Era una tarde tranquila.
Demasiado tranquila, pensaría Remus más tarde.Los merodeadores estaban esparcidos por la sala común, junto con Severus y Barty, que últimamente se unían más seguido a su grupo, en esa especie de tregua no verbal que todos respetaban mientras las bromas se mantenían suaves y las preguntas demasiado directas, ausentes.
James tenía la cabeza apoyada en el regazo de Severus, que leía un libro de aritmancia con su ceño fruncido, aunque sus dedos se enredaban inconscientemente en el pelo rebelde de su novio. Sirius y Peter jugaban a lanzar bolitas de papel a un sombrero colgado en la repisa, mientras Barty los observaba desde el sillón contiguo, con una sonrisa discreta que, según Remus, era más bien de quien espera que algo estalle en cualquier momento.
Él mismo hojeaba un tomo de criaturas mágicas cuando notó que Severus se detuvo.
No con un movimiento evidente, sino con una rigidez apenas perceptible.
Sus dedos se tensaron. Su respiración se hizo superficial.
James, al notar el cambio, se incorporó de inmediato.—¿Sev? —preguntó, en voz baja, apoyando una mano en su espalda.
Severus parpadeó con fuerza, como si intentara enfocar algo que no estaba allí. Llevó una mano a la sien. Un tic involuntario agitó su ceja izquierda.
—Mierda —murmuró apenas.
Y antes de que nadie pudiera reaccionar, se puso de pie de golpe, empujando suavemente a James al hacerlo. Se tambaleó. Luego se giró con un gesto urgente y salió a toda velocidad de la sala, tropezando con el marco de la puerta al salir.
—¡Severus! —gritó James, ya de pie, pero sin saber si seguirlo o esperar.
Un segundo después, todos escucharon el sonido lejano y reconocible del vómito.
Remus fue el primero en levantarse, instintivamente. James lo siguió.—Voy a ver —dijo el licántropo, serio.
Pero lo que detuvo a Remus no fue el sonido, ni el mareo repentino de Severus.
Fue Barty.Lo observó en silencio.
Barty se había quedado sentado, inmóvil, como si una corriente helada lo hubiera atravesado.
Sus manos estaban apretadas sobre sus rodillas, blancas de la tensión. Pero era su rostro lo que lo traicionaba.No solo preocupación.
No solo miedo.Culpa.
Una sombra de culpa densa, amarga, que se colaba por sus gestos más pequeños: cómo evitaba mirar la puerta, cómo apretaba la mandíbula, cómo su respiración se había agitado en silencio.
—¿Barty? —preguntó Remus con voz neutra, quedándose un momento antes de seguir al baño.
El otro alzó la vista, fugaz. Una máscara.
—Debe ser un mareo. Se salteó el almuerzo —dijo. Demasiado rápido.
Remus no respondió. Solo lo miró. Un segundo, dos. Luego se fue, pero no sin que Barty supiera que lo había notado.
Cuando Remus llegó al baño, encontró a Severus de rodillas, jadeando, con las manos en el borde del lavabo. James estaba a su lado, arrodillado, murmurándole cosas que apenas se oían:
—Estoy aquí, amor, respira. Solo respira, ¿sí?
Severus asintió con lentitud, pero aún estaba pálido. Tenía los labios descoloridos, y su frente brillaba de sudor. La taza estaba limpia ya, gracias a un hechizo rápido de James, pero el temblor en sus manos no desaparecía.
—¿Qué fue eso? —preguntó James con suavidad, acariciándole la espalda.
—No lo sé —respondió Severus, sin alzar la vista—. Solo... Me mareé. Es que me salté el almuerzo. —Pero incluso en la boca de él sonaba a excusa.

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??Embarazado!?
FanfictionSegunda parte de "?Te maldigo, ba?o de prefectos!" ?Qué pasaría si severus decide encontrar una forma de cumplir el sue?o de su novio de formar una familia? ?Lo lograría? ?Pero a qué costo? ?James estará de acuerdo? ?Serán una linda familia? ?Averí...