos que habían comprado hacía poco. El entusiasmo de los chicos por explicar las reglas era enorme, pero, como siempre, cada uno tenía su versión de las instrucciones y discutían entre ellos sobre cómo se jugaba realmente.
Al final, se pusieron de acuerdo y armaron equipos: Thiago se unió a Ashley y Rodrigo se puso a jugar con Belén.
—Te ayudo yo, ma —dijo Rodrigo con una sonrisa confiada.
—Bueno, pero te portás bien, ¿eh? Nada de hacer trampa —le contestó Belén, mirándolo con una mezcla de ternura y amenaza.
—Yo juego con vos, Ash —le dijo Thiago, como si ya lo hubieran decidido de antemano.
—Pero jugá bien, Thiago, no quiero quilombos —le advirtió Ashley, aunque se le escapaba una sonrisa.
El partido estuvo súper peleado. Cada equipo daba todo por ganar y se picaron bastante entre ellos, pero siempre con buena onda. Lo curioso es que, cuando ya era la hora de cenar, terminaron empatando. Se rieron, se tiraron un par de chistes y fueron a la mesa donde Carlos ya había dejado todo listo.
Cenaron todos juntos mientras seguían charlando de los juegos, de las trampas "inocentes" que los chicos habían intentado meter y de anécdotas viejas que hacían reír hasta al que ya las había escuchado mil veces. Era ese tipo de cena que se siente cálida, donde no hace falta que pase nada especial para que sea un momento lindo.

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FanfictionEsta historia es 100% mía no se aceptan ni copias ni adaptaciones Trataré de actualizar lo máximo posible Y disfruten la fanfic