Sentada en una habitación vacía, tan solitaria y fría que calaba hasta sus huesos, tan blanca y brillante que dolía el simple hecho de abrir los ojos, tan simple y sin identidad alguna, una pequeña niña, delgada y blanquecina se hallaba durmiendo luego de un enorme esfuerzo.
Sus delgadas muñecas estaban sujetas por grillas de un metal extraño que, a su vez, poseían cinco extensiones, del mismo material, enganchadas a cada uno de sus dedos, como si fuesen tendones. Sus tobillos igualmente se encontraban sujetos por grilletes y cadenas pesadas, prendidas al suelo. Su boca, entreabierta, debido a la mordaza metálica que llevaba, acompañada de una máscara facial, como una corona que no le permitía hablar, ni moverse.
Una corona apta para un monstruo.
La pequeña niña dormía con la espalda pegada a la pared, la cabeza apenas inclinada hacia abajo y sus brazos caían a cada lado, inertes y pesados. Parecía una con la habitación, vacía, solitaria, fría y sin identidad.
El descanso no le duró demasiado. La puerta se abrió y la niña despertó rápidamente, con todas las alarmas encendidas y preguntándose qué le tocaba ahora.
—XP1 —llamó un hombre con un guardapolvo y carpeta en mano—. Es hora de tu entrenamiento.
"XP1", un nombre digno para una máquina.
Ella lo miró. Sus ojos muertos cargaban con el asco y el odio más puro. Sabiendo que no tenía opción se puso de pie y dio unos cuantos pasos, con los brazos, rostro y hombros caídos.
Era un espectro.
Un cadáver andante, sin alma, sin esperanzas, sin libertad.
El hombre tragó duramente, le daba miedo y sobre todo en cuenta lo que podía hacer.
—Vamos —le dijo.
Las cadenas de la niña se desprendieron del suelo y permitiendo que lo siguiera. Salió tras él. Detrás de ella unos tres hombres armados, dispuestos a dispararle si tenían que hacerlo. Caminaron a través de uno de los tantos pasillos y entraron en la sala de entrenamiento, aunque para ella era la sólo otra sala de tortura.
—Tu actividad de hoy consiste en levantar media tonelada —le enseñó un bloque de metal con un movimiento de sus manos—. Hazlo.
Dos hombres armados y vistiendo trajes grises, entraron a la habitación, uno a la derecha y el otro a la izquierda, mientras que el restante se quedó fuera, cuidando la puerta. Atentos. Ellos no iban a matarla, era demasiado valiosa, pero podían hacerla sufrir.
La niña de cabello blanco arrastró los pies descalzos hasta darle la espalda al espejo negro, el cual contrastaba con la blancura del lugar.
Tenía hambre, sed, sueño y ganas de ir al baño, pero no iban a darle nada de eso hasta que ella lograra el cometido. Esa era una forma de remendar su mal comportamiento. Cuando la niña se revelaba la abandonaban o la castigaban, así de sencillo y cruel.
Prefería ser abandonada... "Quizá pueda morir finalmente", pensaba.
Media tonelada para ella, teniendo en cuenta su edad y el desarrollo de su quirk, era bastante, era mucho. Sobre todo, porque no le habían dado de comer, necesitaba azúcar, necesitaba calorías, necesitaba energía. Ellos lo sabían y no le importaba. XP1 tenía que ser capaz de levantar lo que se le pedía en las condiciones que fueran. Explotaban sus límites y particularidades.
Asintió hacia el hombre y éste levantó una mano en una señal. Las extensiones en sus dedos se aflojaron permitiendo que los flexione, les dolían por haber estado extendidos tanto tiempo, no dejando que se relajen ni por un segundo. Los movió, entrando en calor, dejando que la sangre circule mejor. Tomó aire y extendió sus huesudas manos, con cicatrices y carentes de color.

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Witch Blood | Boku No Hero Academia | OC
FanfictionPasó a?os en la oscuridad, siendo objeto de prueba y tortura para personas horribles, personas que la llevaron al borde de la locura, ocasionando que perdiese sus emociones y casi logrando que se olvidara el color del cielo. Pero fue salvada del pr...