El teléfono sonaba insistente quién sabe dónde, las cortinas tapaban lo suficiente las ventanas como para que no entrara nada de luz, quizás eso había provocado que durmiera como un oso hibernando.
—Ozz, ¿me pasas el teléfono? —susurré con el rostro apoyado en la almohada. Pero no obtuve respuesta.
De inmediato estiré mi brazo. Nada.
Levanté el rostro y abrí los ojos, notando que el cuerpo que se había dormido a mi lado la noche anterior, ya no estaba allí. Enojado me levanté en busca de mi dispositivo para ver los mensajes de mi mejor amigo tratando de ubicarme. Recorrí con la vista la habitación con la intención de encontrar al menos una nota explicando el porqué se había escapado como un ladrón más no existía ninguna, no había nada, ni siquiera un rastro de lo que sucedió. Sin duda eso me hirió, sobre todo porque de alguna manera yo sentía que existía alguna conexión, que había algo en medio de nosotros gestándose pero, al parecer, era mi imaginación como siempre. De todas formas, ¿qué esperaba? Era un peleador clandestino coqueto al que no le conocía la cara, seguro hizo eso con millones de personas más, no era la primera ni sería la última vez. Sin dudarlo, llamé a Alex para invitarlo a casa, teníamos mucho de qué hablar.Una vez que terminé mi ducha, me vestí y bajé, le abrí la puerta a mi acompañante dejándole el paso libre. Mi casa era su casa, eso ya lo sabía. Ambos nos sentamos en el sofá, levemente cansados, con algunas ojeras decorando nuestros rostros.
—¿Cómo te fue? —pregunté primero, la verdad me sentía curioso por cómo habían sido sus acontecimientos.
—Excelente, George es tan… —se quedó mirando a la nada mordiendo su labio inferior, aparentemente recordando la noche anterior.
—Sos un asco.
—Callate, no es mi culpa. Es increíble. Me hizo el desayuno, me lo trajo a la cama y tuvimos un excelente mañanero, no podría estar de mejor humor —colocó sus manos detrás de su nuca como utilizando las mismas de almohada.
—Que suerte —bufé.
—¿Y a vos qué te pasa que estás de tan mal humor? ¿No te detonaron bien?
—No es eso —susurré.
—Ah, ¡entonces te detonaron! Sos un guanaco, Colapinto.
—Cerra el orto, a vos también te detonaron, así que sos el menos indicado.
—Bueno, ¿pero qué pasó? ¿no te gustó?
—No, sí me gustó —comenté suspirando—. Cuando me desperté se había ido sin dejar una nota, ¡nada! Es un hijo de puta, ¿te das cuenta?
—Vos también, Fran —volteó a verme—. Estás esperando demasiado de un tipo que no muestra la cara, no pretendas que tenga algún tipo de responsabilidad con vos.
—¡Ya lo sé! ¡Ya pensé en todo eso!
Me levanté golpeando el mueble para ir hasta la cocina, obviamente escoltado de mi mejor amigo que quería seguir escuchando la historia, o mis quejas, o una combinación espectacular de ambas cosas. Puse mi pava a calentar y busqué el termo dejándolo a un costado para preparar el mate, haciendo la montañita que pude aprender hace algunos pocos años cuando iba a la Universidad.
—No te ilusiones, amigo. Y mucho menos si no tiene intenciones de sacarse esa máscara. Ahora que lo pienso, debe oler bastante mal, no se la saca nunca. ¿O tendrá varias?
—Ni idea, no soy su puto novio —gruñí. Alex se acercó desde atrás a hacerme masajes en la espalda.
—Tranquilo, mañana cuando tengamos qué trabajar le preguntas, capaz tuvo una emergencia y, como seguramente no tiene tu número, no te pudo avisar.
Tenía un buen punto y era una gran razón, pero aún así estaba enojado. Mi escritorio estaba a dos metros de distancia, era tan fácil como agarrar un pedazo de papel y escribir algo decente, o lindo. No sabía qué le pasaba por la cabeza a ese chico, me coqueteaba, nos besábamos, hasta cogimos y no tenía ni la más mínima intención de mostrarme su cara, o decirme su nombre real, como mínimo. Sí, era muy misterioso y eso me gustaba, pero hasta cierto punto porque después, el misterio llega a cansar demasiado.
Cuando el mate estuvo listo decidimos que era buena idea salir al patio ya que el sol decoraba el cielo y tampoco hacía frío. Para olvidar mi enorme decepción con Ozz le insistí a Alex que me contara con detalles lo que había pasado entre él y George, teniendo en cuenta que el último terminó por declararse de cierta manera, pidiéndole exclusividad.
—¿Estás seguro que no fue el calor del momento? —interrogué.
—No, me lo repitió en la mañana, hablamos un poco de eso.
Me ponía feliz, se notaba que Alex estaba contento así que yo lo estaba por él aunque no bajaría la guardia tan fácil, no me olvidaba que George pertenecía al mismo mundo que Ozz y que ese mundo no hacía personas muy responsables efectivamente que digamos.
Pasamos la tarde conversando, más que nada del trabajo y del brazo de Lando que estuvimos monitoreando los últimos días, por suerte había sanado de forma correcta así que en algunos momentos más podría volver a sus entrenos y, próximamente, a las peleas.
—¿Te enteraste que ya empezó el campeonato?
—No, ¿qué es eso? —pregunté pasándole un mate a mi amigo.
—Bueno, digamos que ahora las peleas son con puntos o algo así, si perdes quedas afuera del campeonato. Como el mundial, básicamente. George está nervioso. ¿Ozz no te dijo nada?
—Ozz no habla de nada conmigo —rodé los ojos—. Mejor ya no lo traigas al tema, me da dolor de estómago.
Y era real, Ozz no hablaba conmigo de nada, y eso me daba la pauta absoluta de que sólo quería conmigo algo casual y carnal, nada que pusiera en juego sentimientos. Nunca me había preguntado por mí, o habíamos tenido una conversación sobre nosotros de forma personal, siempre eran insinuaciones sexuales. Y, aunque me gustaba, de alguna forma todo eso empezaba a cansarme, mucho más después de sus actitudes.
El teléfono me vibró en el bolsillo y mientras Alex disfrutaba del sol, decidí mirar el mensaje. Era de un número desconocido pero al instante recordé de quién se trataba cuando leí el contenido.
“Hola. Soy Oscar, el chico de la farmacia. Me preguntaba si te encontrabas libre esta noche para salir a cenar. Avisame.”
Una sonrisa se cruzó por mis labios y aunque sentía que de cierta manera estaba engañando a Ozz, no iba a negarme la oportunidad de salir con alguien que sí mostraba la cara. No era una mala idea, ¿o sí?
“Sí, te recuerdo. Estoy libre. ¿Dónde nos vemos?”
“Nada de eso, pasame tu dirección. Paso a buscarte a las ocho.”
Otra sonrisa, además de ser lindo y tener un cabello de príncipe, era muy amable y caballeroso, definitivamente no era una mala idea aceptar una cita con él. Le respondí para después remover el brazo de mi amigo, llamando su atención.
—Adivina quién tiene una cita hoy —canté.
—Supongo que vos. ¿Con quién? ¿Con Ozz? —se sentó de nuevo prestando atención.
—No, tarado. Como si Ozz me fuera a invitar a una cita alguna vez —mordí mi labio inferior—. Con el chico de la farmacia, me acaba de mandar un mensaje.
—Ah… me agrada, es lindo. ¿A dónde van a ir?
—Ni idea, dijo que me pasaba a buscar a las ocho. No sé qué ponerme —comenté.
—No tenés nada más que los cargos que usas siempre, Franco.
—Por favor, prestame ropa, dale Alex, por favor —hice pucheros sacudiendo sus hombros.
—Sos un pesado. Dale, vamos a casa que te ayudo.
De inmediato nos pusimos de pie, yo junté la manta y el equipo de mate para dejar todo encima de la isla de la cocina, después lo arreglaría cuando tuviera tiempo, en este momento no era la ocasión.
Emocionados salimos juntos, aprovechando la caminata para seguir conversando sobre dicha invitación.

EST?S LEYENDO
PRIMER ROUND ? [Franscar]
FanfictionFranco, cansado y aburrido de su trabajo en el hospital de la zona, recibe una propuesta que no puede rechazar: ser el médico en una red de peleas clandestinas. Oscar, conocido como "Ozz81", es el peleador más popular y con más títulos en ese mundo...