Así, cuando Iliana se presentó ante el carcelero un rato más tarde y quiso coger la bandeja de comida que le entregaba, una voz autoritaria la instó a que se detuviera en seco.
—¡Alto!
Se giró de inmediato y abrió mucho los ojos en señal de sorpresa. Hacia ella, con paso apresurado y rostro severo, se dirigía Lucius Malfoy.
—Amo... —dijo, pero sus palabras fueron interrumpidas bruscamente por el mortífago.
—He recibido una denuncia contra ti, acompáñame.
Iliana se quedó petrificada.
—¿U-una denuncia?
Malfoy mostró signos de impaciencia y agitó la mano, instándola a que le acompañara.
—P-pero el preso...
—¿Tienes problemas de comprensión? —dijo el hombre, elevando la voz—. He dicho que me acompañes.
La mujer tragó saliva, agachó la cabeza y, frotándose las manos rápidamente en la túnica para limpiarse el ungüento que se había embadurnado para Snape, le siguió en silencio por los pasillos de la fortaleza hasta llegar a su despacho, hecha un manojo de nervios. ¿Quién podía haberla denunciado y por qué?
Una vez dentro del despacho, Malfoy cerró la puerta y empezó a palpar el cuerpo de la mujer de arriba abajo, provocando que ella respingara y ahogara un grito de sorpresa. Sin dar ninguna explicación, siguió manoseándola por todas partes y la mujer empezó a temblar, rogando a los antiguos magos druidas para que se olvidara de comprobar sus orejas, de donde colgaban los dos pares de cerezas escondidas por el cabello, pero los magos druidas debían tener otros asuntos que atender.
Malfoy palpó primero su escote y, mientras Iliana se felicitaba por no haber escogido una mandarina aquel día, él le apartó el pelo de la cara y descubrió sus tesoros ocultos. La mujer se quedó lívida, segura de que iba a ejecutarla allí mismo, pero el mortífago se las quitó sin decir nada, fue a su escritorio en dos zancadas, colocó las cerezas en uno de los cajones y lo cerró con rapidez. En ese preciso momento, la puerta de su despacho se abrió con violencia y Bellatrix Lestrange entró como un vendaval mientras Malfoy apoyaba calmadamente las palmas de las manos en el escritorio.
—¿La has registrado ya? —inquirió la bruja.
—No, Bella, he preferido esperar a que estuvieras presente.
El hombre lanzó una mirada cargada de significado a Iliana, una mirada que decía: "cuidado con lo que dices o haces". La joven no entendía nada, estaba aterrada y no sabía por qué el mortífago había escondido las cerezas. ¿La estaría ayudando? Y si era así, ¿por qué?
—Desnúdate —oyó a su izquierda. Esto la sacó de sus pensamientos. Miró a la mujer y vaciló por un segundo, cosa que exasperó a la bruja.
—¿Es que no me has oído o eres estúpida?
La joven respingó y empezó a quitarse el vestido mientras susurraba un débil "Ahora mismo, milady".
Miró de reojo la puerta del despacho, la bruja la había dejado abierta y de vez en cuando se veía a alguien pasar por delante. La mayoría de ocupantes de la fortaleza ya la habían visto desnuda, pero lo inusual de la situación la cohibía igualmente. Bellatrix le arrebató la túnica de las manos y la inspeccionó con cuidado. Al no encontrar nada, volvió a estudiarla a ella.
—La ropa interior, quítatela.
Iliana obedeció, Bellatrix siguió sin encontrar nada y empezó a dar vueltas alrededor de ella, furiosa, haciendo que se recogiera el pelo y levantara los brazos, como si pudiera tener algo comestible adherido de alguna manera a su piel.

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Mi fiel traidor
FanfictionVoldemort ha triunfado y ha convertido el mundo en su reino particular a base de matar a todos los que se le oponen. Sólo un prisionero cuya identidad se desconoce sigue con vida y encerrado en los calabozos del Lord. Iliana, una joven secuestrada p...
Parte 6
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