?☆ WHEN SNOW COMES 彡。

❁ཻུ۪۪┊yoontae                                         @dotchiff

La maldita e irritante canción de todos los años sonaba a través de los altos parlantes que cubrían todo el supermercado, TaeHyung la tarareaba entre dientes, detestándola de forma suave, pero, de igual forma, cediendo ante ella.

Se dejó fluir de forma casi automatizada en la letra, dejándola escapar por sus labios, mientras que su cabeza estaba concentrada en registrar la información de las galletas de chocolate que tenía entre sus manos.

—Hoy es Navidad~ —echó un último vistazo al paquete de galletas y con total despreocupación lo lanzó hacia el carrito de compras—. De hecho, hoy no es Navidad —dijo para él mismo—. Faltan cinco días.

Al mirar hacia un costado notó la mirada de una mujer mayor sobre él, escaneándole de pies a cabeza. TaeHyung le dedicó una sonrisa algo cansada e incómoda y se marchó con rapidez de aquel pasillo, volviendo a los pocos segundos al notar que había olvidado su pequeño canasto con ruedas.

Su recorrido por el resto del supermercado fue algo lento, estaba cansado y quería llegar a su casa a dormir, pero al mismo tiempo quería hacer las compras para el resto de la semana. ¡Ah, él estaba cansado de sí mismo! No se entendía mucho, menos en esas fechas: Estaba agotado de todo lo ocurrido durante el año, al mismo tiempo motivado por las cosas que había conseguido, por culminar un nuevo año.

No comprendía sus propios pensamientos. Y es que sobre todas las cosas, además de estar cansado, sentía curiosidad: Una curiosidad que le atacaba todos los años, cada veinte de diciembre, desde cinco años atrás.

Todos los veinte de diciembre estuviera soleado, lloviera a cántaros o hubiese una tormenta sacudiendo la ciudad de forma devastadora, él recibía una carta escrita —siempre— con un bolígrafo de tinta negra, en un papel blanco. El mismo doblado en tres, guardado en un sobre verde, con una estampilla roja, sellándolo.

Y esa era la primera de una serie de otras cinco. Recibía diariamente una, aparecían a veces en su mochila o las encontraba tiradas por el suelo de su casa, pero siempre llegaban a él.

El problema de aquel día era que tenía el sobre en su mochila, no había leído la carta aún y sentía molestia en su pecho.

Quería leer esas palabras, encontrar alguna pista que le llevara a quien escribía todas esas oraciones dedicadas a él.

La canción dejó de reproducirse en su cabeza y las cartas que le enviaban pasaron a ocupar toda su atención: Fue por ello que lanzó unas galletas para perro que tomó de la góndola hacia el carrito y caminó con prisas hacia la caja para pagar sus cosas, correr hacia su auto y llegar a su casa cuanto antes pudiera.

Cosa que ocurrió en los siguientes treinta minutos: Una cantidad de tráfico espantosa fue lo que le esperó en la calle, pero para su suerte no fue realmente grave. Un trayecto de quince minutos se extendió otros quince, podría haber sido peor. A pesar de todo aquello, pudo relajarse y olvidarse de la situación en cuanto tuvo el sobre verde en sus manos.

De un salto se sentó en el sofá de su sala de estar, dejando desperdigados los víveres que había comprado y un poco olvidado a YeonTan —su perro—, que le ladró un par de veces para llamar su atención y luego se rindió; pues su dueño estaba consumido en aquel papel que desdobló con cuidado para leer con detenimiento:

«Querido TaeHyung, darling, baby, my love: Desde mi última carta he practicado mi inglés y realmente no sé cómo me ha ido, tú lo comprobarás.

Tengo que decirte que este año he analizado muchas cosas y a esta altura, a once días de terminar un año precioso, sólo puedo decirte algo: Eres bellísimo, eres hermoso, sigues teniéndome tan enamorado como desde la primera carta.