ISLA DEL OSO — UNA SEMANA DESPUÉS DEL JUICIO EN LANZA DEL SOL
Año 297 D.C.Las nieblas del juicio y la guerra no declarada se habían disipado. En la Isla del Oso, donde las olas golpeaban con fuerza y los vientos del norte danzaban entre las torres del castillo, el corazón del Reino del Alba latía más fuerte que nunca.
Julio Mormont se encontraba en uno de los balcones altos de la fortaleza. Su torso desnudo revelaba las cicatrices oscuras y retorcidas que las llamas de Cannibal le habían dejado… pero también mostraba algo más: la piel nueva, firme y fuerte, avanzando como si la voluntad misma del norte lo estuviera reconstruyendo.
Sylwa se apoyó a su lado, en silencio. Nebrarys sobrevolaba la costa, y Aelyr dormía encaramada a una torre de vigilancia. La imagen era poderosa. Era símbolo. Era profecía viva.
—Estás casi como antes —dijo Sylwa, apenas tocando una de las cicatrices con los dedos.
—No. —Julio sonrió apenas—. Estoy mejor.
ISLE BEAR — EL NACIMIENTO DE UN IMPERIO
Los martillos no descansaban. El puerto se había ampliado aún más: nuevos muelles, almacenes reforzados, embarcaciones en construcción. Las calles de cemento llevaban hasta nuevos barrios, escuelas de estrategia, academias de alquimia y forjas repletas de vida. Bruno, junto a su equipo, supervisaba la edificación de una gran cúpula central: el Salón de Ciencia y Guerra, donde comandantes y sabios se reunían para proyectar el futuro.
Las banderas del Reino del Alba ondeaban con mayor presencia: desde las almenas hasta los nuevos barcos de guerra. El rugido de los dragones había traído respeto. Pero el crecimiento silencioso, metódico, el orden romano del sistema que Julio había instaurado… ese era el verdadero poder.
Lyra enseñaba a nuevos arqueros en los campos elevados. Edrick entrenaba jinetes junto a Carcan. Lucius probaba maniobras de asedio con nuevas catapultas montadas en barcos. Cada joven era una pieza en el tablero… y cada día, el tablero se extendía.
—Hemos cruzado el umbral —dijo Lucius una tarde en consejo—. Ya no somos una isla. Somos algo más.
—Un imperio en construcción —agregó Bruno con una sonrisa cansada—. Y aún falta mucho por levantar.
Julio no dijo nada. Pero al observar las costas, los dragones, los barcos, y los hombres que lo seguían con una mezcla de amor, miedo y lealtad, supo que era cierto.
La Isla del Oso ya no era solo un refugio. Era una corona. Y él, su llama eterna....
ISLA DEL OSO – CAMPO DE ENTRENAMIENTO ANEXO AL CASTILLO
Año 297 D.C. – Atardecer con los vientos del norte danzando sobre la piedraLa tierra estaba húmeda por las lluvias de la madrugada, pero firme. El campo de entrenamiento mayor, al pie del castillo de Julio, estaba rodeado por una decena de soldados y sirvientes curiosos, expectantes. No era común ver al Rey del Alba entrenar con tres de sus mejores guerreros al mismo tiempo… y mucho menos tras sobrevivir a la furia de un dragón.
Pero ahí estaba.
Julio Mormont, sin capa, con el torso vendado en zonas que aún cicatrizaban, pero con la mirada ardiente, gladius en mano, respirando como si el fuego le corriera aún por las venas. Frente a él, en formación triangular, se encontraban sus tres más leales y temidos comandantes.
Lucius, el comandante de los 12.000 legionarios, alto, de rostro sereno y pasos de estratega.
Edrick, jinete, fiero, impredecible, con esa chispa salvaje que no respetaba nada salvo la lealtad.

EST?S LEYENDO
Julio Mormont: El Hijo Silencioso del Norte
General FictionEn una tierra donde la fuerza lo es todo, nació un ni?o más frágil que sus pares, pero con un destino más grande que todos ellos. Julio Mormont, primogénito de Jorah Mormont y de su primera esposa, una dama de la Casa Glover, entregada en matrimonio...