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Prólogo ? ?

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—¿Cuál de ellos es? —preguntó la rubia, inclinándose hacia adelante mientras los niños entraban al Gran Comedor, envueltos en una mezcla de nervios y asombro.

—No lo sé. Lo sabremos cuando McGonagall lo nombre —respondió la otra, su tono aparentemente sereno, aunque sus manos crispadas sobre la mesa delataban su inquietud.

Desde su lugar en la mesa de Slytherin, Elizabeth Potter observaba con atención a los pequeños de primer año agrupados frente a la profesora McGonagall. Sus pasos eran titubeantes, sus ojos nerviosos. Ella no sabía cuál era su hermano, pero sabía que estaba allí, en algún lugar entre ellos. Su hermano. Harry.

Había pasado mucho tiempo. Toda una vida.

Alzó la mirada casi por instinto. Dumbledore la observaba desde la mesa de profesores. Su expresión era la de siempre: serena, benevolente, imposible de leer del todo. Sonreía con esa paz que sólo él podía fingir tan bien. Ella respondió con una expresión neutra, fingiendo calma. Años de practicarla le servían para algo.

Días atrás, Hagrid y Dumbledore se habían presentado ante ella con una petición que la había dejado helada: abrir una de las cámaras de Gringotts que pertenecía a sus padres y estos habían dejado como herencia para cada uno de sus hijos. Una bóveda llena de oro que nunca había tocado. No lo necesitaba. El viejo director siempre se había encargado de todo. Él... y Snape. Su figura más constante. Su refugio y su verdugo, todo en uno.

La noticia de la llegada de Harry había sido como una punzada certera, inesperada. Durante años había deseado conocerlo. Durante años se le negó. Y ahora, de repente, simplemente aparecía. Sin aviso. Sin contexto. Como si nada.

No prestó demasiada atención a los nombres que McGonagall iba diciendo. Su mente estaba en otro sitio: Fawkes esperaba su comida, y Amren, su criatura más rebelde y amada, la había dejado encerrada en su habitación por orden de la profesora. Su fastidio era evidente, pero no lo exteriorizó. Había cosas más importantes.

—¡Potter, Harry! —llamó McGonagall con voz clara, y el Gran Comedor se quedó en silencio como si alguien hubiese conjurado un encantamiento de quietus colectivo.

Un segundo de silencio. Luego, como una chispa cayendo sobre pólvora, estallaron los susurros.

Un segundo. Luego, como una chispa cayendo sobre un campo seco, el susurro se propagó con velocidad vertiginosa:

—¿Ha dicho Potter?

—¿Harry Potter?

—¿El hermano de Elizabeth Potter?

Los ojos de Elizabeth se alzaron con fuerza. Lo vio entonces: un niño delgado, demasiado delgado y pequeño para su edad, de cabello desordenado y gafas grandes que caminaba con inseguridad hacia el taburete del Sombrero Seleccionador. Lo reconoció al instante. No por sus rasgos. No por la cicatriz que no alcanzaba a ver. Lo supo porque su pecho se encogió sin razón lógica.

Era él.

Los ojos se le llenaron de lágrimas que no derramó. No podía recordarlo, no realmente. Cuando los separaron, ella tenía dos años. Él, apenas cuatro meses. Y sin embargo... algo se removía dentro de ella. Algo antiguo. Algo olvidado.

—¿Te imaginas que también quede en Slytherin? —susurró una alumna de sexto de Ravenclaw, con tono burlón.

Elizabeth giró lentamente y la miró con una sonrisa que no alcanzaba a ser cordial. La Ravenclaw tragó saliva y desvió la vista. Nadie más se atrevió a decir una palabra.

Ella volvió a mirar al frente, justo a tiempo para ver a Harry sentarse y al Sombrero Seleccionador caerle sobre los ojos.

Mmm... —murmuró el sombrero—. Difícil. Muy difícil. Hay valor, sin duda. Y una mente curiosa... sí, lo veo. También talento, mucha ambición dormida. Interesante... ¿y qué tenemos aquí? Tu hermana... está en Slytherin. Una casa con historia, poder, visión. Podrías ser grande allí.

«No en Slytherin» pensó Harry con fuerza. «No en Slytherin.»

¿Estás seguro? Slytherin te haría fuerte... y no estarías solo. Hay cosas que compartir con tu hermana, historias, cicatrices... podrías encontrarte en esa oscuridad común. Pero si estás tan seguro...

El sombrero dudó un segundo más. Luego gritó:

¡GRYFFINDOR!

El comedor estalló en aplausos. Harry se quitó el sombrero, confundido, algo aturdido, y caminó hacia su mesa. Lo último que alcanzó a ver, antes de sentarse, fue una melena roja y unos ojos azules llenos de algo que no supo identificar. Tristeza, quizás. Frialdad. Tal vez decepción.

Elizabeth no aplaudió.

Su expresión era una máscara helada que no engañó a quienes la conocían. Snape la miró de reojo. Alessandra bajó la cabeza. Dumbledore entrecerró los ojos.

La guerra silenciosa entre los Potter había comenzado.

Y ninguno de los dos lo sabía aún.

No se cuantas veces he resubido este fanfic a 抖阴社区, pero aquí viene una vez más.

Fecha de Publicación: 06/06/2025

Cursed Potter | Cedric DiggoryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora